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El brazo de la persecución alcanzó a connotados representantes del servicio diplomático. Uno de esos casos es el que tuvo como víctima al embajador Félix Antonio López Acosta. Bastó un viaje de González Macchi a Taiwán para que el interino -cuando no- Juan Carlos Galaverna firmara el decreto de su destitución de la embajada de España.
En aquellos días, gran parte de la ciudadanía todavía no tenía idea en manos de quiénes estaba el Gobierno de nuestra nación. Galaverna era nada más y nada menos que presidente interino de la República.
En ese carácter aprovechó la situación para defenestrar a López Acosta a pedido de la ya entonces influyente cónsul en Barcelona, Lilia Romero Pereira, hoy procesada por hechos de corrupción en ejercicio de sus funciones.
El diario Noticias, avanzada de la prensa oficialista de la época, publicaba con gran destaque el 31 de mayo de 1999 el siguiente titular: "Embajador desapareció en los días trágicos de marzo, según consulesa paraguaya en España".
Según relató ayer el diplomático, "era una mentira escandalosa".
"Yo estaba ese día 23 de marzo de 1999 en Islas Canarias, que también es territorio español. Asistí a un homenaje a la señora Josefina Plá. Pero era muy clara la intención de removerme de mi función de embajador", comentó el diplomático al recordar el pasado reciente.
Señaló que "fue muy duro para mí leer semejante cosa. Inclusive hice una réplica que me publicó el diario como carta al director".
"Para mi sorpresa, la publicación puso una nota de observación diciendo que la versión de la señora cónsul de Barcelona le merecía fe", comentó.
Relató que a pesar de todo guardó silencio. "No quise entrar en polémica a pesar del gran daño que me infligieron. La señora Romero Pereira se volvió a ratificar y entonces pedí un sumario en la Cancillería. Tampoco me hicieron caso".
Dijo que Galaverna dio por terminada su misión en setiembre del 99 y que el decreto de su defenestramiento ni siquiera fue bien redactado.
"El decreto decía: se dan por terminadas las funciones del doctor Félix Antonio López Acosta, como embajador extraordinario y plenipotenciario de la República del Paraguay ante el Reino de Dinamarca y el Reino de Marruecos. Yo era embajador en España. Fue tan burdo, tan inmoral...", precisó el diplomático, quien continúa desde entonces y hasta la fecha fuera de la nómina del personal diplomático presupuestado de la Cancillería.
Es uno de los más experimentados de la carrera, según admite en su reciente libro "Memorias" el ex canciller Luis María Ramírez Boettner.
En aquellos días, gran parte de la ciudadanía todavía no tenía idea en manos de quiénes estaba el Gobierno de nuestra nación. Galaverna era nada más y nada menos que presidente interino de la República.
En ese carácter aprovechó la situación para defenestrar a López Acosta a pedido de la ya entonces influyente cónsul en Barcelona, Lilia Romero Pereira, hoy procesada por hechos de corrupción en ejercicio de sus funciones.
El diario Noticias, avanzada de la prensa oficialista de la época, publicaba con gran destaque el 31 de mayo de 1999 el siguiente titular: "Embajador desapareció en los días trágicos de marzo, según consulesa paraguaya en España".
Según relató ayer el diplomático, "era una mentira escandalosa".
"Yo estaba ese día 23 de marzo de 1999 en Islas Canarias, que también es territorio español. Asistí a un homenaje a la señora Josefina Plá. Pero era muy clara la intención de removerme de mi función de embajador", comentó el diplomático al recordar el pasado reciente.
Señaló que "fue muy duro para mí leer semejante cosa. Inclusive hice una réplica que me publicó el diario como carta al director".
"Para mi sorpresa, la publicación puso una nota de observación diciendo que la versión de la señora cónsul de Barcelona le merecía fe", comentó.
Relató que a pesar de todo guardó silencio. "No quise entrar en polémica a pesar del gran daño que me infligieron. La señora Romero Pereira se volvió a ratificar y entonces pedí un sumario en la Cancillería. Tampoco me hicieron caso".
Dijo que Galaverna dio por terminada su misión en setiembre del 99 y que el decreto de su defenestramiento ni siquiera fue bien redactado.
"El decreto decía: se dan por terminadas las funciones del doctor Félix Antonio López Acosta, como embajador extraordinario y plenipotenciario de la República del Paraguay ante el Reino de Dinamarca y el Reino de Marruecos. Yo era embajador en España. Fue tan burdo, tan inmoral...", precisó el diplomático, quien continúa desde entonces y hasta la fecha fuera de la nómina del personal diplomático presupuestado de la Cancillería.
Es uno de los más experimentados de la carrera, según admite en su reciente libro "Memorias" el ex canciller Luis María Ramírez Boettner.