Egipto en crisis: ¿debe temerse por la seguridad y la economía mundial?

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Tras la crisis y con un eventual cambio de gobierno, Egipto se mantendrá en el corto plazo cerca de EE.UU. e Israel, pero a la larga habrá un alejamiento. Los efectos económicos a nivel mundial son más difíciles de vaticinar. Estos y otros juicios aportan cuatro especialistas del Real Instituto Elcano de España.

A medida que la crisis política de Egipto se ha ido agravando con las semanas y los días, también han ido surgiendo y multiplicándose a nivel internacional múltiples incógnitas de lo que puede significar un fenómeno de esta magnitud en un mundo tan globalizado y disputado.   

Algunas de esas preguntas han sido tomadas y respondidas por expertos en temas árabes del prestigioso Real Instituto Elcano de España, cuyas respuestas reproducimos parcialmente para ofrecer elementos valederos para una mayor claridad a los lectores y mejores posibilidades de análisis.   

–¿Cambiarán las relaciones de Egipto con Israel y EE.UU.? (Respuesta del investigador Félix Arteaga)   

–Cualquier futuro Gobierno egipcio tendrá que dar más prioridad a solucionar los graves problemas estructurales del país que a solucionar los de sus vecinos, con lo que la estabilidad regional no podrá seguir contando con uno de sus más valiosos colaboradores. A corto plazo, parece previsible que se mantenga la asociación estratégica con Estados Unidos e Israel, pero a mayor plazo parece lógico esperar un progresivo distanciamiento estratégico. Al principio, las Fuerzas Armadas serán las principales veladoras de la continuidad estratégica, pero a medida que progrese la transición disminuirá su capacidad de influir en las relaciones estratégicas del país.   

–¿Cuál es el papel de las fuerzas de seguridad egipcias en la salida de la crisis?   

–La unidad de las fuerzas de seguridad y defensa egipcias y su decisión de no usar la fuerza contra los manifestantes coadyuvan a mantener la situación bajo control en la medida que no se prevén luchas internas en su seno. No obstante, la prolongación de las protestas podría fragmentar la unidad anterior y reproducirse en el seno de las fuerzas armadas y seguridad las mismas fracturas que en la sociedad civil (...). Las fuerzas policiales y militares cuentan con personal no profesional de reclutamiento obligatorio o voluntario, lo que hace difícil su empleo contra la población civil. La lealtad de las Fuerzas Armadas no es de tipo personal sino institucional: apoyan más al Estado y al orden más que al presidente Mubarak, por lo que no es previsible que se opongan a cambios políticos salvo que crean que con ellos peligra su propio estatus. Además, los militares egipcios mantienen fuertes relaciones de cooperación con las fuerzas armadas de otros países, en particular con las de Estados Unidos, cuya ayuda militar anual ronda el billón de euros (...).   

–¿Qué efectos económicos internacionales tendría  la crisis egipcia y, concretamente, en el sector energético? (responde el investigador Federico Steinberg).   

–Las implicaciones económicas internacionales de la crisis egipcia son difíciles de anticipar. Más allá de que mientras prosiga la inestabilidad política la economía egipcia sufrirá un continuado deterioro y que el sector turístico se verá paralizado (lo que favorecerá a otros destinos en el Mediterráneo), el principal impacto adverso sobre la economía mundial podría venir a través del canal energético.   

Egipto no es un productor demasiado destacado de hidrocarburos y prácticamente no exporta petróleo, aunque sí gas natural en forma de Gas Natural Licuado. Sin embargo, históricamente la inestabilidad política en Oriente Medio ha llevado a un crecimiento de los precios del petróleo, que se ha traducido en recesiones globales. Sucedió así en las crisis del petróleo de 1973 y 1979, y, en menor medida, en la recesión de principios de los años noventa, que vino precedida por la primera guerra de Irak.   

La actual  crisis  podría contribuir a una nueva escalada del precio del petróleo, que ya está  por encima de los  US$ 100, al menos por dos canales. Primero, a través de  una continuada inestabilidad política, que podría traducirse en contagio hacia otros países de la región que incremente el riesgo geopolítico e incentive la acumulación de reservas (estratégicas y especulativas) en los países consumidores. Segundo, porque las revueltas terminen generando problemas en el suministro  global a través de problemas de transporte tanto en el Canal de Suez (Egipto) como en los Estrechos de Bab el-Mandeb (Yemen) y Ormuz (Irán).   

Si la estabilidad regresa pronto a las calles en Egipto y si no se producen revueltas similares, especialmente en los países de Oriente Medio, este escenario de precios al alza no debería materializarse. Pero si no es así, el incremento en el precio del crudo podría generar aumentos de inflación que obligarán a los bancos centrales a elevar los tipos de interés, lo que podría llevar a truncar la débil recuperación económica de los países avanzados, sobre todo en la periferia de la zona euro, en el Reino Unido y en Estados Unidos.
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