Hace 75 años el pueblo festejaba el fin de una tragedia

Se cumplen hoy 75 años de la firma del protocolo de paz que puso fin al sangriento conflicto por la posesión del territorio chaqueño que enlutó a dos países americanos.

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A partir del triunfo paraguayo de El Carmen y el abandono por Bolivia de Ballivián, a los que se sumaron las acciones de Yrendague y Picuiba, se inició la que se dio en llamar Batalla de Villa Montes. El Ejército paraguayo encerró al enemigo en las estribaciones andinas, desde donde este, ya en su elemento y más cerca de sus bases, se lanzó a una ofensiva que puso en peligro la situación paraguaya.   

Durante esta batalla, si el Ejército paraguayo hubiese ocupado la población de Villa Montes, Bolivia, no habría podido continuar la lucha, puesto que la mayor y mejor parte de sus tropas habría sido destruida o aniquilada y los paraguayos habrían terminado por posesionarse de la llanura chaqueña circundante, incluyendo el territorio situado al este del Pilcomayo.   

Si el Ejército boliviano hubiera vencido en la batalla, el paraguayo, ya bastante desgastado, con su deficiente apoyo logístico y enormemente alejado de sus bases, se habría rendido o quedado destruido. En aquella ocasión, el Ejército boliviano contaba con poderosos factores a favor: estaba en una posición excelentemente organizada y fuerte por sí misma, considerando que el Ejército paraguayo atacó casi solamente con infantería y casi nulo apoyo de artillería, ingeniería ni aviación, aspectos en que los bolivianos superaban ampliamente. Pero los bolivianos, en vez de contraatacar aprovechando un momento de debilitamiento y desorganización de las fuerzas paraguayas para destruirlo, desperdició e invalidó el enorme esfuerzo que tanto las tropas como la misma nación boliviana habían hecho para que la acción tuviera un éxito completo.   

El comando boliviano ni siquiera había pensado en una fase estratégica. Su meta estrecha, complaciente y errónea fue simplemente la de desgastar al enemigo, quedando aferrado a sus trincheras en previsión de posibles nuevos intentos paraguayos, en esos momentos en inferioridad numérica y de condiciones con respecto al Ejército boliviano.   

Más allá del Parapití

En otro sector, en la zona del río Parapití, en su persecución a las maltrechas tropas del coronel Toro, luego del desastre boliviano de Yrendague, en diciembre de 1934, las tropas paraguayas se internaron hasta Machareti, situado detrás de Carandayty. Los bolivianos se replegaron hacia Huirapitindi, punto en que se bifurcaban los caminos a Amboro y a Santa Fe.   

Desde mediados de diciembre hasta la primera semana de enero del 35, los paraguayos intentaron infructuosamente desbaratar la resistencia boliviana en el sector. Luego del repliegue boliviano abandonando Capirenda, hasta Santa Fe, mientras algunas facciones se retiraron a Amboro, puntos que fueron atacados por los paraguayos. Ante la imposibilidad de defender Santa Fe, los bolivianos incendiaron y abandonaron la población, cruzando el río Parapití.

Las fuerzas paraguayas, luego de derrotar a una débil guarnición boliviana en el fortín Amboro Nuevo, ocuparon la abandonada e incendiada población de Santa Fe y llegaron hasta el límite histórico del río Parapití, el 16 de enero de 1935, y realizaron la hazaña de cruzar el histórico río.

Los bolivianos se habían replegado hasta Casa Alta, al sudeste de Charagua, a 20 kilómetros del Parapití. La incontenible aproximación de las fuerzas paraguayas obligó a la población civil de Charagua a abandonar el pueblo. Por el contrario, los indígenas guarayos que vivían en Amboro y Joseravia, al notar que los invasores hablaban su misma lengua, se unieron a estos.

La aproximación de los paraguayos a Casa Alta y Carandayty obligó a los bolivianos a replegarse hacia Boyuibé, al norte de Villa Montes, centro cuya posición peligró seriamente.

Un anhelo incumplido

El principal anhelo de Estigarribia era terminar la guerra con la conquista de Villa Montes. Las fuerzas paraguayas habían llegado hasta el río Parapití y a los pies de La cordillera de Aguarague. Casi todo el Chaco estaba en poder paraguayo, menos el triángulo de terreno que el Ejército enemigo defendía frente a Villa Montes. La caída de este enclave necesariamente debía determinar la culminación de la guerra, pues era el corazón de la actividad bélica boliviana y era puerta de entrada y salida de las tropas al y desde el Chaco.

Para el Ejército boliviano, la defensa de ese bastión era vital. Además, un nuevo repliegue era imposible. En los primeros días de febrero empezó la batalla. Las trincheras bolivianas se extendían a lo largo de unos 43 kilómetros, con alambradas, cercos de espinas, estacadas de púas, observatorios de artillería sobre árboles y reductos de ametralladoras. Era un bastión inexpugnable.

Los ataques paraguayos fueron contenidos por los bolivianos, pero, mientras tanto, otras unidades paraguayas atacaron otros puntos, como Tarairi, capturado después de un encarnizado combate; Nancorainza, aunque después tuvieron que replegarse hacia Boyuibe, acercándose a los pozos petrolíferos. Luego ocuparon las cumbres de la cordillera de Charagua, forzando a los bolivianos a replegarse, pero después contraatacaron, desalojando a los paraguayos de Pozo del Tigre.

Varias acciones permitieron tomar Charagua y la zona de Camiri. Bolivia preparó una contraofensiva. En los días siguientes, fuertes ataques bolivianos ganaron las trincheras paraguayas, obligándoles a escapar hacia Carandayty.

Enterado el general Estigarribia de que las negociaciones diplomáticas celebradas en Buenos Aires iban por buen camino y que se estaba a punto de llegar a acuerdos tendientes a lograr la paz, dispuso una última acometida con el propósito de asestar un golpe en el centro del dispositivo boliviano, para lograr detener el avance de estos hacia Huirapitindy y 27 de Noviembre. De esa manera se dieron las acciones de Quebrada de Cuevo, Mandyyupecuá.

Ingavi, la llave de la paz

El mayor empeño del Ejército paraguayo fue, a lo largo del conflicto, impedir que las fuerzas bolivianas llegaran al río Paraguay. Movimientos de tropas enemigas en el sector Roboré-Ravelo, en la zona norte de la región chaqueña, obligaron al comando paraguayo a disponer de contramaniobras en dicho sector, con el propósito de no permitir que el armisticio encontrara a Bolivia en las proximidades del río epónimo.

El movimiento de las tropas en la zona respondía al plan ofensivo encarado por el Ejército boliviano y cuyo objetivo era capturar el fortín Ingavi, para luego seguir hacia el este. Ingavi era un centro importante por el cual cruzaban los principales caminos, que llevaban a Santa Fe y Charagua, y Ravelo a Roboré y Puerto Suárez, además de ser zona ganadera, cuya posesión en manos paraguayas significaba un serio riesgo para Roboré y los caminos que conducían de Santa Cruz de la Sierra a Puerto Suárez, sobre el río Paraguay.

Para los paraguayos Ingavi no debía caer en poder del enemigo. El 1 de junio se reiniciaron las hostilidades obligando a las tropas paraguayas a replegarse. Un destacamento comandado por José M. Cazal fue enviado en apoyo de los defensores de Ingavi, que el 4 de junio pasaron a la ofensiva, arrollando en varios frentes a su enemigo, que ya estaba escaso de provisión de víveres y municiones, lo que les obligó a replegarse, prácticamente aniquilados.

La noticia de que una división del Ejército boliviano fue destrozada por los paraguayos en Ingavi influyó decididamente en la concertación del armisticio firmado en la noche del 8 de junio y que llevó a la firma del protocolo de paz, el 12 de junio de 1935, hace 75 años.

 

Extraído del libro La Guerra del Chaco, de Luis Verón

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