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No hubo distinción de partidos o tendencias ideológicas. El que pedía, recibía. Los montos subían o bajaban dependiendo del caudal electoral y de la fuerza que podría tener el partido político a la hora de apoyar proyectos que beneficiarían al grupo empresarial que representaba.
Todo esto se puede concluir de las declaraciones que brindó el empresario italiano Carlo Sama en la primera mitad de la década del 90 sobre el esquema de pagos a partidos políticos que montó junto a otros directivos del Grupo Ferruzzi, en esa época el segundo grupo empresarial más grande del país europeo con casi 52.000 empleados.
Sama fue detenido el 23 de julio de 1993, en el marco de la causa que fue bautizada por los periodistas como “Enimont, la madre de todos los sobornos” y que terminaría dando al lugar al proceso judicial “Mani Pulite” (manos limpias), sobre el mayor escándalo de corrupción política en la historia de Italia.
Sama era administrador de la firma Enimont, una empresa química creada de la fusión de la estatal Ente Nazionale Idrocarburi (ENI, la Petropar italiana) y la privada Montedison (propiedad de la familia Ferruzzi). Llegó a la cima del gigante farmacéutico gracias a su matrimonio con Alessandra Ferruzzi, la hija menor de la familia propietaria de la firma, según recuenta el sitio italiano Lettera 43.
“El sistema Italia”
ABC Color tuvo acceso a copias de varias de las declaraciones que brindó Sama ante el Ministerio Público italiano. En ellas confesó la forma en la que entregaba millonarios fondos a los diferentes partidos políticos.
“Habíamos comprendido que el “sistema Italia” estaba basado en el control, por parte de los partidos políticos de las cuestiones de la actividad empresarial y económica en general. Por lo tanto valía la pena llegar a un acuerdo con ellos y satisfacer sus pedidos económicos”, contó Sama el 26 de julio de 1993 durante su declaración en tribunales.
Ese mismo día, Sama confesó que junto a Sergio Cusani, y Giuseppe Garófano, otros dos directivos de Montedison, decidieron crear balances paralelos que utilizaban para entregar dinero a la clase política italiana.
Usando dinero de la venta de inmuebles de la empresa consiguieron crear un fondo de entre 135.000 y 150.000 millones de liras.
Los fondos fueron repartidos especialmente en los meses previos a las elecciones de 1992 en Italia.
Dinero en efectivo de su oficina
Sama contó que junto a Cusani se repartieron qué partidos y referentes políticos debían atender cada uno; además de los montos que iban a entregar.
“Decidimos que yo me debía ocupar directamente –esto por ser la primera vez– porque en tal modo tenía la ocasión de entrar más en contacto directo con ellos (los políticos) y así presentar mis credenciales según sus pedidos”, explicó.
Para la entrega de dinero no hubo distinción de partidos o tendencias ideológicas. El centroizquierdista Partido Republicano Italiano, el más antiguo del país, recibió 300 millones de liras de contribución en negro. La misma cantidad de dinero recibió el Partido Socialista Democrático Italiano (PSDI). Al Partido Liberal Italiano (PLI) le dieron 200 millones de liras. El dinero fue retirado en efectivo de la oficina de Sama en Milán.
El Partido Socialista Italiano (PSI) y la Democracia Cristiana, los dos movimientos más fuertes de la época, fueron los más beneficiados. Cada uno recibió un total de 1.500 millones de liras.
El terremoto político que se generó como consecuencia de este caso en Italia no tuvo parangón alguno. Una situación similar a lo que se produjo en Brasil con el caso Lava Jato.
Un total de 1.223 personas fueron condenadas tras la investigación fiscal, según un recuento del sitio web italiano AGI. Y varios de los procesados se quitaron la vida al verse acorralados.
juan.lezcano@abc.com.py