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"Yva" (acento en la "y" griega) quiere decir "mango, cabo, tronco". Por su parte, "para" (acentuado en la última "a") quiere decir "mezclado, moteado, policromo". En el guaraní popular, "yva para" es una artesanía típica de presidiarios. Gracias a él, se mantiene relativamente estable la población carcelaria: periódicamente, una parte de sus miembros es enviada al más allá.
Aclaro que también es fabricado en ciertos lugares del Paraguay, como por ejemplo la compañía "Karakarai", de Maciel, departamento de Caazapá, no muy lejos de mi valle. De allí provienen puñales que pasaron a la historia después de haber sido utilizados en homicidios memorables. Dicho sea de paso, una de estas coloridas piezas del ingenio popular me fue obsequiada por un amigo hace un par de meses.
El "yva para" tiene una connotación de tosco, burdo, pajuerano, medio pelo, "kachiãi". Pero su lógica es superior a la de Aristóteles. Lo atestigua su eficaz empleo para zanjar esas discusiones tan argeles que suele desatar un truco mal cantado.
En el extremo opuesto del "yva para" se asocia con la improvisación y la debilidad intelectual, cualidades que brillan en ciertas franjas asociadas con los más elevados escalones del poder político. Allí conviven sujetos de todos los pelajes imaginables, balbuceando el mismo discurso de "escuela pyhare", con su demagogia de nivel escolar.
Lo único extraño es que esta característica es ensalzada como si fuera un cualidad positiva. Como si navegar en la ignorancia fuese una señal de distinción, una especie de garantía de buena estirpe, un carimbo de animal de raza, un sello de garantía. Suena extraño, pero es así. Se aplaude una interpretación de Roquito Mereles en el taller con más entusiasmo que si se acabara de escuchar un solo de Paganini. En fin, así nos va.
Espero haber aclarado suficientemente lo de "yva para". En cuanto a su empleo como metáfora, me parece de lo más apropiado. ¿Está usted de acuerdo conmigo?
Aclaro que también es fabricado en ciertos lugares del Paraguay, como por ejemplo la compañía "Karakarai", de Maciel, departamento de Caazapá, no muy lejos de mi valle. De allí provienen puñales que pasaron a la historia después de haber sido utilizados en homicidios memorables. Dicho sea de paso, una de estas coloridas piezas del ingenio popular me fue obsequiada por un amigo hace un par de meses.
El "yva para" tiene una connotación de tosco, burdo, pajuerano, medio pelo, "kachiãi". Pero su lógica es superior a la de Aristóteles. Lo atestigua su eficaz empleo para zanjar esas discusiones tan argeles que suele desatar un truco mal cantado.
En el extremo opuesto del "yva para" se asocia con la improvisación y la debilidad intelectual, cualidades que brillan en ciertas franjas asociadas con los más elevados escalones del poder político. Allí conviven sujetos de todos los pelajes imaginables, balbuceando el mismo discurso de "escuela pyhare", con su demagogia de nivel escolar.
Lo único extraño es que esta característica es ensalzada como si fuera un cualidad positiva. Como si navegar en la ignorancia fuese una señal de distinción, una especie de garantía de buena estirpe, un carimbo de animal de raza, un sello de garantía. Suena extraño, pero es así. Se aplaude una interpretación de Roquito Mereles en el taller con más entusiasmo que si se acabara de escuchar un solo de Paganini. En fin, así nos va.
Espero haber aclarado suficientemente lo de "yva para". En cuanto a su empleo como metáfora, me parece de lo más apropiado. ¿Está usted de acuerdo conmigo?