Se conoce con el nombre de cerro Galván a un conjunto de tres elevaciones, que forman una pequeña serranía. El punto de mayor elevación tiene unos 200 metros de altura sobre el nivel del mal, aproximadamente.

Aunque el área circundante al cerro Galván es utilizada para actividades agropecuarias desde tiempos de Carlos Casado, en general se encuentra en buenas condiciones de preservación. La serranía prácticamente no fue alterada y los bosques que allí se asentaron sirvieron de protección para la fauna.

Cerro Galván es un sitio hermoso. Es uno de esos lugares donde uno puede encontrar paz. Un pequeño sendero conduce hasta la cima; aunque el ascenso puede resultar lento, porque es empinado y cada tanto hay que sostenerse por las piedras para seguir avanzando, existen dos miradores que sirven de respiro.

El paisaje a los pies de uno es impresionante. Al oeste se tiene el río Paraguay. La vista alcanza hasta Puerto Casado y más al norte se puede ver inclusive el puerto de Vallemí.

Luego del segundo mirador viene la parte más difícil, que es el tramo para alcanzar la cima del cerro. El sacrificio tiene su premio al dirigir la vista atrás. Sentarse en una de las piedras y esperar el atardecer no tiene precio. Mejor ni hablar de una noche oscura, que permita disfrutar de un cielo estrellado como solo en el Chaco se puede tener.

La aventura se completa con el ingreso en las cavernas que allí existen. Casi ocultas por los matorrales se encuentran los accesos que llevan al interior del cerro. Existe una galería principal y luego pequeñas entradas que conducen a fosas menores.

Trepando de piedra en piedra se gana de nuevo el espacio exterior, teniendo un murallón de unos 50 metros de caída libre. En la roca se pueden encontrar nuevos puntos de ingreso, para otros sectores de cavernas.

Hurgando en el sitio encontramos restos óseos y cuernos de cabras. Analizando con detenimiento pudimos encontrar huellas de roturas, como si hubieran sido destrozadas. Nuestro guía nos confirmó que se observan cada tanto a tigres en la punta del cerro. Esa información nos permitió llegar a la conclusión de que las cavernas son madrigueras de estos felinos, donde llevan sus presas para alimentarse.

Dejamos todos los detalles tal como los encontramos, con la sensación de haber cometido un sacrilegio al ingresar en la madriguera de tigres. La caída del sol nos obligó a abandonar un sitio fascinante, que apenas es visitado, lo que explica que hasta hoy siga siendo una madriguera.

De las tres elevaciones que componen el cerro Galván, la empresa Victoria tiene previsto habilitar una de las serranías para el ecoturismo, las otras dos quedarán como áreas intangibles. De esta forma se busca disminuir el impacto negativo de la presencia humana.

Cerro Galván es el centro del proyecto de ecoturismo que inició Victoria. Hasta aquí llegará el tendido del ferrocarril, cuyas vías bordearán las 10 mil hectáreas que serán asiento del Refugio de Vida Silvestre.


PROXIMA NOTA: Hostigamientos y sabotaje.