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Según estimaciones, el clan Rotela tiene unos 100 miembros distribuidos en las principales cárceles del país. La mayoría de ellos son pasilleros o adictos que protegen a su líder a cambio de dosis de crack.
Armando Javier Rotela, precisamente, está en guerra con el PCC debido a que esta facción también pretende acaparar el codiciado y generoso negocio de tráfico de drogas dentro de las prisiones.
El narco había sido capturado en el Bañado Sur, en el año 2011. Se escapó de la cárcel de Misiones al año siguiente. Fue recapturado en Pirayú, en 2016.
La mayoría de sus colaboradores están sentenciados. Los únicos que quedan libres de su grupo son los niños a los cuales utilizaba para meter drogas a las penitenciarías. Una de ellas, por ejemplo, fue su propia hija de 12 años, quien en 2011 había sido sorprendida cuando intentaba hacerle llegar una piedra de crack oculta en su mochila, entre útiles escolares.
Como Armando Javier Rotela movilizó a sus seguidores de Tacumbú, el primero que sí pudo ser trasladado ayer fue su primo, Óscar Rotela, preso desde 2014.
Óscar Rotela llegó a entrar al penal de Emboscada, pero fue traído de nuevo anoche a Asunción para ser confinado con su primo Armando Javier en la Agrupación Especializada, de manera de evitar que ambos sean atacados por el PCC.