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“Esto es un documento. Es un gran documento que si vos sabés leer, el propio edificio te va diciendo lo que necesitás saber”, asegura el Arq. Carlos Cataldi, principal responsable de la restauración del Palacio de López por la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional de Asunción, al explicar que todo el trabajo de restauración se realiza con base en lo que se encuentra en el lugar.
Se trata –dice– de reproducir y de contextualizar los vestigios encontrados en las paredes, en el piso, en el techo, en todos los detalles, pues el edificio cumple el papel de ser un verdadero “archivo” por su condición de patrimonio histórico. No obstante, aseguró que el patrimonio fue objeto de una minuciosa investigación y búsqueda de otros documentos que den certeza de lo hallado.
También destacó el simbolismo que guarda el edificio donde la constante son algunos números como el 13, que también se encuentran en varios edificios de la época, en palacios europeos como el de Versalles. “En cabalística, numerología o simbología el 13 es un número muy importante”, apuntó al mencionar que el Palacio de López presenta esa cantidad de módulos en la fachada.
“Si analizamos desde el punto de vista de la personalidad de Francisco Solano López concluimos que él se sentía una persona que estaba estructurando un gobierno de cambio, un nuevo gobierno que iba a significar una etapa totalmente nueva que empezaba de cero. Eso es evidente y quedó impregnado en el edificio”, destacó.
Otro número que aparece en forma constante en el Palacio es también el 5 que se ve en la elevación de la fachada. “El cinco que se ve en la ascensión que va de la base hasta los pináculos se puede interpretar como que López llega a considerarse un personaje cúspide, un ser superior, perfecto”, explica.
A criterio de los restauradores, toda esta simbología en la arquitectura cierra al tratarse del Palacio de López y al hablar de la personalidad del Mariscal: “Una persona que se sentía poderosa, omnipotente. Y eso la historia lo demostró en cómo manejó la situación del país”.
Cataldi asegura, también, que el hecho de entrar a intervenir en el Palacio de López implica descubrirlo. “Para nosotros hay cosas que fueron y siguen siendo un descubrimiento. También lo es para mucha gente porque no tenía idea de lo que realmente era este edificio”, destacó.
Incluso, añadió, que cuando se encontraron los dibujos en las paredes se debió cambiar la metodología de trabajo y, en lugar de recurrir al pintado tradicional, debieron llamar a los restauradores para que ellos siguieran el trabajo, no de copiar, sino de contextualizar los hallazgos.
Toda la realidad y los misterios que envuelven al Palacio despiertan aún más el interés de la ciudadanía.
Fotos: Carlos Schatebek
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