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Lo que no mencionó es que las gigantes fosas siguen estando cerca de la pista de aterrizaje y, a la vez, de los vecinos de la zona. Con lo que se tiene un doble impacto negativo, ya que con un desborde del agua de las fosas, perjudicará tanto a las naves que quieran aterrizar o despegar como a las personas que viven cerca. Así lo explicó el piloto Aquino, que posee basta experiencia en aviación.
No obstante, el titular de Dinac defendió el emprendimiento: “A 30 metros de la cabecera Norte del aeropuerto está el canal de agua. Entonces OACI (Organización de la Aviación Civil Internacional) nos dice que eso es un peligro para la seguridad operacional de las aeronaves. Esa observación vienen haciendo en todas las auditorías y ahora, con la venida de American Airlines, la gente de TTA, que es la agencia encargada de la seguridad aeroportuaria, nos volvió a recalcar eso. No nos preocupaba tanto que American Airlines no venga por ese motivo, sino más bien que las otras aerolíneas que estaban operando se vayan”, manifestó, agregando que ahí surgió la idea de rectificar el canal del A° Itay, lo que costaría entre 1.800 millones y 2.000 millones de guaraníes. Pero al no tener el dinero, conversaron con las empresas CIV y M&T, cuyo campamento está ubicado en el predio del aeropuerto, cerca de las obras de la autopista Ñu Guasu.
“Ahí aparece el consorcio Las Residentas, y llegamos a un acuerdo. Ellos se encargan de hacer toda la canalización, todas las obras de infraestructura, y estarían retirando una parte de la tierra, y la otra se usaría para cerrar el cauce viejo del arroyo Itay”, argumentó.
Otros perjuicios
Pero según Aquino, es un perjuicio enorme juntar agua en fosas de gran tamaño, por otros motivos, pues reunirá a pájaros en bandadas, que es un peligro para la aviación, y si no recibe tratamiento, el agua se contaminará.
A su criterio, lo que debía hacer Dinac es tener un proyecto serio de desvío del arroyo, de modo a llevar el cauce a un lugar alejado, no dejarlo en la misma área.