Entre llantos y risas

Un diario es un mundo especial en el cual suceden cosas buenas y malas, divertidas y sufridas, para reír o llorar. Recordemos algunas anécdotas.

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A finales de los años 70, se creó ABC Revista. Muchas veces incluíamos fotos de chicas lindas en la tapa. El material se imprimía los viernes de madrugada. Un día, al distribuir el ejemplar recién impreso en la redacción, uno de los directivos del diario dijo: “¡No, esta chica de tapa es muy linda pero es una banda!” 45.000 tapas se rompieron y hubo que imprimir de urgencia otra nueva. 

A mediados de los 70, raras veces venía al país el empresario francés Marcel Degrave, tras lo cual subían los precios de combustibles de Repsa. Era un hombre muy discreto, ni por foto se lo conocía. Un día, alguien llamó del Palacio de López informando que Degrave estaba con Stroessner. Se fue corriendo un fotógrafo y, por fin, pudo sacarle varias fotos al concluir la entrevista. Cuando el director pidió las fotos, el jefe de la sección le informó que no había imágenes porque el fotógrafo, en el apuro, se olvidó de cargar el rollo en su cámara. El fotógrafo rajó del diario antes que nadie le diga nada. 

Entre los años 60 y 80, era común que los periodistas recibiesen un “viático” mensual por parte de las instituciones públicas cuyas noticias cubrían. Me designaron para informar sobre la Cámara de Diputados y a fin de mes, el presidente del organismo, Luis María Argaña, me llamó a su despacho y me pasó un sobre con toda naturalidad. Lo abrí, encontré plata y de inmediato lo rechacé e informé a la Dirección del tema. Argaña insistió en que aceptase la “ayuda” o no podría ingresar al recinto parlamentario. Durante tres meses, ABC no publicó una línea sobre Diputados. Después, otro colega cubrió el área...

Los errores también forman parte de la historia. El 11 de setiembre de 1973, el Gral. Pinochet derrocó y mandó asesinar al presidente chileno Salvador Allende. En el patio de la Universidad Católica, al lado de la Catedral, los estudiantes realizamos un mitin de protesta y repudio al golpe militar. Enseguida llegaron el presidente de la seccional 14, Ramón Aquino, y sus secuaces a golpear a los estudiantes y docentes con garrotes y alambres de púa. Al día siguiente, ABC publicó un breve texto titulado “Gresca entre estudiantes”. El autor de la información recibió un fuerte estirón de orejas. 

En nuestra contratapa siempre publicamos una columnita de chistes bajo el nombre de “Lucero del alba”. Cerca de los años 70, se incluyó un chiste universal en el cual dos soldados confesaban que no sabían por qué estaban peleando; al adaptarse localmente, se dijo que eran un soldado paraguayo y otro boliviano. La broma disgustó al Tiranosaurio y el entonces jefe de redacción, Roberto Thompson Molinas, fue obligado a recorrer cuarteles del Chaco durante tres meses. 

Corría el año 1980 y Alcibiades González Delvalle de nuevo estaba en la cárcel, en Tacumbú. Ante la gravedad de la situación, vino desde Buenos Aires Alfredo Carazo, secretario general del Sindicato de Trabajadores de Prensa de América Latina. Quería ver a Alcibiades, pero se imaginaba que eso era imposible pues la dictadura militar de su país no permitía jamás visitas a los presos políticos. Le dije que aquí no habría problemas. Fuimos a Tacumbú, le pasé un quinientón a un mita’i que se encargaba de buscar y llamar a los presos. El recluso vino enseguida, nos sentamos en una salita para visitas y tomamos tereré un rato. ¡En algunas cosas, la dictadura no era muy dura! 

Tras el asesinato del dictador nicaragüense Anastasio Somoza en nuestro país en 1980, la policía realizó un “rastrillaje” casa por casa en busca de los autores del hecho. Los periodistas de ABC fuimos “visitados” por la temible policía política del dictador. Como medida preventiva, en mi casa quemamos todos los libros y periódicos que tuvieran la más mínima relación con ideologías de izquierda, con el castrismo, el comunismo o las guerrillas. Mi biblioteca quedó reducida a novelistas clásicos y revistas sobre modas e historietas de Mafalda. Un comando militar invadió la casa a medianoche, pero ya no encontró nada sospechoso.

Juan Pablo II en Brasil

En julio de 1980, el papa Juan Pablo II realizó una visita apostólica a 13 ciudades del Brasil. Enviado por ABC, formé parte del grupo selecto de periodistas que lo acompañaron en la gira completa. No había celulares, no existía internet, no había cámaras fotográficas digitales. El trabajo consistía en sacar las fotos de los encuentros y salir corriendo al aeropuerto, a buscar azafatas, pilotos o cualquier persona que viajase a Paraguay para pedirle por favor que traiga el rollo de película. Luego, tenías que buscar la compañía telefónica estatal para poder utilizar una máquina de escribir llamada “télex” que trasmitía el texto a la central de Antelco en Asunción que la retrasmitía al diario.

Hundimiento de “Miryan Adela”

En 1978 se hundió en el río Paraguay, cerca de Concepción, el barco carguero y de pasajeros “Miryan Adela”. Un estanciero que presenció el naufragio llamó al diario y me designaron para ir al lugar en un avión “mosquito” (para dos personas). Llegamos al sitio antes que las autoridades de la marina y en una canoa colaboramos como rescatistas improvisados para buscar sobrevivientes. El pequeño bote tropezaba en el agua con cuerpos flotantes que debíamos examinar si estaban todavía vivos o ya habían muerto. Fue una experiencia espantosa. Fallecieron 137 personas y más de 40 sobrevivieron. Volví al diario, entregué las fotos y redacté la crónica, pero varias noches no pude dormir.

ilde@abc.com.py

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