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En ese sentido, señaló que las señales están claramente descritas en los evangelios, tales como la aparición de falsos profetas, las guerras, revoluciones, grandes terremotos, pestes, hambre y persecuciones.
El obispo sostuvo que “los paraguayos podríamos agregarle las corrupciones de todo tipo, los robos, los asaltos, las muertes violentas. Además del narcotráfico que cada vez está más intenso, así como la pobreza generalizada en algunas zonas del país, que generan una gran cantidad de desfavorecidos”.
Al respecto expresó que por el estado en que vivimos cualquiera podría pensar que ya estamos muy cerca del fin del mundo. Mons. Giménez dijo que toda esta grave problemática genera el terror de los pueblos.
Al respecto el prelado instó a no perder la esperanza por más difíciles que sean los tiempos y no deprimirse a pesar de las noticias que uno escucha, ve y lee sobre la corrupción que muchas veces nos afecta profundamente.
Mons. Giménez sostuvo que estos problemas más bien deberían llamarnos a una reflexión para cambiar y tener una conducta digna. Para ello exhortó a volver a la tradición de orar en familia, para que los niños crezcan dentro de esa atmósfera de fe, esperanza y amor.
En otro momento valoró la solidaridad del pueblo paraguayo para organizaciones como Teletón; los jóvenes de Un Techo para mi país; A todo pulmón. “Son signos de que no todo está perdido. Anímense y levanten la cabeza”, dijo.