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Las historias de nuestros barrios están condensadas y permanecen imborrables en las entidades sociales y deportivas. La fuerza del progreso y también la migración deprimieron y redujeron al mínimo el esplendor del pasado de esos lugares, rico en anecdotarios y en los nombres de sus principales protagonistas, muchos de ellos héroes anónimos que lideraron sin pretenderlo el desarrollo de sus comunidades.
Hurgando en el club General Genes de Villa Morra, como lo hicimos con el Sportivo Villa Aurelia (Sport Yu’í) en una publicación anterior, con la ayuda del experiodista, exfutbolista y actual magistrado Ángel Daniel Cohene, fue posible conocer la historia de Fidel Trigo, quien fuera defensa y volante del equipo celeste.
En compañía del expresidente Alfonso Rivas, el exjugador de los años cincuenta Silvio Acosta y el conocido Gustavo Bobadilla, exarquero del Olimpia y la selección nacional (“malcriado” en el Genes junto a su laureado hermano el “Rafa-gol”), Trigo relató a ABC aquella aventura que le ocurrió a los 16 años y que lo impulsó, inconscientemente, a buscar su casa y esconderse debajo de la cama de su abuela, espantado por el imprevisto desenlace que tuvo su travesura.
“Eran tiempos gloriosos del General Genes”, comienza diciendo Acosta, volante del club que militó en Primera de 1953 a 1955, junto a jugadores tales como Tornadú, Inocencio González (excampeón de Lima) y Manuel Benítez, uno de los más grandes arqueros de la época, padre del recordado José “Chiquito” Benítez, quien jugó en el Olimpia.
“Fue el club de Marcial Barrios y Benjamín Fernández, que fueron a parar al Olimpia; Modesto Largo, el fenómeno número 10; Andrés Martínez, los hermanos Galarza” y otros, agrega Cohene.
También “pasaron por aquí ‘Pajarillo’ Rodríguez y Lorenzo Jiménez. Carlos Diarte estuvo a punto de firmar con el Genes cuando nos arrebató Olimpia. No tenía cédula. El Ing. Ashwell le llevó a su casa para gestionar sus papeles y llevarlo al Olimpia”, abunda el exdirigente Rivas.
“Lorenzo Jiménez fue el que erró el gol de la clasificación para el Mundial México 70, en el Maracaná, solo frente al arco. Tiró por el arquero en aquel partido memorable en el que el portero de Paraguay fue Raimundo Aguilera. Una especie de Tanque (Juan C.) Ferreyra (ex-Olimpia) ante el Mineiro. (Cristiano) Ronaldo salió el balón de oro y Ferreyra “el Resbalón del año”, bromea Cohene, al recordar el gol que se perdió Ferreyra en la final de la Copa Libertadores 2013 y compararlo con lo que le ocurrió a Jiménez.
“Villa Morra, Recoleta, Villa Aurelia, Herrera, era una zona de familias nuevas, gente joven, trabajadora. Los vecinos se organizaban para desarrollar los clubes”, relata Rivas.
Pero Trigo estaba ahí para contar su odisea.
“Era un sábado ka’aru (de tarde). Yo tenía 16 años. Jugaba en Cuarta. El que hacía vuelos rasantes era Alfredo Lird, piloto civil, vecino nuestro. Siempre pasaba cada vez que había partido (había una aviación civil en De la Victoria y Eusebio Ayala). Era el descanso (entretiempo) y nuestro entrenador nos estaba dando una charla técnica. No se escuchaba del avión...”, recuerda Trigo.
Ahí interviene Rivas para decir que “el técnico de las inferiores del Genes era José Orrego, abuelo de Gustavo y Rafael Bobadilla (viven a media cuadra). Lird llegó a ser presidente. Era un fanático de nuestro club. Hacía sus primeros vuelos como piloto civil. Con los vuelos rasantes incentivaba al público a alentar. A veces arrojaba pelotas. Era el delirio cuando pasaba”.
–¿Y cómo fue?
–(Trigo) Los jugadores estábamos sentados debajo de aquel árbol (apunta con el dedo índice) y el técnico se quejaba del ruido. “Qué hincha es este Chirulo”, decía. Entonces, yo le dije: “Eha’ãrõ taipohãno ñandéve profe” (le voy a dar su medicina), le dije y salí al medio del campo y le metí un pelotazo arriba. La pelota justo dio entre la hélice y la tapa del motor. Se rompió la hélice. La tapa de motor se cayó cerca del arco. Enseguida el avión se fue a pique hacia la avenida España.
Erró un árbol grande en su camino (“Ojavy”).
–¿Cómo era el avión?
–(Alfonso Rivas) Era un monomotor, tipo Cessna.
–¿Y qué pasó?
–(Trigo) El avión se fue a parar cerca de la casa del “peluquero Vera”, donde había cualquier cantidad de plantas de jukeri (arbusto espinoso). Erró un cocotero (en su desplazamiento). Le agarró la punta a una de las alas.
–(Rivas) Cayó a dos o tres metros de la casa de Vera, sobre el jukeri. La rueda quedó suspendida a 30 centímetros del suelo.
–¿Y el ocupante?
–(Rivas) Eran dos. Estaba Lird y su copiloto.
–(Trigo) Se salvaron milagrosamente por suerte. Me dijeron que el copiloto fue quien más se asustó, y yo (se ríe).
–¿Qué hizo usted?
–(Trigo) Cuando vi que el avión se caía me fui corriendo a mi casa (ríen todos).
–(Rivas) Se fue y se metió debajo de la cama de ña Josefa.
–¿Quién era?
–(Trigo) Mi abuela. Vivíamos enfrente.
–¿Había mucho público?
–(Trigo) Había mucha gente en el partido. Estaba por comenzar el segundo tiempo. En desbandada todo el mundo se fue a buscar el avión. Hasta los árbitros se fueron. Yo tiré nomás la pelota arriba y justo le pegó en la hélice. Cayó su tapa motor. (Miguel) Galarza era el arquero y él corrió también.
–¿Ha opa la partido pio?
–(Rivas) No. Después, cuando se auxilió a los aviadores volvieron todos y continuó el partido.
–¿Y Trigo?
–(Rivas) Trigo ya no vino más. Se quedó en su casa.
–¿Qué pasó con el piloto y su copiloto?
–(Rivas) Nada. Se les auxilió y vinieron. Se fueron a la casa de Trigo con la intención de tranquilizarle. Se quedó medio traumatizado. Ahí salió Ña Josefa con su escoba, preparada para arremeter contra cualquiera que se animara a entrar. Pensó que le iban a llevar preso a Trigo.
–¿Y volvió Trigo?
–(Rivas) Volvió y le ganamos a Hayes.
–(Acosta) Este “Chirulo” (por Alfredo Lird) tuvo una muerte muy dulce. Tomó su camioneta. Dio vuelta Mariscal López, a la altura de Malutín y la plaza Naciones Unidas. Se le paró el motor. Empujó para encostar. Estacionó bien y ahí se quedó (murió de un paro). Era un buen señor.
–¿Había “barras bravas” en esa época?
–(Rivas) Había, pero después del partido se terminaba todo, no como ahora que después de terminar el partido comienzan las tragedias fuera de la cancha. Una vez, un jugador del General Genes le denunció al responsable del Sportivo Villa Aurelia por agresión cuando jugamos un partido en cancha del Independiente de Campo Grande. Al terminar, todos fueron a parar a la Comisaría 10ª. Había como 60 personas, entre jugadores, dirigentes y seguidores, haciendo causa común con el denunciado. El dirigente de Villa Aurelia fue a cargarle a nuestro jugador y el otro reaccionó. No era nada. Al enterarme, yo fui a la comisaría en representación del Genes y le pedí al comisario que liberara a todos. No había ninguna razón para apresarle a nadie. Fue cuando Cohene, que era jugador del Villa Aurelia, dijo: “Ndaha’éi la imboretereíva ra’e don Rivas...” (risas).
–¿Los torneos eran entre los clubes de las cercanías?
–(Trigo) Sí. Había muchos clubes en esta zona. A veces nos íbamos a pie a jugar. Otras veces en un “Leforé” (Ford) de la Guerra del Chaco que manejaba “Don Siaca”.
–(Rivas) Además del Genes, estaba el Villa Aurelia, Recoleta, el 12 de Octubre de Villa Aurelia, Independiente de Campo Grande, Cerro Corá, General Caballero de Zeballos Cue, que ya estaban más retirados; el 12 de Octubre de Santo Domingo, el Sportivo Ameliano, cerca del manicomio; el Valois Rivarola. A todas las canchas se podía ir a pie si no había transporte.
–¿Con qué tipo de pelota echó el avión?
–(Trigo) Era una de esas pelotas brasileras de color medio anaranjado.
–¿Era muy pesada?
–(Trigo) No era tanto. Otra era esa pelota que recabeceá ha nde syva joka haguáicha (al cabecear, parecía que te iba a romper la cabeza).