Faenamiento del Ejército sigue contaminando el río Paraguay

El Servicio de Faenamiento del Ejército sigue tirando desechos al río Paraguay. Hace cuatro años se le había ordenado suspender el servicio para adecuar sus instalaciones. Y opera casi con exclusividad para faenadores particulares.

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A la altura de la calle Venezuela, en un laberinto de frigoríficos, grandes depósitos de importadores, barrios empobrecidos, está plantado el servicio de faenamiento. En el fondo, la bahía asuncena avanza entre charcos, botes de pescadores, y abre la vista (opacada en el centro de la ciudad por cuadras, edificios, comercios, hollín) a un río cada vez más ancho y abundante en los últimos tiempos de crecidas. Las casas de tablas de madera, en un mosaico de chapas de cartón y eternit, ahora mezcladas con varias de ladrillos, instaladas por los obreros, durante muchos años fueron dibujando el nombre del barrio: Tablada Nueva. "La calle donde habito no es ninguna pradera", diría Joaquín Sabina. Todo ese mundo fue creciendo caóticamente, en épocas en que la razón de estado era el miedo y protestar era comunismo y ser fichado de comunista era una credencial para Investigaciones o Emboscada.

Cuando nos enteramos de que el agua en que nos bañábamos y que mucho antes incluso se dejaba tomar había sufrido no solo el arrebato del paisaje opresor sino la infamia del capital sin ley, ya estaba mezclada con desechos. El arroyo Mburicaó, que tantas nostalgias de alcobas y mecedores engendró en poesías para la "bella Asunción", se había entubado para utilizárselo de conducto de esos desechos hasta el río. Por este conducto la unidad militar de faenamiento sigue expulsando sangre enmohecida. Es una unidad que la dictadura stronista instaló para faenar primeramente los ganados que se traían de la Estancia Pedernal, confiscada de la extinguida Copacar, Compañía Paraguaya de Carne. Eran tiempos en que el ejército, organizado como un gran aparato de control social, contaba con 17 a 20 mil prestadores del servicio militar al año. La fábrica de "hacer hombres" funcionaba a la perfección para los bolsillos de los jefes militares, que rápidamente se hacían de estancias, mansiones y lujosos autos, consolidando una cultura de poder ostentoso y prepotente que minaría el sistema social hasta convertirlo en flagelo de difícil exterminio. En el 2002, en una inspección fiscal a los mataderos y los frigoríficos, se ordenó la suspensión por un año hasta adecuar una planta de tratamiento. "Tenían una planta muy precaria", recuerda la fiscala María Bernarda Alvarez. El matadero omitió la orden de suspensión y siguió funcionando como siempre. Y sin apuros se ha ido construyendo la planta, que está "a punto de terminar", según una fuente interna. La unidad, a cargo, desde el 2003, del teniente coronel Timoteo González, es una de las dependencias de la Intendencia del Ejército, a cargo hoy del coronel Oscar Escobar Guerreño. Acá, en esta dependencia, se descubrió un robo de 80 mil millones en dos años, cuando al frente se encontraba el general Pablino González y era intendente girador el teniente coronel Raúl Atilano Alonso. Uno está condenado a 18 años de prisión, el otro aparece en la lista de ascenso que el Gobierno envió al Congreso para general.


Próxima edición: El matadero funciona casi exclusivamente para faenadores particulares.


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