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Una mirada humana sobre el político Eligio Ayala, el hombre que se jugó por el amor de una mujer, y pocos lo saben.
"A consecuencia de una herida recibida en un incidente de carácter privado, falleció ayer a las 2.25 p.m. el Dr. Eligio Ayala" decían los diarios de Asunción en su edición del 25 de octubre de 1930.
Enorme tristeza en el adiós a uno de los más eficientes ministros de Hacienda y Presidente de la Nación que hasta ese momento vislumbraba el siglo XX.
En su investigación Ana Barreto describe a Eligio Ayala como "un hombre lleno de aristas ásperas, temido hasta por los radicales de su propio partido, enérgico y de pocos amigos".
Eligio Ayala fue presidente del Paraguay desde 1923 hasta 1928. Estudioso del Derecho, hablaba cuatro idiomas, se formó en Europa y era un practicante del humanismo, demostró toda su vida una concordancia entre obras y discurso.
"Siempre se impuso a las más diversas críticas con hechos: la honestidad en la administración pública y el desinterés que mostraba de inmiscuirse en las rencillas políticas cocinadas por debajo. Y es que el breve, como lo llamaban, había sido presidente del Centro de Estudiantes y con un largo aprendizaje en Europa y Argentina, salvó al país de una bancarrota económica en ciernes cuando le cupo ser ministro y presidente, defendiendo los intereses del Paraguay con respecto a las deudas contraídas luego de la Guerra Grande, experimentando un crecimiento en la producción, exportación y fuentes de trabajo.
Fue uno de los ideólogos al poblar el Chaco con colonias de menonitas, cuando la situación con Bolivia ya empezaba a estar caldeada".
Su única deuda
El Dr. Eligio tenía la chequera muy clara, excepto en el amor. Aunque no se le conocían mujeres, mantenía una relación amorosa con una mujer llamada Hilda Díez desde hacía unos buenos años, aunque no vivían ni se mostraban juntos en público. El ministro vivía en su casa de la calle Wilson y Estados Unidos (que pasó luego a llamarse Eligio Ayala) y ella vivía en la calle Manuel Pérez y Samuhú Peré (hoy Juan de Salazar y Boquerón). Se veían tres veces por semana de 13:00 a 15:00 en casa de él, y como tenía problemas digestivos, ella le preparaba todos los días una comida especial que se lo hacía llegar en una viandita".
Un cuadro muy familiar...
Sin embargo, esta relación aparentemente estable de concubina-amante de Hilda con Eligio, cambió cuando entró un tercero: Tomás Bareiro, quien era el respetable girador del Banco Agrícola. No había sido presidente de la Cámara de Diputados a los 30 años, ni había estado 8 años en Europa, no le gustaba jugar tenis los fines de semana ni practicar tiro en el Bañado Sur.
¿Cuál era la ventaja frente al brillante Eligio?
Hizo lo que Ayala no hizo: proponerle matrimonio a Hilda. Es así que la relación prosperó y aunque al principio fue escondida y tal vez un triángulo amoroso, se cree que Bareiro le habría comunicado al ministro sus intenciones de casarse con Hilda y que su amor era correspondido. Aunque la mujer se mantuvo distante de Ayala y ya no hacía las visitas a la casa de la calle Wilson, mandaba todos los días la comida preferida en la vianda.
Quizá Hilda fue poco clara en su decisión.
Habrá pensado Eligio que la relación no estaba acabada del todo. La noche del jueves 23, a las 08:00 de la noche, resolvió salir de su casa caminando no tenía vehículo hasta la casa de ella. Nada hubiera sido tan tremendo pero fue armado.
¿Lo habrá premeditado?
Según dijo con posteridad el senador Bibolini, Ayala le había dicho a la mañana en su despacho que por la noche, "tenía que arreglar una porquería".
Amor ingobernable, traición, celos?
No se sabe con certeza quién disparó primero: Tomás Bareiro, quien estaba en pijamas y cenando con Hilda, cayó muerto en una de las habitaciones, y Eligio Ayala, quien acusó tres disparos, salió caminando tambaleante del lugar. Recorrió dos cuadras y al llegar al Belvedere tomó un taxi, o coche de placa blanca como le decían en la época, y se dirigió a la casa de su amigo el médico Cayetano Masi, quien al verlo ensangrentado lo derivó rápidamente al Sanatorio Masi Escobar, en la calle 14 de Mayo, donde inmediatamente se les convocó a los mejores cirujanos de Asunción para salvarle la vida. No había caso, tenía el hígado y los intestinos perforados, se le practicaron transfusiones sanguíneas y se lo mantuvo a fuerza de oxígeno. El hombre de casi 50 años que doliente había dicho: "Estoy librando una batalla terrible". Falleció el viernes 24 a la siesta.
¿Qué pasó con Hilda?
Un mes después la enviaron al Buen Pastor; fue la única testigo de dos muertes. Un dato: el revólver con que mataron a Ayala fue un Colt con martillo recortado, el mismo que él le regaló a ella para que lo tuviera en su casa como arma de defensa.
Discreción histórica
"Aunque para nuestra época suene extraño decir, los medios optaron por no hurgar en la vida privada de Ayala así como en los sucesos de la noche del jueves. Solo el diario satírico Crítica, que se manifestaba contrario a la política ejercida por los liberales radicales, pasó a ser vocero de los detalles. Y porque fue reprochado por falta de ética, luego de unos días también se llamó a silencio. El fatal desenlace amoroso de Eligio Ayala solo pasó a comentarse en voz baja y en pasillos o reuniones sociales", relata Ana Barreto en medio de la entrevista.
¿Qué logramos desentrañando detalles personales de personalidades políticas?
Desde la historia me pregunto si tiene algún valor la vida privada de los personajes públicos, tanto vivos como muertos; si ello influye en el desempeño de sus funciones, y si aporta algo a la comprensión de su ser y obrar. ¿Está bien conocer y divulgar? Viendo al presidente Lugo tener que dar casi a diario parte sobre su salud, la publicidad de sus relaciones sentimentales con mujeres y la paternidad de hijos no reconocidos, hizo que indefectiblemente en este mes me acuerde de un presidente que se jugó por la mujer que amó.
Lo concreto es que el presidente Eligio Ayala estaba enamorado de una mujer que había sido su mucama, una "pelada" en 1930. Como la relación nunca se formalizó, Hilda lo abandonó para casarse con otro y así surgió todo este conflicto que acabó con el magnicidio de uno de los presidentes más ilustrados que tuvo la República del Paraguay.
Enorme tristeza en el adiós a uno de los más eficientes ministros de Hacienda y Presidente de la Nación que hasta ese momento vislumbraba el siglo XX.
En su investigación Ana Barreto describe a Eligio Ayala como "un hombre lleno de aristas ásperas, temido hasta por los radicales de su propio partido, enérgico y de pocos amigos".
Eligio Ayala fue presidente del Paraguay desde 1923 hasta 1928. Estudioso del Derecho, hablaba cuatro idiomas, se formó en Europa y era un practicante del humanismo, demostró toda su vida una concordancia entre obras y discurso.
"Siempre se impuso a las más diversas críticas con hechos: la honestidad en la administración pública y el desinterés que mostraba de inmiscuirse en las rencillas políticas cocinadas por debajo. Y es que el breve, como lo llamaban, había sido presidente del Centro de Estudiantes y con un largo aprendizaje en Europa y Argentina, salvó al país de una bancarrota económica en ciernes cuando le cupo ser ministro y presidente, defendiendo los intereses del Paraguay con respecto a las deudas contraídas luego de la Guerra Grande, experimentando un crecimiento en la producción, exportación y fuentes de trabajo.
Fue uno de los ideólogos al poblar el Chaco con colonias de menonitas, cuando la situación con Bolivia ya empezaba a estar caldeada".
Su única deuda
El Dr. Eligio tenía la chequera muy clara, excepto en el amor. Aunque no se le conocían mujeres, mantenía una relación amorosa con una mujer llamada Hilda Díez desde hacía unos buenos años, aunque no vivían ni se mostraban juntos en público. El ministro vivía en su casa de la calle Wilson y Estados Unidos (que pasó luego a llamarse Eligio Ayala) y ella vivía en la calle Manuel Pérez y Samuhú Peré (hoy Juan de Salazar y Boquerón). Se veían tres veces por semana de 13:00 a 15:00 en casa de él, y como tenía problemas digestivos, ella le preparaba todos los días una comida especial que se lo hacía llegar en una viandita".
Un cuadro muy familiar...
Sin embargo, esta relación aparentemente estable de concubina-amante de Hilda con Eligio, cambió cuando entró un tercero: Tomás Bareiro, quien era el respetable girador del Banco Agrícola. No había sido presidente de la Cámara de Diputados a los 30 años, ni había estado 8 años en Europa, no le gustaba jugar tenis los fines de semana ni practicar tiro en el Bañado Sur.
¿Cuál era la ventaja frente al brillante Eligio?
Hizo lo que Ayala no hizo: proponerle matrimonio a Hilda. Es así que la relación prosperó y aunque al principio fue escondida y tal vez un triángulo amoroso, se cree que Bareiro le habría comunicado al ministro sus intenciones de casarse con Hilda y que su amor era correspondido. Aunque la mujer se mantuvo distante de Ayala y ya no hacía las visitas a la casa de la calle Wilson, mandaba todos los días la comida preferida en la vianda.
Quizá Hilda fue poco clara en su decisión.
Habrá pensado Eligio que la relación no estaba acabada del todo. La noche del jueves 23, a las 08:00 de la noche, resolvió salir de su casa caminando no tenía vehículo hasta la casa de ella. Nada hubiera sido tan tremendo pero fue armado.
¿Lo habrá premeditado?
Según dijo con posteridad el senador Bibolini, Ayala le había dicho a la mañana en su despacho que por la noche, "tenía que arreglar una porquería".
Amor ingobernable, traición, celos?
No se sabe con certeza quién disparó primero: Tomás Bareiro, quien estaba en pijamas y cenando con Hilda, cayó muerto en una de las habitaciones, y Eligio Ayala, quien acusó tres disparos, salió caminando tambaleante del lugar. Recorrió dos cuadras y al llegar al Belvedere tomó un taxi, o coche de placa blanca como le decían en la época, y se dirigió a la casa de su amigo el médico Cayetano Masi, quien al verlo ensangrentado lo derivó rápidamente al Sanatorio Masi Escobar, en la calle 14 de Mayo, donde inmediatamente se les convocó a los mejores cirujanos de Asunción para salvarle la vida. No había caso, tenía el hígado y los intestinos perforados, se le practicaron transfusiones sanguíneas y se lo mantuvo a fuerza de oxígeno. El hombre de casi 50 años que doliente había dicho: "Estoy librando una batalla terrible". Falleció el viernes 24 a la siesta.
¿Qué pasó con Hilda?
Un mes después la enviaron al Buen Pastor; fue la única testigo de dos muertes. Un dato: el revólver con que mataron a Ayala fue un Colt con martillo recortado, el mismo que él le regaló a ella para que lo tuviera en su casa como arma de defensa.
Discreción histórica
"Aunque para nuestra época suene extraño decir, los medios optaron por no hurgar en la vida privada de Ayala así como en los sucesos de la noche del jueves. Solo el diario satírico Crítica, que se manifestaba contrario a la política ejercida por los liberales radicales, pasó a ser vocero de los detalles. Y porque fue reprochado por falta de ética, luego de unos días también se llamó a silencio. El fatal desenlace amoroso de Eligio Ayala solo pasó a comentarse en voz baja y en pasillos o reuniones sociales", relata Ana Barreto en medio de la entrevista.
¿Qué logramos desentrañando detalles personales de personalidades políticas?
Desde la historia me pregunto si tiene algún valor la vida privada de los personajes públicos, tanto vivos como muertos; si ello influye en el desempeño de sus funciones, y si aporta algo a la comprensión de su ser y obrar. ¿Está bien conocer y divulgar? Viendo al presidente Lugo tener que dar casi a diario parte sobre su salud, la publicidad de sus relaciones sentimentales con mujeres y la paternidad de hijos no reconocidos, hizo que indefectiblemente en este mes me acuerde de un presidente que se jugó por la mujer que amó.
Lo concreto es que el presidente Eligio Ayala estaba enamorado de una mujer que había sido su mucama, una "pelada" en 1930. Como la relación nunca se formalizó, Hilda lo abandonó para casarse con otro y así surgió todo este conflicto que acabó con el magnicidio de uno de los presidentes más ilustrados que tuvo la República del Paraguay.