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–¿Qué fue lo que pasó con su hijo?
–Él se sintió observado por la amenaza que le hizo el comisario Antonio Gamarra al enterarse de que mi hijo le comentó al fiscal Joel Cazal durante un almuerzo en su casa sobre toda la corrupción en la FTC y que en su ausencia sacaron de su ropero las bombas que encontró en el lugar donde murió el comisario Manuel Escurra.
A partir de ahí, Gamarra le amenazó que si vuelve a pisar Concepción será hombre muerto. Entonces vino unos días y se volvió a presentar el 18 de noviembre. Fue recibido otra vez de forma grotesca y con amenazas. Su jefe Restituto González le dijo frente a todos los personales, “yo no le quiero ver a usted, desaparezca de mi vista”. Luego unos camaradas le dijeron: Hoy tenés que desaparecer de ahí, porque esta gente te va a matar y entonces preparó todas sus cosas y a media noche salió y estuvo tres días en la casa de su hermana.
–¿Qué hicieron sus jefes?
–Mandaron un informe al comandante del Ejército Gonzaga Garcete acusándolo de deserción. Garcete le ordenó para que redacte un informe completo que después le entregó y eso fue lo que rompió en su cara.
Le dijo: “Eso es muy comprometedor tanto para usted como para mí” y rompió. Prepare otro, donde ya no dijo nada porque él ya sabía. Ese fue el comienzo de su problema.
–¿Cómo fue que volvió a Concepción?
–Y en agosto del 2014 por ahí fue que hubo cambio allá. Dijo que se iba de particular, con Héctor Grau y Ramón Benítez, comandante de la FTC. Su ida fue en forma irregular porque no hubo orden para ir allá, pero hay normas que siempre se cumplen en las unidades militares. Yo, comandante, no puedo disponer por mi mismo la comisión de un personal calificado sin autorización del que está más arriba.
–¿Para qué se fue?
–A su esposa le dijo que se iba a pedido del general Benítez para preparar una bomba a ser detonada a control remoto. Esta bomba se va a meter con un paquete de explosivos en el campamento de los delincuentes y a ser explotada entre ellos (ACA). Totalmente ilegal y penado por leyes internacionales y que hasta ahora sigue la incógnita de quién detonó.
–¿Qué teoría maneja usted?
–Ellos no estaban haciendo patrullaje. El capitán y el suboficial José González estuvieron desde las 13:30 en esa comisaría de Cuero Fresco, que queda a 400 metros del lugar donde ocurrió el hecho. Les dejaron ahí y después se fueron a retirarle a las ocho menos cinco, y ahí ocurrió.
–¿Qué explicaciones le dieron?
–A mí hasta ahora nadie me dio ningún informe oficial. En marzo de 2015 como no había ninguna novedad al respecto me comuniqué con el ayudante personal de Gonzaga Garcete y le dije si me podía fijar una audiencia y me dijo, en seguida le devuelvo la llamada. Nunca recibí esa llamada.
Como no recibí la devolución de esa llamada, me fui al Comando en Jefe. Entregué la nota directamente al Presidente de la República y llamativamente desde el día siguiente comenzó la movida de toda esa gente que tuvieron participación en esa operación. Eso me llamó la atención.
–¿Qué le dijo el Presidente de la República?
–A consecuencia de la publicación de la denuncia que hice a través de ABC, yo creo que para tratar de calmarme, escuché que se dijo eso, el Presidente de la República me hizo invitar para recibirme. Me fui, y me dijo: ¿Acaso a su hijo no le explicaron lo que pasó? Y yo tenía cierta pregunta que quería hacerle, pero por respeto no hice, quería preguntarle la versión oficial que él recibió. Esa versión es la que yo quiero saber.
Yo le pregunté esa vez al Presidente si sabía lo de la bomba a control y me dijo: ¿Usted piensa que yo voy a hacer esas cosas?, comento no más porque todos sabían de esa operación.
–¿La Corte Militar está investigando el caso?
–La Corte Militar me respondió por nota que no está en su jurisdicción abrir un sumario sobre el caso; sin embargo, es un hecho que ocurrió en servicio.
–¿Cómo avanza la Fiscalía?
–La Fiscalía viene a ser como una tormenta que llega con mucha fuerza y después se va disipando, hasta desaparecer.
Muchas dudas
El 26 de noviembre del 2014 en Cuero Fresco, Horqueta, una explosión en horas de la noche costó la vida del capitán de Ingeniería Enrique Piñánez Ciancio y la del suboficial José González Ferreira. Mientras que el agente especial de la Secretaría Nacional Antidrogas (Senad) Juan Manuel Jara sufrió severas lesiones auditivas y un cuarto supuesto agente encubierto solo tuvo heridas puntiformes leves, según los informes oficiales.
La versión no termina de convencer al general Piñánez. El militar retirado dijo: “Hay cosas que no cierran, no descarto que haya podido ser un accidente, pero que me den una explicación lógica, cómo pasaron las cosas”.
rossana.escobar@abc.com.py