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–¿Cuál sería el impacto sobre nuestro medioambiente de la planta de aluminio que Rio Tinto Alcan pretende instalar en Paraguay?
–Antes que nada, la función de los que formamos parte del Grupo Técnico Negociador (GTN) es tratar que la negociación con RTA sea lo más beneficiosa para el Estado paraguayo, caso contrario no se hace. Es importante aclarar que estamos recién en los inicios de la negociación, y este año, no sabemos cuándo vamos a tener los principios de los demás aspectos, entre ellos el socioambiental, sobre los cuales tiene que ser negociada la instalación de la planta. Una vez que eso se tiene en claro, comenzarían los estudios de prefactibilidad, y allí recién se puede hacer lo que se conoce como “Evaluación Ambiental Estratégica”, no todavía la evaluación de impacto ambiental, porque aún no va a estar proyectada la obra.
–¿Hoy ya se puede determinar si RTA va a contaminar o no, y cómo?
–De hecho, no existe riesgo cero ni impacto cero en materia ambiental. Toda obra ejercida por el ser humano tiene su impacto. Hay obras que impactan mucho y otras poco, y en cada proceso para lograr un producto final hay procesos más o menos impactantes. Algunos afectan muchísimo el suelo y casi nada el aire o el agua, o viceversa. En el caso de la fábrica de aluminio, estamos definiendo acciones específicas, en forma conjunta con la Secretaría del Ambiente y del Ministerio de Salud Pública, que también tiene sus representantes, y lo primero que vamos a hacer este año es establecer las exigencias ambientales que el Gobierno paraguayo le hará a Rio Tinto. Si la firma no está de acuerdo, las negociaciones ya no van a continuar.
–¿Cómo van a establecer esas exigencias ambientales?
–Vamos a recabar datos de aquellos países que actualmente tienen plantas de aluminio con tecnología de punta. Nosotros no vamos a permitir que venga una industria obsoleta que, como sabemos, son generalmente las más contaminantes. Obviamente, tendrá que ser una planta procesadora con tecnología de punta y con tecnología de punta en cuanto a mitigación ambiental. Vamos a trabajar con base en las exigencias que hay en Canadá, Islandia, Omán y Francia, que son países que están teniendo plantas con tecnología de punta en la producción de aluminio.
–¿Las normas ambientales del Paraguay son limitadas o no frente a este tipo de industria?
–Tenemos una ley marco muy buena, que es la Nº 294/93, de evaluación de impacto ambiental, que sigue vigente. Cuando llegue el momento, se va a evaluar sobre esa ley si RTA se puede instalar o no en el Paraguay. Esta ley es muy buena, porque prevé la participación pública (audiencias), especialmente en obras de gran magnitud como esta. Exige que se ponga a disposición del público el resumen del Estudio de Impacto Ambiental, y la publicación de avisos referente al proyecto, de manera que, en el lapso de cinco días hábiles, se puedan presentar las objeciones técnicas y/o jurídicas.
–Algunos alertan que RTA podría ser “el fin del mundo” para Paraguay, ambientalmente hablando...
–Yo creo que en estos momentos existen emprendimientos que son mucho más impactantes que Rio Tinto Alcan. Existe uno que hasta el día de hoy pone en riesgo el agua que beben 1.200.000 habitantes de la Gran Asunción, que probablemente sea el 20% de toda la población paraguaya, y que fue habilitado por gobiernos anteriores al 2008.
–¿Cuál es ese emprendimiento?
–El diario ABC, incluso, un tiempo lo estuvo cuestionando. Es un “megapuerto” que está aguas arriba, muy cerca de la toma de agua de la Essap, y que es una actividad mucho más impactante y con un nivel de riesgo mucho más alto, porque estamos hablando del líquido vital. Yo no voy a entrar a tallar cómo fue el procedimiento (de aprobación y habilitación del proyecto), porque no era funcionario, pero es un procedimiento mucho más riesgoso que este (RTA). Ahora, insisto, en ninguna actividad humana existe impacto o riesgo cero.
–¿Pero, es equiparable con cualquier otra industria el impacto ambiental que tendría una planta de aluminio?
–El riesgo e impacto ambientales no serán lo mismo si ubico un puerto a 20 kilómetros de una toma de agua potable que colocándolo a solo 500 metros. En el caso RTA el impacto tampoco será igual si se construye un parque industrial a 1.000. 2.000 o 5.000 metros de un centro urbano que instalándolo en la ciudad. Entonces, la primera medida ambiental es el emplazamiento. Se define el área de influencia directa e indirecta, y si en la localización misma ya se tiene lugares vulnerables o vulnerabilizables, que pueden ser impactados, la misma Seam tiene en sus normativas la potestad de exigir la modificación del proyecto, con un cambio en el desplazamiento.
–¿Qué tipo de contaminación genera la producción de aluminio?
–Una parte de la materia prima es la alúmina, que será importada del Brasil, y otra es la electricidad, y por un proceso llamado electrólisis, esa alúmina se convierte en aluminio metálico. Además de la energía eléctrica, se le agrega la criolita, que es una sal compuesta de flúor, que reacciona y se genera el aluminio, pero que también se produce la emisión de gases. En este momento se habla de que el promedio de emisiones de gases es de 2,5 toneladas de anhídrido carbónico por tonelada de aluminio producido. Nosotros sabemos que Rio Tinto está implementando tecnología de punta en Omán e Islandia, donde están emitiendo en estos momentos 1,8 tonelada de CO2 por tonelada de aluminio, y lo mismo se le va a exigir aquí. Por otra parte, también se genera 1,07 kilo de perflurocarbono por tonelada de aluminio, que es un gas que contribuye al calentamiento global.
–¿Se pueden evitar esas emisiones?
–Ninguna fábrica lo puede evitar. Lo que vamos a exigir a RTA, si se instala, es que tenga las mejores medidas de mitigación de modo a que las emisiones sean las menores.
jfleitas@abc.com.py