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El 1 de enero de 1869, los ejércitos aliados tomaron la capital paraguaya y se establecieron como fuerza de ocupación. Entre la oficialidad brasileña y argentina se encontraban numerosos iniciados en la masonería, fraternidad de luchadores por el republicanismo, la democracia, la instrucción pública, el conocimiento y la convivencia según reglas de juegos civilizadas.
Sin embargo, en el Paraguay, noticias ciertas de la presencia de la masonería datan de los años iniciales del gobierno de don Carlos Antonio López, cuando en 1845 funcionaba –en la clandestinidad– la logia Pitágoras, dirigida por el venerable Enrico Tuba, masón de origen italiano.
La masonería en el Paraguay: Hace 149 años se instaló oficialmente la primera logia masónica en nuestro país. Se llamó Fe y Trabajó bajo el Rito Escocés Antiguo y Aceptado, con los auspicios del Gran Oriente del Brasil.
El 1 de junio de 1871 se estableció el Supremo Consejo para la República del Paraguay de la masonería del Rito Escocés Antiguo y Aceptado. Cuando en 1876, luego de varios años de presencia en el país, las fuerzas invasoras se retiraron, las logias masónicas –y, por ende, el Supremo Consejo y Gran Oriente del Paraguay– quedaron desarticuladas. Recién en 1896 se restableció el Supremo Consejo del Grado 33 de la masonería paraguaya del Rito Escocés Antiguo y Aceptado.
El 6 de junio de 1887, hoy hace 131 años, bajo los auspicios del Gran Oriente y el Supremo Consejo del Grado 33 del Uruguay se fundó en Asunción la más antigua logia en funcionamiento de nuestro país: Aurora Nº 1 del Paraguay. Su primer venerable maestro fue el ministro plenipotenciario uruguayo Dionisio Ramos Montero.
Posteriormente se fundaron numerosas más, varias de ellas de efímera existencia.
Actualmente, no solo en Asunción existen logias masónicas. También las hay en varias ciudades más, como San Lorenzo, Ñemby, Capiatá, Mariano Roque Alonso, Itauguá, Encarnación; Pedro Juan Caballero, Ciudad del Este, Concepción.
En las últimas décadas la fraternidad masónica conoció de traumáticas divisiones, llegando a funcionar varios orientes –regulares e irregulares– e, inclusive, actualmente se tiene un rito nacional de la fraternidad, con carta patente concedida por la masonería mexicana.