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Explicó que la planta de Teniente Irala solo podrá ser aprovechada como depósito, debido a que producen agua con alto contenido de sal.
“Tiene niveles de sal que hacen que por el momento sea inoperable en un 80%. El agua que produce no es apta para consumir”, refirió.
Aclaró que “nada es imposible” y que el lugar podría funcionar, pero se requieren inversiones millonarias nuevamente. “Es factible, pero no es rentable, digamos”, sostuvo.
De esta manera, la mejor utilidad que se podrá darle al lugar sería almacenar agua del futuro acueducto para su redistribución, según adelantó.
Respecto a la desalinizadora de Villa Choferes, indicó que su destino aún es incierto, ya que se aguarda un análisis del nivel de sal en el lugar.
Comentó que en el transcurso de esta semana, el Instituto de Tecnología y Normalización (INTN) remitirá un informe sobre la calidad del agua producida en la instalación.
Rafael Valdez evitó referirse a las desalinizadoras como una estafa, ya que –según explicó– desea tener a mano el estudio del nivel de sal de la planta de Villa Choferes.
Señaló, sin embargo, que al menos hubo negligencia o mala gestión de Camilo Soares, entonces ministro de la SEN, debido a que no se contempló el alto nivel de sal de los lugares elegidos para las instalaciones.
“Se debió haber hecho un estudio previo. Evidentemente, eso no se hizo, o si se hizo tuvo poco rigor”, refirió.
Explicó que no hacía falta una gran inversión para constatar que los niveles de sal para una desalinizadora en Teniente Irala son inaceptables. Las dos plantas desalinizadoras fueron construidas entre el 2009 y el 2010.
Para las obras, se destinaron aproximadamente tres millones de dólares.