Cargando...
–Hace mucho tiempo que frecuenta Paraguay...
–Desde el 89, pero no tengo que ver con el Golpe que derrocó a Stroessner (bromea). Vine para el primer masterado en Administración de Empresas de la Universidad Católica.
–¿Cuál es su especialidad?
–Tengo un doctorado en Negocios en (la Universidad de) Harvard, con especialidad en Estrategia y Agroindustria, un masterado en Incae (Instituto Centroamericano de Administración de Empresas). Soy originalmente ingeniero naval. En realidad, como pasa con todos, ya evolucioné para decirlo de alguna manera. A partir del 96 me metí en el mundo de la sostenibilidad. He trabajado con líderes mundiales como (el empresario y filántropo suizo) Stephan Schmidheiny. Trabajé con (el economista estadounidense) Jeffrey Sachs que en ese momento estaba en el Instituto de Desarrollo Internacional de Harvard. Yo creé el Centro Latinoamericano para Competitividad de Desarrollo Sostenible. Lo que queríamos es ver crecer la productividad con la sostenibilidad.
–¿Qué sabe de Paraguay?
–Bastante. Paraguay evoluciona muy lentamente y tiene retos muy grandes para cambiar. En 1961 Singapur y Paraguay tenían el mismo ingreso per cápita. Desde entonces, Paraguay creció cinco veces –un paraguayo de hoy tiene cinco veces más ingresos que el paraguayo de los sesenta– pero los ciudadanos de Singapur tienen 52 veces más.
–Bueno, Singapur está en el camino del mundo. Paraguay no...
–Esa fue la respuesta que yo esperaba y que me la dieron mis estudiantes de Paraguay. Entonces hablemos de Nueva Zelanda que en 1960 tenía el mismo ingreso que Paraguay y ahora tiene 30 veces más. Y ese país sí que está en el medio de ninguna parte (una isla en el Pacífico) y lejos de todo el mundo, y sin embargo logró hacer su transformación productiva, algo que Paraguay no ha podido conseguirlo.
–¿Por qué fracasan los planes de desarrollo si siempre estamos aplicando los patrones que vienen del FMI, el Banco Mundial, BID?
–La respuesta para mí es sencilla. Si a usted le da un resfrío grave, yo le doy un antibiótico por siete días, y a los dos días cuando se siente mejor ya deja sus pastillas, no me puede decir al séptimo día que el antibiótico no sirve para nada. La realidad es que usted no completó el tratamiento. La gracia de Singapur o Nueva Zelanda –se puede agregar Estonia, la ex República Soviética y muchos otros ejemplos de éxito notable– es que completan sus tratamientos...
–¿Cómo nos ven en la región?
–Paraguay está en séptimo lugar, de abajo para arriba en la Medición del Progreso Social, la medición internacional oficial. Solo supera a República Dominicana, Bolivia y los cuatro países del norte de Centroamérica (Salvador, Guatemala, Nicaragua y Honduras). Está terrible en vivienda, en calidad medio ambiental, pobre en educación, salud y bienestar; pobre en el ejercicio de los derechos personales (registro de propiedad, libertad de elegir, etc.), pobre en libertad en general...
–¿Libertad en general?
–Libertad no solo se pierde por vivir en una tiranía. Una adolescente pierde sus opciones y su libertad cuando sale embarazada antes de los 18 años. En Paraguay, más del 15% de los bebés nacen de mujeres menores de 18 años. Estamos hablando de tolerancia e inclusión con un score bajo. Paraguay tiene una economía que no llena las necesidades de su gente. Por eso no cambia al ritmo que necesita cambiar. La Organización Mundial de la Salud considera epidemia cuando se producen más de 11 muertes por cada 100.000 habitantes. Las Naciones Unidas ha acogido este parámetro para declarar otras emergencias. En Paraguay, solamente en seguridad personal, llega a 20,7 muertes por accidentes de tráfico.
–¿Una epidemia?
–Sí. La cantidad de muertes en carretera, en Paraguay pueden considerarse una epidemia.
–¿A qué se debe?
–Calidad de infraestructura, señalización, cantidad de gente que anda en moto por todo el país sin licencia, sin preparación. Otro rubro, educación: casi el 10% de los niños no se matriculan nunca. Hay una gran brecha entre hombres y mujeres que terminan la secundaria. Hay menos mujeres. La tasa de mortalidad maternal es una epidemia. El número de madres que mueren como consecuencia del parto todavía es inusualmente alto. Son 132 muertes por cada 100.000 niños nacidos vivos. Es 12 veces la tasa de epidemia. Otro punto a considerar, el acceso a internet. A pesar de que tenemos más de un teléfono por ciudadano, solo el 48% tiene acceso a internet. Paraguay está muy bajo en conectividad. En Chile, Uruguay, Costa Rica y Panamá la tasa es de 70 a 80%, igual a Europa. Paraguay no tiene un Gobierno digital que obligue a la población a usar internet para sus trámites. Mientras el Gobierno no sea digital en Paraguay, no solo no va a ser transparente y se va a prestar para corrupciones sino que no se le está exigiendo a la gente a usar las plataformas. Entonces se quedan rezagados.
–¿Qué propone?
–En el 2008, en el Gobierno de (Fernando) Lugo hicimos una agenda con alcance hasta el 2030. El objetivo era pasar de un crecimiento lento a uno mucho más agresivo al 7% anual en vez del histórico 3,4%. Era mover a Paraguay de la exportación de materia prima a una manufacturera y una plataforma de servicios para la región. El siguiente paso era iniciar el camino hacia la economía del conocimiento antes del 2030. Era un proyecto de Estado. Mirar 22 años en el futuro.
La agenda la hicimos con 300 empresarios y funcionarios. Algo se hizo en el gobierno de Cartes. El de conectividad no avanzó como se pretendía y sobre todo, la ley de concesiones. Tienen que atraer muchos capitales de clase mundial, cerrar la brecha de infraestructura tanto la tecnológica como la logística. Tiene que ser por concesión de obra. Pero obviamente no queremos a (la empresa brasileña) Odebrecht corrompiendo a todos. Eso significa que tiene que hacerse con un estándar de transparencia totalmente diferente. Ni el 20% de esa agenda del 2008 se ejecutó. Definitivamente, Paraguay tiene que atraer grandes capitales, y ojalá que no lo haga endeudándose.
–Los inversionistas “de clase mundial” ¿por qué no vienen?
–Por la inseguridad jurídica. No vienen porque no hay plataforma logística, no hay plataforma de conectividad y no hay capital humano. No hay transparencia. Al primero que viene le piden coima. Se requiere una agenda de largo plazo que se cumpla y un gabinete que no se reúna a discutir qué dijo ABC del ministro tal sino que se reúna para revisar el grado de implementación de la agenda de transformación del país.
–¿Por qué no se cumple?
–Hubo dificultades con el gobierno de Lugo. Con el gobierno de Federico Franco avanzó en forma más acelerada. Cuando comenzó Cartes yo vine con (el afamado economista de Harvard) Michael Porter. Salió el plan nacional de desarrollo de (el ministro de Planificación) José Molinas, que es bastante bueno y tiene compromiso con el progreso social. Con Santiago Peña hicimos la estrategia, lo mismo con la Secretaría de Turismo de Liz Kramer. Se dieron pasos interesantes, pero todavía con la lógica de la mejora marginal, sin cambiar el paradigma... Existe una burocracia muy anquilosada y además, muchas de estas cosas eran de impacto de largo plazo, la reforma educativa por ejemplo. No le beneficia al Presidente actual. Le va a beneficiar al que esté dentro de 15 a 20 años.
–Y ese es el problema: el populismo...
–Es el problema de América Latina entera. Sin embargo, ha habido líderes visionarios como José Figueres en mi país; en Uruguay hablemos de Pepe Mujica y su decisión de legalizar la marihuana. Vea cómo borró de golpe ese ambiente criminal alrededor de la droga. El problema es cuando el Presidente solo piensa en cómo puede ser reelecto otra vez.
–¿Qué le recomienda al próximo gobierno?
–Nadie va a venir a invertir mientras no haya seguridad jurídica, infraestructura, y para eso, para mí la solución es, vámonos a un Gobierno digital. Si yo quiero convencer a Marito, a empezar por algo es: migren en los próximos 12 a 18 meses todo su Gobierno a plataformas digitales, que no solo obliguen a la gente a llegar a otro nivel de tecnología sino a transparentar el gobierno, así empezamos a reducir la corrupción y empezamos a crear confianza. Ya no nos podemos dar el lujo de seguir con un sistema semifeudal con una clase rica y una pequeña clase media de un lado y el resto de pobres viviendo en medio del crimen y la violencia como sucede en algunos países centroamericanos.
(holazar@abc.com.py)