Criminales detonaron cuatro bombas

Los sucesivos ataques del EPP en la estancia “Lagunita” de Tacuatí, que derivaron en el asesinato de cinco trabajadores, fueron promovidos por una estrategia muy acostumbrada de los secuestradores, que provocan una tragedia para que policías acudan al auxilio de civiles y luego también emboscarlos.

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Esta misma trampa fue empleada por el EPP, por ejemplo, en setiembre del año pasado, cuando fue asesinado el suboficial Víctor Acosta, en Azote’y, al igual que el ataque en el que murió el suboficial Domingo Melgarejo, en Cuero Fresco, y la muerte del suboficial Cirilo Díaz, en Paso Tuyá.

En todos los casos, los criminales colocaron artefactos explosivos detonados manualmente y a presión, por un operador que se esconde entre las malezas y que cuenta con la cobertura de fusileros.

En este último golpe del EPP en la estancia “Lagunita”, una patrullera que trasladaba a un policía herido fue atacado precisamente desde un costado de la Ruta III con al menos cuatro bombas que fueron detonadas consecutivamente mientras pasaba por el lugar el móvil policial.

Afortunadamente, un camión de gran porte que circulaba por la carretera evitó que todas las esquirlas impactaran contra el rodado en que viajaban varios uniformados. Esta usual técnica que adoptaron los maleantes debe ser minuciosamente cuidada por las fuerzas especiales, que siguen expuestas a caer en la trampa del EPP, de generar un suceso para desencadenar otro evento mayor.

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