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Y… ¡ojo! ¡cuidado!, en esta cruzada nacional ciudadana ya empiezan a surgir los “pescadores de río revuelto”, polizones inficionados que se acomodan y se confunden camaleónicamente con el común de la gente. Aparentan ser “luchadores” y “revolucionarios” (transformadores), fingen ser predicadores del cambio y simulan ser sostenedores de un “tiempo nuevo”, real y auténtico, verdaderos “hombres nuevos” de la sociedad paraguaya. A muchos de ellos los vi entre la gente y la mayoría de ellos aparecen ahora en los medios reubicados (traspuestos) en un giro mágico y espectacular de conciencia y postura, dando una falsa imagen de supuestos “innovadores”.
Sin embargo, ¡son los mismos de siempre! Horribles políticos, de la peor calaña, jactanciosos y vividores eternos del estado paraguayo, incultos, sin modales ni estilo, garrapatas, sanguijuelas, vampiros… sin representación alguna… conspicuos burladores de la ciudadanía… y para completar, violadores de la nacionalidad y traidores de la paraguayidad ancestral.
Fácilmente reconocibles por su plumaje, son los que por reiteración constante dejaron sin quórum la sesión del Congreso porque el tema a tratar, el desbloqueo de las “listas sábana”, no fue de su agrado por la inconveniencia a sus beneficios personales. Es que el interés ciudadano no les motiva ni conmueve para nada.
¡Cobardes! Esta ausencia parlamentaria es otra tomadura de pelo al pueblo paraguayo… senadores “coloretes” y recalcitrantes personalistas del oviedismo, “unacetes”; por enésima vez dejaron deshabitada la plenaria del jueves 31-V-2012 para evitar la apertura total (desbloqueo) o derrumbe completo del mecanismo de las “listas cerradas” llamadas sábana, bastión de los “hombres escombro” que gracias a ese mecanismo se perpetúan en el Congreso Nacional desde hace más de dos décadas. Así impusieron el continuismo o el stronismo sin Stroessner, desde el 2-II-1989. Estos, anclados en los escaños, humillan y ultrajan al pueblo constantemente, para además vanagloriarse del cargo que ocupan con actitud de verdaderos emperadores o miembros de castas dinásticas de “sangre azul”.
Estos malandros con el rótulo de políticos han atropellado todo, para ellos no existen normas, principios ni doctrinas, el único objetivo es la ración crematística a obtener. Las costumbres e idiosincrasia del pueblo paraguayo son pisoteadas a cada minuto, su identidad de “gente buena” es escarnecida y trasculturada. No hay conciencia ni justicia, no se concibe la equidad como factor esencial para alcanzar el bienestar en la cotidianeidad o vida diaria. La esperanza depositada en el orgullo nacional, como fruto de la organización y el orden, se convirtió en una frotada quimera.
Hoy, la justicia y el parlamento son –en conjunto– el mejor negocio de la nación… ya que fiscales, jueces, magistrados, ministros, senadores y diputados, gracias al poder omnímodo que ostentan, con fueros incluidos, pasaron a ser delincuentes con licencia, bandoleros de guantes blancos, personajes encorbatados para actuar con impunidad… son los depredadores de la sociedad republicana, blanqueados por el sistema o la misma estructura que ellos edificaron al solo efecto de ese fin.
A pesar de este oscurecido panorama, donde ya no caben los nervios ciudadanos, ni los ríos de tinta ni los rosarios de vocablos, el poder nutrido en el pueblo y sin intermediarios ha sido y siempre será el crisol más efectivo para purgar de un estornudo las organizaciones enmohecidas.
La ciudadanía exige ¡YA! el desbloqueo total o extinción de las listas, la inscripción automática (18 años) de los votantes y remoción completa de todos los miembros de la Corte Suprema de Justicia, a través del juicio político (no de 7, sino de los 9 integrantes).
Los dos miembros que entraron recientemente se entregaron y se acomodaron con placer a la superficialidad, no aportaron nada nuevo, no marcaron diferencias ni tomaron distancia de los siete sátrapas que se autodeclararon eternos o inamovibles. Pasaron a ser unos integrantes más del cuerpo colegiado, abroquelados para la perpetuidad. La Corte debe ser renovada por completo y no parcialmente.
Si hemos defendido a la patria con valentía en dos guerras internacionales, también disponemos de la suficiente intrepidez para generar el verdadero cambio como la “Glásnost” y la “Perestroika” (transparencia y reestructuración) de los rusos que terminaron por demoler a la URSS putrefacta.
Pero si es necesario, estamos dispuestos a protagonizar una genuina “Primavera” (revolución) como la de los árabes para alcanzar una plena liberación nacional o una fidedigna emancipación ciudadana.
¡Adelante los civiles, es la hora de la acción, afuera los traidores de la voluntad popular! ¡Arriba la revolución del bien, de la patria soberana y de la sociedad postergada!