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Martínez llegó a la intendencia en 1991. Entonces la ciudad no tenía ni un metro de empedrado y para llegar hasta ella, desde el Km. 48 se necesitaban más de dos horas para recorrer los 14 kilómetros. Con un presupuesto de 70 millones de guaraníes, cinco funcionarios y con un espíritu emprendedor inigualable, comenzó a trabajar y cambió para siempre la fisonomía de la ciudad y la mentalidad de la gente.
FUE UN SIMBOLO
Mons. Claudio Giménez, obispo de la diócesis de Caacupé y presidente de la Conferencia Episcopal Paraguaya (CEP), lo recordó como "todo un símbolo quien nos enseñó que es posible pensar en grande con humildad, sencillez y mucho amor al pueblo". Era profundamente creyente, tenía un corazón de niño, pedía la bendición con profundo respeto, recordó Mons. Giménez y resaltó su visión de futuro, que empezó pequeña hasta abarcar todo el país.