EPP financia actividades delictivas gracias al dinero del narcotráfico

HORQUETA, Concepción. El romanticismo de la revolución requiere del pragmatismo del dinero: sostener a hombres y mujeres en la clandestinidad, con un soporte logístico adecuado junto con armamento, tiene un costo elevado. Aparte de los secuestros y extorsiones, se tienen fundadas sospechas de que el EPP financia sus actividades dando protección al narcotráfico.

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La imagen de jóvenes revolucionarios puede parecer muy romántica, pero financiar un levantamiento en armas requiere mucho dinero.

El Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP) asume el costo de sus actividades con secuestros y extorsiones.

Los secuestros de María Edith de Debernardi, Cecilia Cubas, Luis Alberto Lindstron y Fidel Zavala generaron fondos importantes para el grupo delictivo.

En el caso de Cecilia Cubas, la familia cumplió el trato acordado y pago por su libertad. A pesar de ello, fue enterrada viva. Murió asesinada de una forma cobarde y el EPP demostró su esencia asesina.
Al secuestro se suma el cobro de extorsiones a propietarios de establecimientos; es una suerte de “seguro” a través de una contribución para financiar la lucha armada.

El dinero que se recauda por medios delictivos se utiliza en la compra de armamento, en sostener la clandestinidad de sus integrantes y en mantener un sistema logístico adecuado para enfrentar a las fuerzas de seguridad.

Aquí, en Horqueta, es un secreto a voces que los padres de quienes viven en la clandestinidad reciben mensualmente un aporte de 1,5 millones de guaraníes.

El EPP facilita este dinero como una contribución a la familia debido a que uno de sus miembros ingresó al monte por la causa revolucionaria.

Compra de armas

Buena parte de las granadas que hasta hoy tienen corresponden a partidas que fueron dadas de baja por alcanzar su período de vida útil. En lugar de destruirlas, como estaba proyectado algunas fueron desviadas y vendidas al EPP.

Los efectivos de Dimabel que debían cumplir esta misión alegaron como excusa que no sabían que irían a parar en manos de los terroristas. “Como era Vallemí pensamos que las granadas iban a cruzar al Brasil para ir a Río o San Pablo”, dijeron al ser descubiertos.

Los primeros fusiles automáticos M-16 del EPP fueron resultado de la corrupción de efectivos militares, sucedió lo mismo con la Policía Nacional.

Al mejorar los mecanismos de control buscaron proveedores en Bolivia. En el país andino la corrupción es también un serio problema.

Los equipos de comunicación son relativamente fáciles de conseguir. Pedro Juan Caballero es el lugar de donde adquieren estos accesorios.

Pedro Juan también es proveedor de cargadores solares. Los campamentos cuentan con estos equipos para disponer de energía fundamental para la recarga de celulares y baterías de radio.

Fotografías descubiertas en computadoras incautadas por la Policía Nacional permiten ver cómo confeccionan los uniformes y otros enseres. Acceder a tela e insumos requiere dinero en efectivo y todo un sistema logístico para lograr la provisión.

¿De dónde sale el dinero?

El secuestro y la extorsión no son suficientes para mantener un esquema tan costoso como el sostenimiento de un grupo en armas.

En Colombia, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) logran financiamiento a través de un impuesto al narcotráfico, tanto para la protección como para la comercialización en las zonas bajo control de la guerrilla.

La principal fuente de financiamiento de las FARC es el narcotráfico.

En Paraguay, servicios de inteligencia del Estado detectaron indicios de que el EPP también logró acuerdos con narcotraficantes.

El área de desplazamiento del EPP coincide con las principales zonas productoras de marihuana y los aeropuertos donde bajan cocaína.

roque@abc.com.py

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