No quieren a Dioxitek

La Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) de Argentina hizo intentos de reubicar la planta de Dioxitek en las localidades de Despeñaderos y Río Tercero, ambas en Córdoba; San Rafael, en Mendoza, y en La Rioja. Todos la rechazaron.

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En 2013 comienza a hablarse de Formosa y en marzo de 2014 se conoce la anuencia del gobierno de la provincia vecina de instalarla cerca del río, en la frontera con Paraguay.

Dioxitek es una fábrica procesadora de uranio ubicada en un barrio de la ciudad de Córdoba que fue clausurada definitivamente el 10 de noviembre último por la Municipalidad local, en virtud de la ordenanza 8133, sobre “Uso de suelo”, por considerar que se encuadra dentro de las actividades “peligrosas” que, “por su tipo, tecnología, procesos y/o escalas o magnitudes, producen situaciones de riesgo o inseguridad inminente sobre el entorno por explosiones, combustibilidad, inflamabilidad o toxicidad”.

Dioxitek produce dióxido de uranio, que es la materia base del combustible radiactivo que usan las centrales nucleares, además de otros subproductos de tecnología de irradiación, tales como fuentes selladas de radioisótopos para uso médico e industrial.

Sus orígenes se remontan a principios de los años cincuenta, pero funcionó como tal desde 1982, primero con el nombre de Complejo Fabril Córdoba y, desde 1997, con el actual nombre de Dioxitek.

La Municipalidad de la capital cordobesa viene reclamando su traslado ya desde 1994, y en 2012 le dio un plazo de un año y medio para el cese de sus actividades dentro de ejido urbano.

Al cumplirse el tiempo acordado, se le volvió a otorgar una prórroga de seis meses a pedido de la CNEA, que se venció en noviembre y probablemente se habría vuelto a extender si no fuera por una explosión en una fábrica química en el mismo barrio, que mató a una persona, hirió a otras 66 y sensibilizó a toda la población.

Según dijo el intendente, Ramón Javier Mestre, y ratificó a este enviado especial el secretario de Control y Fiscalización, José Fernández, la clausura es irreversible, por más que la reubicación de la fábrica, que ni siquiera comenzó, demandaría unos dos años en el mejor de los casos.

Algunos han calificado la medida como un puñal al corazón del programa nuclear argentino y han vaticinado serios problemas en la operación de las tres centrales nucleares argentinas y en la provisión de radioisótopos. Otros afirman que estas no son más que alarmas deliberadamente falsas de sectores interesados.

Una de las principales razones, si no la principal, por las cuales se ha demorado tanto el traslado de Dioxitek es que no encontraban a dónde llevarla, ya que fue rechazada por la población y las autoridades de todos los posibles sitios de emplazamiento que consideraron.

Primero se la quiso reubicar cerca de la localidad de Despeñaderos, en el departamento de Santa María de la provincia de Córdoba, una importante zona agrícola donde los productores hicieron un “tractorazo” para oponerse férreamente a la instalación de la fábrica en las inmediaciones.

Luego pensaron en mudarla a Río Tercero, también en Córdoba, cerca de la central nuclear de Embalse, pero el proyecto también fracasó por oposición de los pobladores, que no se olvidan de la tremenda explosión de la fábrica de armamentos militares en noviembre de 1995.

Posteriormente se consideró Mendoza, en la zona de Sierra Pintada en San Rafael, donde antes funcionaban las minas de uranio que abastecían a Dioxitek y que se cerraron por presión de los productores locales de vinos y exportadores de frutas secas, preocupados por la imagen de su actividad productiva, mucho más importante en términos económicos y de empleo que la explotación minera. Aquí tampoco prosperó, y eso que el gobierno de Mendoza es dueño del 1% de la empresa (el otro 99% es de la CNEA).

El siguiente intento fue la ciudad de La Rioja, pero el Consejo Deliberante rechazó la propuesta por su ordenanza 4930, que prohíbe “a lo largo y ancho del ejido municipal toda planta de enriquecimiento o procesamiento de uranio, plutonio o cualquier otra sustancia radiactiva”.

Hasta que Julio de Vido, el poderoso ministro de Planificación de la era Kirchner, tentó al gobernador Gildo Insfrán con “crear un polo tecnológico e industrial” en Formosa e incluir a su provincia en un supuesto plan de inversión de 31.500 millones de dólares en el programa nuclear en los próximos diez años.

En Formosa también había un impedimento legal para la instalación de Dioxitek. La ley provincial 815 establecía textualmente: “Prohíbase en todo el territorio de la Provincia la radicación de todo tipo de industrias cuyos procesos generen residuos químicos o nucleares, calificados como muy técnicos y peligrosos, que afecten el normal desarrollo humano y del medio ambiente”.

Sin embargo, Gildo Insfrán, que gobierna hace casi veinte años y controla todos los resortes del poder en la provincia, hizo derogar subrepticiamente esa disposición con la ley de Presupuesto 2014, aunque algunos alegan que lo hizo ya después de aprobado el estudio de impacto ambiental de Dioxitek, una cuestión que tendrán que resolver los propios formoseños.

El lugar elegido para el emplazamiento está en las afueras de Formosa capital, en un sitio conocido como barrio Namqom, habitado por indígenas de esa parcialidad, cerca del río Paraguay. Las poblaciones paraguayas más cercanas son Alberdi, a unos 20 kilómetros, y Pilar, a 90.

Hay quienes sostienen que Dioxitek es una simple planta química, en cuyo caso Argentina no estaría obligada a dar explicaciones. Sin embargo, las propias autoridades regulatorias argentinas la consideran una instalación nuclear, por lo que Paraguay debe prestar su conformidad, según las normas internacionales.

arivarola@abc.com.py

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