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Blas Llano, presidente del Directorio liberal, presidió la convención, tal como lo establece el estatuto para las extraordinarias y fueron designados secretarios Humberto Blasco, Antonio Salín Buzarquis y Sonia Medina.
Desde el inicio, las batucadas marcaron el ritmo de la asamblea. El ruido ensordecedor era propio de un apasionante torneo deportivo y no de una reunión general de un partido donde se precisaba de algún razonamiento mínimo para analizar temas institucionales.
Los grupos de batucadas tenían sus promotores. Estaban los tambores oficialistas que no dejaban hablar a los "rebeldes" y los de los rebeldes que impedían que se le escuche a los acusadores.
Precisamente el primer incidente ocurrió en el territorio de las batucadas pro Chávez, cuando unos jóvenes intentaron retirar pasacalles que hacían alusión al presidente del partido. Uno de ellos, Benigno Romero, sacó un cuchillo para cortar los pasacalles, pero fue retirado antes a golpes de puño y patadas. Fue a parar en la pista donde fue atendido por los doctores Herminio Ruiz Díaz y Nilsa de Franco.
El juzgamiento del senador Laíno fue el primero en ser tratado por la convención. Previamente Manuel Radice, representante legal del PLRA, brindó un informe en el que anunció que apelarán la resolución de la jueza Patricia Blasco que ordenó el no enjuiciamiento del senador. Aseguró que se habían hecho las notificaciones a Laíno y se habían publicado los edictos convocando a los convencionales, por lo cual no podía aducir que no estaba informado.
El jurista dijo que a pesar de la existencia de la orden judicial la asamblea era "soberana" y podía proceder al juzgamiento, lo que fue aprobado por la mayoría de los convencionales.
Posteriormente, se iniciaron los alegatos a favor y en contra de los acusados, que terminó con las expulsiones de Laíno y Chávez y la suspensión de Vera Bejarano y Riveros, en medio de una violenta riña.