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Luego de un tiempo de incertidumbre, el presidente Cartes firmó el miércoles último los relevos en las Fuerzas Armadas. La novedad fue que los jefes de las Fuerzas Militares del Ejército, la Fuerza Aérea, el Comando Logístico, la Suprema Corte de Justicia Militar (Sucorjumil) y del Gabinete Militar de la Presidencia no fueron cambiados. Hubo un único cambio en el alto mando. En la comandancia de la Armada asumió el contralmirante Hugo Milciades Scolari Pagliaro en reemplazo del vicealmirante Antonio Wladimir Vallejos Abadíe, quien fue salpicado por hechos de corrupción e irá a retiro. En la mayoría de las comandancias de los cuerpos de Ejército, divisiones, unidades clave de la Armada y de la Aviación fueron nombrados nuevos jefes (ver cuadro). La decisión de mantener en sus puestos a los más altos jefes militares cayó bien en el sector castrense, según las consultas realizadas. El argumento es que las Fuerzas Armadas necesitan de mayor estabilidad luego de un periodo de más de un lustro en que las barridas se venían dando por lo menos cada año. Esta práctica, sobre todo aplicada durante el gobierno de Lugo, trajo mucha incertidumbre en las Fuerzas Armadas, falta de continuidad de los proyectos y disputa entre los militares por los ascensos, conforme a nuestras consultas. Sin embargo, las frecuentes remociones en los mandos superiores hizo que una mayor cantidad de oficiales llegara al grado de general, jerarquía muy apetecida en la milicia. Durante la dictadura stronista los generales casi eran eternos en sus cargos y el tope de los ascensos se daba en el grado de coronel. Con la transición democrática eso cambió. Conforme a la nueva distribución de jefaturas, unos diez oficiales de la remesa 1984 podrán ascender a general de División. El salto lo darán coroneles de las promociones 1985 y 1986, aunque ya existen desde el año pasado algunos generales de la remesa 1985.