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–Usted fue precandidato presidencial, candidato al Senado de Uruguay, perdió.
–No me gusta que me financien la campaña, que me den plata. Hice mi precandidatura igual. Saqué más de 50.000 votos. Perdí el Senado por 3.000 votos. Pero puedo caminar por la calle con la frente alta. Nunca confundí el bolsillo público con el privado ni cuando fui ministro de Lacalle ni de Batlle ni senador 15 años.
–¿Por qué sigue el Frente Amplio? Es su tercer período.
–Es una mayoría que no se fractura porque ellos tienen el concepto gramsciano de izquierda (Antonio Gramsci fue el fundador del Partido Comunista italiano que propugna llegar y conservar el poder como sea). Para ellos el poder es para mantenerlo, no para compartirlo. No tienen problemas para pisotear la constitución. El derecho para ellos es una molestia “burguesa”. Mujica gobernó con su “Estadito paralelo”. Tanto es así que la falta de control degeneró en un estado de corrupción, el más grande en décadas. Recaudó como capitalista en forma implacable y gastó como socialista en forma indisciplinada sin dar explicaciones a nadie. Hoy tienen varios procesados por corrupción. Tienen ese concepto de por ser mayoría legítima pueden hacer cualquier cosa.
–“Lo político por encima de lo jurídico”, la histórica frase de Mujica cuando expulsaron a Paraguay de Mercosur...
–Ahí está. Lo dijo muy suelto de cuerpo y lo sigue sosteniendo. Y permitió la entrada de Venezuela al Mercosur por la ventana y respaldó a (Nicolás) Maduro pese a sus violaciones a los derechos humanos.
–Pero hablaba también por el estómago, por las regalías de Chávez.
–Sí. Son más de 800 millones de dólares de deudas a PDVSA (Petróleos de Venezuela) que no sabemos dónde está. Para Mujica, el alcalde de Caracas (Antonio Ledezma), el dirigente Leopoldo López, no son presos políticos. Son “políticos presos”. Hoy dice: “La vida es lo más importante” pero, ¿y en el sesenta-setenta (cuando era guerrillero tupamaro) lo que mataron, los inocentes que volados en el Club de Golf (de Montevideo), en el club de Bowling donde murió un empleado o cuando coparon (la ciudad de) Pando y mataron a un señor cuando inscribía a su hijo (en la escuela)? Entonces, los muertos del otro lado son “la respuesta de la justicia popular”. Los muertos de mi lado –de izquierda– son “víctimas de la represión”. Estamos de acuerdo en que hubo terrorismo de Estado y lo combatimos durante la dictadura, pero nunca estuvimos con la violencia sea del signo que fuere. Otra cosa que no se dice. A mí me tocó como canciller extraditar a los etarras (vascos del grupo terrorista ETA) que nadie tiene otra definición que de terroristas. Y bueno, Mujica y toda su gente se fue a presionar, con un ómnibus lleno de armas, para que no se les extradite. Y se armó un tiroteo donde murió una persona. Dimos cumplimiento a una disposición de la justicia ante un reclamo del Gobierno socialista de España, de Felipe González. Entonces, a mí lo que no me gusta es la hemiplejía moral, el mirar las cosas con un ojo tapado. Para él la ley es absolutamente lateral y eso lo ha transformado en un promito. Entonces le piden que sea Premio Nobel de la Paz.
–¿Mujica Premio Nobel de la Paz?
–Sí. Lo querían llevar de candidato.
–Por poco no le declaró la guerra al Paraguay. ¿Por qué Nobel?
–Porque trajo al Uruguay a los presos, ocho o 10, de Guantánamo. Lo que hizo más bien fue lavarle los trapos sucios a Estados Unidos. Qué le dijo Mujica a los americanos: “no se preocupen, muchachos. Yo les hago el aguante”. Ningún país de la región quiso recibirlos. Él hizo eso en ese ámbito de anarquía y ecumenismo y todo lo demás. Debilitó la fortaleza institucional del país.
–Liberalizar la marihuana lo puso en la consideración del mundo...
–El Dr. Vázquez yo no sé si va a seguir con el tema de la marihuana. Tengo mis dudas.
–¿Cuáles son los efectos de esta ley?
–Todavía no se implementó.
–¿Por qué?
–Porque es muy difícil. Hay que tener los clubes muy definidos, lo que llaman las membresías, los permisos para determinar quién controla las plantitas que yo pueda tener en mi fondo. ¿Va a haber un sistema de inspección? ¿Quién sabe cuál es la diferencia entre consumir y traficar? Y ¿cómo voy a poner a las farmacias a distribuir obligatoriamente la marihuana con el argumento de que “es una batalla perdida la de la droga”, según el argumento de Mujica? Es una batalla muy difícil, pero también es cierto de que no es facilitando las cosas que se rescatan los valores de la sociedad, porque muy joven un chiquilín deja de estudiar hoy. A los 14, 15 años se va a la plaza, y antes la plaza era un lugar de entretenimiento, de esparcimiento. Hoy toman la marihuana y después se van a adherir a la otra cadena. Es decir, hay una disolución de los valores que termina después en disolución de la familia por descontrol de sus miembros. Hay un libro: “Después de los cinco años es tarde”. Entonces uno dice y comprueba que hasta los cinco años es que el chico aprende y asume sus comportamientos básicos.
–¿Tiene que derogarse la ley de la marihuana?
–Sí. Todo ese tipo de ley, anárquicamente vinculada a una determinada idea –con las dificultades que tenemos del resto de la cadena de la droga, sobre todo de la pasta base y todo lo demás– hay que combatirla como corresponde. Uruguay es un lugar de tránsito de droga. Si uno libera la marihuana y soy un traficante de Brasil es capaz que me voy a Uruguay y pongo un clubcito, y cuando vienen los consumidores, les digo: “no tengo marihuana, pero tengo otra cosa (por la cocaína)”.
Además de esto hay un tema de seguridad regional. Dilma (Rousseff) tiene un proyecto de dos mil millones de dólares para combatir la droga, incluida la marihuana, y nosotros estamos haciendo lo contrario. Es evidente que todo lo que está vinculado a la marihuana y a toda la cadena se va a trasladar al Uruguay que le da mayores facilidades.
–¿Tabaré es más sensato que Mujica?
–Es otra personalidad. En primer lugar, trabajó toda su vida.
–¿Mujica no?
–(se ríe con ironía). Tabaré, en realidad, como médico es trabajador. En el Gobierno tiene el sentido de Gobierno más fuerte. Está más cerca del Estado y la monarquía que la República en el sentido de su estatura. Y Mujica está más cerca de la anarquía que de la República. Y la República ya sufrió mucho con Mujica.
–¿Qué fue la Cumbre de las Américas: insípida, híbrida o trascendente?
–Yo soy de la idea de que estas cumbres son fugas hacia adelante. Cada vez que un foro no funciona se inventa otro. El Mercosur es uno. Se creó Unasur, Celac. Todos tienen cláusulas democráticas, que no se les aplican a Cuba, a Venezuela, Ecuador, pero se les aplica rigurosamente a Paraguay. Unasur es la última moda que va cayendo. Comenzó a caer cuando (el canciller de) Ecuador (Patiño) dijo en el 2012: “Vamos a bloquear a Paraguay”.
–Se tergiversó en el origen.
–Lo que hicieron fue una violación de los derechos humanos de los paraguayos.
–¿Hace bien Obama al extender la mano a autoritarios como Castro?
–Creo que Estados Unidos cometió un gravísimo error ya con el embargo y el bloqueo de Cuba en 1961. La dictadura castrista la usó como excusa para perpetuarse. Pero el régimen va llegando a su fin y la llegada de la economía de mercado es inexorable. Finalmente son lecciones para nuestros países Uruguay y Paraguay. A los gobernantes de nuestra región les importa más relacionarse con aquellos con los que tienen afinidades ideológicas y políticas. Les importa más identificar un enemigo y no los temas que pueden ser comunes a nuestros intereses, como ser el resguardo y la seguridad alimentaria de los recursos naturales del futuro en el mundo.
–Como Quijote contra los Molinos de Viento...
–Lo único que no hacemos es identificar las coincidencias. Más bien vamos a las cumbres a lanzar con estridencia diatribas. Ante esto, los países menores tenemos que encontrar la salida de este club ideológico que nos asfixia, divide nuestra política exterior y fractura los principios del derecho internacional: no intervención, autodeterminación, solución pacífica de controversias.
Tenemos que hacer algo inteligente que avance construyendo un proyecto que tenga en cuenta las economías más pequeñas, como el transporte y la infraestructura.
–En su libro “La Vieja trenza” usted habla de que Buenos Aires y Río mantienen su hegemonía con base en sus intereses desde los tiempos de la colonia...
–Y sí. Somos periferia recortadas geográficamente. Hasta hoy no podemos superar ese entendimiento bilateral porteño lusitano. Nosotros tampoco podemos patear el clavo. Nos puede agarrar tétano.
–¿Hay que doblar el clavo?
–Y bueno, para doblarlo hay que hacerlo con inteligencia, con propuestas, con trabajo, con gobiernos que se pongan de acuerdo en la defensa de la hidrovía, con explicarles a todos, incluso a los estados brasileños de la conveniencia de sacar sus productos por el río, formar sociedades, pero no para conspirar sino con la consigna: “bueno, vamos a desarrollarnos todos juntos...”. En vez de romper todo, tenemos que abrir el camino con propuestas, con profesionalidad, diálogo y equipo inteligente de negociadores. La inteligencia molesta. Tenemos que insistir con la integración efectiva. Esto no es ir contra nadie. Ahí está el río Rhin como ejemplo. Europa transporta por ese río. Pero ya llegarán los gobernantes que sigan esta agenda cuando no se preocupen tanto por ganar la próxima elección.
holazar@abc.com.py