Cartistas y aliados consumaron un golpe de Estado en busca de la reelección

El presidente Horacio Cartes propició un golpe de Estado con el apoyo de las FF.AA. y de un sector del Congreso que ayer forzó una sesión del Senado para impulsar la reelección, prohibida por la Constitución. El Mandatario recurrió a un recurso extraordinario de que dispone para movilizar a la milicia, pero sin que se reúnan los requisitos para ello, además de no dar a conocer el decreto que está obligado a emitir cuando moviliza tropas.

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Los militares movilizados son de alta calificación y equipamiento óptimo que prestan servicios en el Regimiento Escolta Presidencial (REP), organismo cuya función principal es custodiar la seguridad del Presidente de la República, del vicepresidente, sus familias y de mandatarios en visita oficial. Sin embargo, los efectivos militares rodearon desde la madrugada de ayer la sede del Congreso, donde no estaban ni el Presidente ni el vice, tampoco ningún mandatario visitante.

Se retiraron a las 10:20, luego de una fuerte reacción de los parlamentarios opositores y de la ciudadanía, que se manifestó especialmente por las redes sociales. A pesar de la presencia de los uniformados por algunas horas en el lugar indicado, el presidente Cartes, como Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas (FF.AA), deberá rendir cuenta de este hecho al Poder Legislativo. Si no lo hiciera, estará violando la Ley 5036/13, que él mismo firmó.

La misión de las tropas militares fue apoyar a los senadores y diputados oficialistas, algunos de los cuales ingresaron al recinto parlamentario con guardaespaldas visiblemente armados. Los oficialistas presentaron un proyecto de modificación del reglamento interno del Senado, pretendiendo de esa forma sustituir al presidente del cuerpo, Robert Acevedo (opositor), e imponer al vicepresidente segundo Julio César Velázquez (oficialista) para forzar el tratamiento del proyecto de enmienda constitucional que permita la reelección del presidente Cartes.

Desalentar movilización ciudadana

Asimismo, la presencia de la fuerza pública, policías y militares, en los alrededores del Congreso tuvo la misión de desalentar la presencia de civiles en la plaza, respondiendo a la convocatoria de partidos y organizaciones sociales, para defender la integridad de la Constitución y de las instituciones democráticas.

El reglamento interno del Senado establece que en ausencia del presidente de la Cámara debe asumir el vicesegundo, Eduardo Petta, y solo si este estuviera también ausente, debería asumir Velázquez. Sin embargo, tanto Robert Acevedo como Eduardo Petta estaban presentes en la sede, en sus respectivas oficinas. Con la ayuda de la policía y de los militares, los cartistas pretendían “separar” a las fuerzas civiles de apoyo de las fuerzas de defensa de la institucionalidad, ante versiones de que pudo haberse registrado una movilización social en el lugar.

Avasallaron a titular del Senado

El edificio del Parlamento fue rodeado desde anoche por efectivos policiales, cuyas autoridades explicaron que fue a pedido de varios senadores cartistas, quienes avasallaron de esa forma la autoridad del titular del Senado, que lo es también del Congreso (ambas Cámaras), razón por la cual es el único habilitado a solicitar refuerzo de seguridad para los congresistas.

Los militares, fuertemente armados, distribuyeron soldados alrededor de la sede del Congreso, sin dejar pasar a nadie y exigiendo la identidad de las personas, además de colocar francotiradores en el techo de edificios aledaños.

El conocido asesor militar Horacio Galeano Perrone dijo que al no ser “una cuestión de seguridad interna, quien maneja el operativo es un imprudente”. Sin embargo, el empleo de militares fuera de la jurisdicción de una crisis puede ser considerado como un “golpe blando”, que según el periodista francés Thierry Meyssan se implementó, con éxito, en varios países. Una parte del proceso se realiza a través de acciones no violentas y por otro lado acciones clandestinas muy clásicas, afirma. “Lo original del asunto –dice Meyssan– es que el proceso se basa en la división del pueblo, en poner a la gente una contra otra” y el trabajo sucio es generalmente llevado a cabo por gente que aparenta buena fe y decencia en su actuación pública.

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