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–¿El motivo de su presencia en Asunción?
–Hemos venido a Asunción, junto con Roberto Hernández y Luis Vite, presidente y vicepresidente de la comisión Anticorrupción de la ICC de México, para la conferencia internacional sobre anticorrupción que organizó el capítulo Paraguay de nuestra organización que preside Maricel Ibáñez. También asistimos al lanzamiento de la comisión Anticorrupción de Paraguay.
–¿Por qué los empresarios están contra la corrupción?
–Desde la Cámara de Comercio Internacional (ICC por sus siglas en inglés) a través de sus filiales en todo el mundo, que son 130 capítulos, reconocemos nuestra responsabilidad y estamos trabajando para combatir la corrupción. Muchas empresas adheridas a ICC ya se obligan a tener un gobierno corporativo, a regirse por códigos de ética, tener procedimientos específicos. Ser legales es una forma de hacer negocios y tenemos que hacer nuestra parte para que la transparencia impere.
–El ambiente está preparado para la coima. Si uno no agarra otro lo hará...
–A corto plazo, ser corrupto le puede dar rendimientos pero a largo plazo ninguna organización que se base en la corrupción puede prevalecer. El caso (del escándalo) Odebrecht es el perfecto ejemplo de una empresa que deja de innovar, deja de pensar en cuál es su papel dentro de la sociedad, deja de generar un valor para sus grupos asociados –hablo de sus clientes, sus proveedores, sus empleados, sus accionistas– porque precisamente su estrategia de negocios ha sido ser corruptos. O sea, ellos no se interesaban en tomar un contrato diciendo: “yo tengo esta nueva tecnología”, “tengo un buen diseño”, no. Simplemente, ellos corrompían para acceder a ellos. Buscaban a las personas clave de los lugares de decisión para sobornarlas y conseguir las concesiones gubernamentales...
–Finalmente se descubrió todo...
–Esa estrategia de negocios probó ser equivocada. Esa compañía (Odebrecht) ya no tiene ningún futuro. En varios países de América Latina han caído altos funcionarios de gobierno, directivos de empresas por este caso.
–Hasta el presidente de Perú...
–Es uno de ellos. En México, como nunca antes en la historia, hemos tenido tantos gobernadores y políticos de alto nivel en juicios por actos de corrupción. Son de todos los partidos. Pero hay muchos más casos que no son perseguidos por la debilidad del sistema. Desafortunadamente el sistema judicial no funciona como debiera. Los imputados piden la inhibición del juez, se eluden las penas, salen de la cárcel por tecnicismos. Tenemos que trabajar en nuestros países para fortalecer el estado de derecho. Tenemos que conseguir un fiscal independiente que sea quien persiga, y que no sea parte del Gobierno. Necesitamos magistrados para ciertos tribunales que juzguen los casos de corrupción. En México, el gran cambio que se está dando es por la presión, por las posturas firmes de la sociedad civil.
–¿Ustedes tienen identificado dónde se produce la mayor corrupción? ¿Es la obra pública?
–En todas partes opera la corrupción, sobre todo el problema es la impunidad. Al haber tanta impunidad, el riesgo para quienes incurren en estos actos es mínimo. Saben que no los van a perseguir, saben que sus actos no van a tener consecuencias. Tenemos que buscar que rija un verdadero estado de derecho, que no haya impunidad y que el costo sea muy alto para los que cometen estos delitos, de tal modo que las personas lo piensen dos veces.
–Muchos piensan que la corrupción es parte del negocio. Figura con algún ítem encubierto en las previsiones de los balances. Hasta en los regalos está su signo...
–Existe una costumbre de recibir regalos y esos temas de hospitalidad o las invitaciones a comer. Tenemos una guía que sirve bastante para asegurarse que están protegiendo a su empresa. Muchas de estas empresas ya le dicen: “le recordamos que por política de la empresa no deberá dar usted ningún regalo de Navidad”. Se estima un pago de hasta más o menos 100 dólares el regalo (aceptable).
–Si el empleado cobra comisión de un hotel por llevarle 10 visitantes, ¿eso es delito?
–Eso es legítimo. El hotel de por sí paga una comisión. Al vender 10 habitaciones a un solo cliente está teniendo una utilidad adicional. Eso se llama “ventas por volumen”. Eso no se hace exclusivamente con esa persona. Está dentro de la política de ventas dar comisiones. El caso se da también con las líneas aéreas. Distinto sería si usted fuese jefe de Compras y pacte una factura superior a la normal que vaya en perjuicio de su propia empresa. Eso es corrupción privada.
–En Paraguay no hay leyes contra la corrupción privada.
–Ahora vimos que están enviando al Congreso de Paraguay proyectos de leyes para cambiar la legislación que persigue la corrupción privada.
–El expresidente de la Confederación Sudamericana de Fútbol, Nicolás Leoz, basa su defensa contra su extradición a Estados Unidos en la inexistencia de una ley...
–Es ese escándalo de la FIFA justamente el que está motivando al Gobierno a introducir una legislación al respecto. Además, en el evento que tuvimos en Asunción, el capítulo Paraguay lanzó su comisión Anticorrupción que reúne a las empresas afiliadas que se comprometen en la lucha contra la corrupción y a colaborar con el Gobierno para lograrlo. Creo que Paraguay avanza por el camino adecuado. Veo que la sociedad civil y sus organizaciones están trabajando por el cambio. No hay que desesperarse. Tenemos que educar, adaptar las leyes y por último castigar. Hay que imaginarse un niño al que hay que decirle constantemente: “no metas el dedo en el enchufe. Te va a hacer daño...”. El marco regulatorio tiene que funcionar, tanto en las empresas como en el sector público para evitar que la gente caiga en la tentación.
–¿La impunidad tiene relación con el control político de la justicia? Aquí, las dos instituciones que eligen jueces y fiscales y deciden la remoción o despido están en manos de políticos enchufados al poder.
–Si es así, ahí hay un claro conflicto de intereses. Tenemos mucho trabajo por hacer en nuestros países. La percepción de corrupción en México es altísima. Estamos en el lugar 135. Me parece que Paraguay está igual que nosotros, igual que Rusia por ejemplo. Entonces, es una demanda urgente de la sociedad atacarla.
–Si el comercio funciona mejor con la aplicación rigurosa de las leyes, se puede interpretar también que hace falta gobiernos fuertes...
–No gobiernos fuertes sino instituciones sólidas, con reglas muy claras para aplicar las leyes. Gobiernos fuertes puede confundirse con otro tipo de regímenes con los que nosotros no estamos de acuerdo.
–¿Cuál es su análisis de los cambios políticos contradictorios que hay en la región? En su país López Obrador, izquierdista; en Brasil, Bolsonaro, bien a la derecha...
–Lo que estamos viendo en el mundo en general es una radicalización. Cada vez son más comunes los nacionalismos, los proteccionismos a los que muchos países están llegando. Tenemos el caso del Brexit en Gran Bretaña, lo que sucedió en (la crisis económica de) Italia hace poco; los cambios en Brasil y México.
–La gente vota diferente porque está harta de más de lo mismo...
–El sistema político que hemos vivido en los últimos tiempos se ha agotado porque ha habido una falta de participación ciudadana. Hay ciertos grupos de poder que se manejan entre sí y no dejan que haya una movilidad social y una participación más activa. Y eso es lo que debemos de considerar. Por eso nosotros, a nivel mundial, en la ICC estamos conscientes de que tenemos que modificar el papel de las empresas. Mucha gente se ha quedado fuera de las ventajas que la globalización y el comercio internacional han brindado en estos tiempos. Tenemos que ser mucho más inclusivos con la sociedad.
–Vuelve el proteccionismo con (Donald) Trump, se combate la migración, el comercio más trabado.
–El balance que tenemos, de las sociedades cerrándose no es bueno para el mundo. El proteccionismo puede parecer una idea novedosa, pero ya se ha implementado antes. No repitamos los errores del pasado. Cuando los países cooperan entre sí, el beneficio para los habitantes es mucho mayor que cuando cada uno va solo a competir por los mercados.
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