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Galli explicó a los funcionarios de Migraciones que el retorno era urgente, ya que había fallecido un familiar, pero de nada sirvió. “Apelé a que reconsideren el caso, al buen juicio, sentido común y buena voluntad. De igual modo se negaron categóricamente a darnos el ingreso a la Argentina, nos expulsaron del lugar rompiendo las boletas de entrada y amenazándonos con usar la fuerza pública”.
Ante esa situación embarcaron a su hijo de nuevo a Montevideo a casa de un familiar y de ahí, días después, retornó a Paraguay vía aérea, con la misma cédula y sin inconvenientes.
Criticó que discursos político-diplomáticos contrastan con acciones individuales de ciertos resentidos uniformados que perjudican o amedrentan a cientos de paraguayos “como si fuéramos criminales, contrabandistas o terroristas”. El hecho denunció ante la Cancillería paraguaya.