Los rufianes del coloretismo son un grupo camaleónico que representa el completo continuismo de un pasado ominoso. Con el negro pretérito de una terrible dictadura marcada en la frente, estos "hombres escombro" de la sociedad paraguaya no desmayan para engañar al pueblo con la pócima de un supuesto "tiempo nuevo" rebosante de paz, armonía y prosperidad. Sin embargo, fueron los artífices del éxodo paraguayo por el mundo sin derecho al retorno ni al sufragio. Buscando extender un manto de olvido sobre sus cuantiosas trapisondas, a cada instante refrendan su slogan anzuelo: "unámonos", al solo efecto de que los colorados impolutos se embarren y los igualen para quedar "en el mismo lodo todos manoseados"
porque en el terrorífico submundo de la sinuosidad, la odiosa autoridad ética y moral no debe ser detentada por nadie.
Del mismo modo, corean a gritos su paradigma: "olvidemos el pasado", porque no les conviene que la gente recuerde que fueron los promotores, cómplices y encubridores de las horripilantes violaciones, crímenes y desapariciones de compatriotas, delitos nunca proscriptos. Además, pasado, presente y futuro con los "coloretes" no ostenta variación alguna hacia la decencia.
Democracia fingida
Después del golpe del 2 y 3-II-1989 se instaló en el Paraguay una supuesta democracia, una encubierta "transición", que en realidad no fue más que un impío continuismo sin Stroessner. Dentro de esa dilación, aparece un advenedizo recién llegado a la ANR (outsider) llamado Horacio Cartes, quien ansía convertirse en el candidato de los "coloretes" para el 2013. Así lo vociferan sus clientes de todos los rincones de la patria.
Entre tanto, la realidad política criolla promueve un sinnúmero de modelos dinásticos en donde se formalizan los ciclos: "el hijo de", "el nieto de", "la esposa de", "el hermano de", "el sobrino de", "el primo de", "el cuñado de" y toda la parentela sanguijuela en señal inequívoca de que el nepotismo salvaje es la mejor receta para el continuismo generacional, per secula seculorum (por los siglos de los siglos) ¿Acaso la herencia es la doctrina "colorete" de la representatividad del pueblo? El encadenamiento sin fin de épocas y sistemas que consagran las mismas ideas y las mismas personas, no significa democracia. Encumbrar el "gobierno del pueblo" (republicanismo) es aplicar el inalienable espíritu de nuestra Constitución Nacional vigente que imperativamente nos ordena la completa inexistencia de "cualquier tipo" de reelección.
Inalterable metástasis
Esta ANR de facto no desea cambiar porque no le conviene, está enferma y su mal es endémico. Los "coloretes" ejercen viejas prácticas con nuevos grifos de artilugios y financiamientos, formato en el cual los correlíes de ocasión o de uso coyuntural, no se benefician para nada porque la receta "rosadita" es solo para los orangutanes titiriteros. La nueva "sociedad en comandita" por acciones se va articulando con los mismos actores, donde el jefe Scarface (cara cortada) seduce a todos con su vigorosa generosidad cual complaciente mecenas.
A pesar de las encuestas, todas ellas desfavorables, el movimiento personalista de Horacio Cartes (Honor Colorado) llegó a la victoria. ¡Qué cosa rara, inaudita! Aladino trajo la magia de su lámpara para revertir las tendencias generalizadas y por ende los resultados del sufragio. Dinero, estructura y parafernalia prorrumpieron para disfrazar la carencia absoluta de contenido, de atributos y de votantes. La trivialidad y el materialismo reinaron por enésima vez en la secta "colorete". Así fue antes y así es hoy. ¿Por qué esperaríamos un futuro distinto?
Lilian, candidata light
Está visto que los verdaderos colorados le dieron las espaldas a los "coloretes". No votaron. ¿Y por quiénes lo harían? ¿Por el enjambre de tránsfugas y usurpadores? ¿Por los verdugos del pueblo crítico? ¿Por los vividores del Estado paraguayo? ¿Por los carcamanes que se abroquelan en las listas cerradas? El sufragio de estas elecciones desnudó el techo de los "coloretes", las evidencias se cristalizaron ante un padrón camuflado donde los fantasmas votaron siempre y la escuálida participación de apenas un 40% es señal elocuente de la indiferencia y el castigo que aplicaron los genuinos colorados al rechazar por completo a los mbatara (indefinidos, de varios colores) y paracaidistas.
¿Y los sufragantes de otros movimientos que no votaron por el nuevo patrón? Suman 25% del 40% participativo, es decir, solo tienen el 15% del electorado global. Estos que votaron en contra se sumarán a los colorados de prosapia, analíticos y pensantes que no admitirán a los cascarones volátiles del nuevo cuño "colorete".
Solo los frágiles, desvalidos, raquíticos y desteñidos de matices y conciencia, se conmovieron por los caudales dorados de Horacio Cartes, un tesoro que actuó de espinel, capaz de atrapar y movilizar a los grupos viciados que solo pretenden asirse a la billetera sibilina que los "coloretes" impusieron en el usurpado Partido Colorado.
Una historia repetida
Esta logia no representa ninguna opción para los habitantes de la república. Los falsarios saben que son ocupantes de la legitimidad colorada, por eso no quieren la inscripción automática, se niegan a derogar la lista sábana, eluden la creación del IRP (Impuesto a la Renta Personal), son indiferentes a la eliminación de los fueros, se oponen al voto de los paraguayos residentes en el extranjero, se apartan de la implementación de los plebiscitos revocatorios, se resisten a establecer el concurso de cargos y un montón de rectificaciones que otorgan al pueblo amplitud, transparencia, legitimidad y una plena soberanía sobre su destino para el fortalecimiento vigoroso de una democracia verdadera. Como dijo al día siguiente de las elecciones el diputado patriaqueridista Sebastián Acha, el resultado de estas elecciones "es más de lo mismo". Nada nuevo bajo el sol y encima con otro bagaje monopólico y absolutista.
Registremos, Horacio Cartes es dueño del club Libertad, dueño del fútbol paraguayo, dueño de un cúmulo de empresas y ahora propietario de la facción "colorete", prerrogativas que lo catapultan para cazar por los aires la presidencia de la república, el nuevo chiche de sus delirios. Todos los nómadas de la "aldea" se convirtieron en sus activos operadores, desde el clan Samaniego hasta el último "colorete" del escalafón. No importa cuánto cueste la campaña porque hay un Potosí para la cima, aunque minimice y sustente que todo es producto del "trabajo en equipo" ¡qué equipo! Antiguos corsarios con fueros e impunidad.
Señor Enrique Santos Discépolo, le informo desde estas latitudes que hemos traspasado el siglo XX y seguimos igual o tal vez peor de lo que usted profetizó: "revolcados en un merengue", "resulta que es lo mismo ser derecho que traidor", "los inmorales nos han igualado" y "el que no afana es un gil". ¡Cuántas verdades!
¿Cuál reconstrucción?
Extraoficialmente, los componentes de la "nueva" Junta de Gobierno y/o presidentes de seccionales nos revelan fehacientemente la inercia de la mediocridad "colorete". Son los mismos nombres, los actores de siempre y los estandartes de una raza de oligarcas explotadores de las clases populares. Vemos a Juan Eudes Afara Maciel, Roberto González, Julio César Velázquez, Alfredo "Goli" Domínguez Stroessner, Gustavo Pedrozo, Oscar González Daher, Blanca Ovelar, Juan Carlos "Nano" Galaverna, Derlis Osorio, Raúl Sánchez, Bernardino Soto Estigarribia, Gustavo "Tito" Alfonso, Mario Abdo Benítez (h), Bernardino Cano Radil, Mario Morel, Nicanor Duarte Frutos, Cristina Muñoz, Cristian Gayoso, Juan Darío Monges, Víctor Bernal, Reinerio Santacruz, José Alberto Alderete, Mirian Rivarola, Alfredo Benítez, Emilio Cubas, Rogelio "Olivia" Benítez, Nasser Esgaib, Octavio Gómez, Darío Filártiga, Luis Barrail, Tomás Bittar, Carlos María Santacruz, Carlos Liseras y Diógenes Martínez todos siervos peticionantes del tupanói (solicitud de gracia) al creador y "único líder" Alfredo Stroessner, mientras este se derretía de placer con sus rovasa (bendiciones), era la reverencia o la venia del amo.
Una luz republicana
Pero, ¿qué pasará si resucitásemos a los patricios del coloradismo, aquellos que delinearon el contenido y los rasgos doctrinarios de una pujante asociación? Con el ceño fruncido se levantarán de sus tumbas José Segundo Decoud, Blas Garay, Manuel Domínguez, Antonio Sosa, Enrique Solano López, Juan Emiliano OLeary, Ricardo Brugada, Ignacio Alberto Pane, Juan Manuel Frutos, Antolín Irala, Telémaco Silvera, Juan León Mallorquín, Juan Natalicio González, Epifanio Méndez Fleitas, Osvaldo Chávez, Waldino Ramón Lovera, entre otros colosos del flameante carmesí, y lloverán sus lágrimas al comprobar la desfachatez del partido que legaron y que hoy transita en el serpenteo de la más absoluta inmundicia, rebosante de embusteros, antipatriotas y mercantilistas.
¡Qué diferencia de tropa!, disonancia extrema entre estos y aquellos. Son la luz y la oscuridad, la primavera y el otoño, la virtud y la necedad, la decencia y la ostentación. En nada parecidos, contraste o divergencia, uno es rojo púrpura y el otro un rosa pálido con tonalidades verdosa (US$).
El pueblo paraguayo del presente es más instruido que el de antaño, dispone de mayores oportunidades, cuenta con mejores recursos técnicos y financieros, ejerce una intensa interacción humana y determina su autonomía de criterio y pensamiento. Estas actitudes permiten elegir con criterio el paraíso que soñamos. Protagonicemos el final de un modelo vetusto y perimido y el alumbramiento de un tiempo nuevo. ¡Que las ojeras de antaño se acaben para siempre!
Del mismo modo, corean a gritos su paradigma: "olvidemos el pasado", porque no les conviene que la gente recuerde que fueron los promotores, cómplices y encubridores de las horripilantes violaciones, crímenes y desapariciones de compatriotas, delitos nunca proscriptos. Además, pasado, presente y futuro con los "coloretes" no ostenta variación alguna hacia la decencia.
Democracia fingida
Después del golpe del 2 y 3-II-1989 se instaló en el Paraguay una supuesta democracia, una encubierta "transición", que en realidad no fue más que un impío continuismo sin Stroessner. Dentro de esa dilación, aparece un advenedizo recién llegado a la ANR (outsider) llamado Horacio Cartes, quien ansía convertirse en el candidato de los "coloretes" para el 2013. Así lo vociferan sus clientes de todos los rincones de la patria.
Entre tanto, la realidad política criolla promueve un sinnúmero de modelos dinásticos en donde se formalizan los ciclos: "el hijo de", "el nieto de", "la esposa de", "el hermano de", "el sobrino de", "el primo de", "el cuñado de" y toda la parentela sanguijuela en señal inequívoca de que el nepotismo salvaje es la mejor receta para el continuismo generacional, per secula seculorum (por los siglos de los siglos) ¿Acaso la herencia es la doctrina "colorete" de la representatividad del pueblo? El encadenamiento sin fin de épocas y sistemas que consagran las mismas ideas y las mismas personas, no significa democracia. Encumbrar el "gobierno del pueblo" (republicanismo) es aplicar el inalienable espíritu de nuestra Constitución Nacional vigente que imperativamente nos ordena la completa inexistencia de "cualquier tipo" de reelección.
Inalterable metástasis
Esta ANR de facto no desea cambiar porque no le conviene, está enferma y su mal es endémico. Los "coloretes" ejercen viejas prácticas con nuevos grifos de artilugios y financiamientos, formato en el cual los correlíes de ocasión o de uso coyuntural, no se benefician para nada porque la receta "rosadita" es solo para los orangutanes titiriteros. La nueva "sociedad en comandita" por acciones se va articulando con los mismos actores, donde el jefe Scarface (cara cortada) seduce a todos con su vigorosa generosidad cual complaciente mecenas.
A pesar de las encuestas, todas ellas desfavorables, el movimiento personalista de Horacio Cartes (Honor Colorado) llegó a la victoria. ¡Qué cosa rara, inaudita! Aladino trajo la magia de su lámpara para revertir las tendencias generalizadas y por ende los resultados del sufragio. Dinero, estructura y parafernalia prorrumpieron para disfrazar la carencia absoluta de contenido, de atributos y de votantes. La trivialidad y el materialismo reinaron por enésima vez en la secta "colorete". Así fue antes y así es hoy. ¿Por qué esperaríamos un futuro distinto?
Lilian, candidata light
Está visto que los verdaderos colorados le dieron las espaldas a los "coloretes". No votaron. ¿Y por quiénes lo harían? ¿Por el enjambre de tránsfugas y usurpadores? ¿Por los verdugos del pueblo crítico? ¿Por los vividores del Estado paraguayo? ¿Por los carcamanes que se abroquelan en las listas cerradas? El sufragio de estas elecciones desnudó el techo de los "coloretes", las evidencias se cristalizaron ante un padrón camuflado donde los fantasmas votaron siempre y la escuálida participación de apenas un 40% es señal elocuente de la indiferencia y el castigo que aplicaron los genuinos colorados al rechazar por completo a los mbatara (indefinidos, de varios colores) y paracaidistas.
¿Y los sufragantes de otros movimientos que no votaron por el nuevo patrón? Suman 25% del 40% participativo, es decir, solo tienen el 15% del electorado global. Estos que votaron en contra se sumarán a los colorados de prosapia, analíticos y pensantes que no admitirán a los cascarones volátiles del nuevo cuño "colorete".
Solo los frágiles, desvalidos, raquíticos y desteñidos de matices y conciencia, se conmovieron por los caudales dorados de Horacio Cartes, un tesoro que actuó de espinel, capaz de atrapar y movilizar a los grupos viciados que solo pretenden asirse a la billetera sibilina que los "coloretes" impusieron en el usurpado Partido Colorado.
Una historia repetida
Esta logia no representa ninguna opción para los habitantes de la república. Los falsarios saben que son ocupantes de la legitimidad colorada, por eso no quieren la inscripción automática, se niegan a derogar la lista sábana, eluden la creación del IRP (Impuesto a la Renta Personal), son indiferentes a la eliminación de los fueros, se oponen al voto de los paraguayos residentes en el extranjero, se apartan de la implementación de los plebiscitos revocatorios, se resisten a establecer el concurso de cargos y un montón de rectificaciones que otorgan al pueblo amplitud, transparencia, legitimidad y una plena soberanía sobre su destino para el fortalecimiento vigoroso de una democracia verdadera. Como dijo al día siguiente de las elecciones el diputado patriaqueridista Sebastián Acha, el resultado de estas elecciones "es más de lo mismo". Nada nuevo bajo el sol y encima con otro bagaje monopólico y absolutista.
Registremos, Horacio Cartes es dueño del club Libertad, dueño del fútbol paraguayo, dueño de un cúmulo de empresas y ahora propietario de la facción "colorete", prerrogativas que lo catapultan para cazar por los aires la presidencia de la república, el nuevo chiche de sus delirios. Todos los nómadas de la "aldea" se convirtieron en sus activos operadores, desde el clan Samaniego hasta el último "colorete" del escalafón. No importa cuánto cueste la campaña porque hay un Potosí para la cima, aunque minimice y sustente que todo es producto del "trabajo en equipo" ¡qué equipo! Antiguos corsarios con fueros e impunidad.
Señor Enrique Santos Discépolo, le informo desde estas latitudes que hemos traspasado el siglo XX y seguimos igual o tal vez peor de lo que usted profetizó: "revolcados en un merengue", "resulta que es lo mismo ser derecho que traidor", "los inmorales nos han igualado" y "el que no afana es un gil". ¡Cuántas verdades!
¿Cuál reconstrucción?
Extraoficialmente, los componentes de la "nueva" Junta de Gobierno y/o presidentes de seccionales nos revelan fehacientemente la inercia de la mediocridad "colorete". Son los mismos nombres, los actores de siempre y los estandartes de una raza de oligarcas explotadores de las clases populares. Vemos a Juan Eudes Afara Maciel, Roberto González, Julio César Velázquez, Alfredo "Goli" Domínguez Stroessner, Gustavo Pedrozo, Oscar González Daher, Blanca Ovelar, Juan Carlos "Nano" Galaverna, Derlis Osorio, Raúl Sánchez, Bernardino Soto Estigarribia, Gustavo "Tito" Alfonso, Mario Abdo Benítez (h), Bernardino Cano Radil, Mario Morel, Nicanor Duarte Frutos, Cristina Muñoz, Cristian Gayoso, Juan Darío Monges, Víctor Bernal, Reinerio Santacruz, José Alberto Alderete, Mirian Rivarola, Alfredo Benítez, Emilio Cubas, Rogelio "Olivia" Benítez, Nasser Esgaib, Octavio Gómez, Darío Filártiga, Luis Barrail, Tomás Bittar, Carlos María Santacruz, Carlos Liseras y Diógenes Martínez todos siervos peticionantes del tupanói (solicitud de gracia) al creador y "único líder" Alfredo Stroessner, mientras este se derretía de placer con sus rovasa (bendiciones), era la reverencia o la venia del amo.
Una luz republicana
Pero, ¿qué pasará si resucitásemos a los patricios del coloradismo, aquellos que delinearon el contenido y los rasgos doctrinarios de una pujante asociación? Con el ceño fruncido se levantarán de sus tumbas José Segundo Decoud, Blas Garay, Manuel Domínguez, Antonio Sosa, Enrique Solano López, Juan Emiliano OLeary, Ricardo Brugada, Ignacio Alberto Pane, Juan Manuel Frutos, Antolín Irala, Telémaco Silvera, Juan León Mallorquín, Juan Natalicio González, Epifanio Méndez Fleitas, Osvaldo Chávez, Waldino Ramón Lovera, entre otros colosos del flameante carmesí, y lloverán sus lágrimas al comprobar la desfachatez del partido que legaron y que hoy transita en el serpenteo de la más absoluta inmundicia, rebosante de embusteros, antipatriotas y mercantilistas.
¡Qué diferencia de tropa!, disonancia extrema entre estos y aquellos. Son la luz y la oscuridad, la primavera y el otoño, la virtud y la necedad, la decencia y la ostentación. En nada parecidos, contraste o divergencia, uno es rojo púrpura y el otro un rosa pálido con tonalidades verdosa (US$).
El pueblo paraguayo del presente es más instruido que el de antaño, dispone de mayores oportunidades, cuenta con mejores recursos técnicos y financieros, ejerce una intensa interacción humana y determina su autonomía de criterio y pensamiento. Estas actitudes permiten elegir con criterio el paraíso que soñamos. Protagonicemos el final de un modelo vetusto y perimido y el alumbramiento de un tiempo nuevo. ¡Que las ojeras de antaño se acaben para siempre!