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Durante la dictadura de Alfredo Stroessner (1954/89) se produjo la primera gran purga partidaria en el Partido Colorado, que comenzó con la destitución de Epifanio Méndez Fleitas de la presidencia del Banco Central del Paraguay el 23 de diciembre de 1955.
En plena Navidad –dos días después– ya se producen la persecución y posterior expulsión de los principales adherentes del funcionario despedido, que ayudó a Stroessner a acceder a la presidencia de la República, con el afán de reemplazarlo después.
Los perseguidos no solo fueron expulsados del partido y destituidos también de sus cargos, sino algunos fueron a terminar en el exilio, donde se formó después una Junta de Gobierno paralela “en el exilio y la resistencia”. Méndez Fleitas nunca más volvió con vida del exilio.
Las Fuerzas Armadas también recibieron una lección temprana. Acusados de “conspiración”, el 22 de febrero de 1955, por Decreto Nº 40411 fueron dados de baja del Colegio Militar 17 cadetes y varios oficiales. Esta es considerada la primera “conspiración” militar contra Stroessner, “aunque no pasó de reuniones en las que oficiales de baja graduación transmitían sus inquietudes a los cadetes sobre el sesgo dictatorial que estaba tomando el gobierno de Stroessner” (Meves).
Luego se produjo el caso del Mopoco (Movimiento Popular Colorado). El 12 de marzo de 1959 se firmó la “nota de los 17” miembros de la Junta de Gobierno que pidieron que el PE levantara el estado de sitio, una ley de amnistía y libertades de prensa, reunión y asociación.
La Junta de Gobierno la aprobó y la remitió al Ejecutivo, el cual envió a la Cámara de Representantes anunciando la concesión de lo solicitado.
El 28 de abril levanta el estado de sitio, pero el 28 de mayo se produce un levantamiento estudiantil contra el gobierno y se produce una represión que alcanzó al legislador Miguel Ángel González Casabianca, quien denuncia ante la Cámara el vejamen sufrido. La Cámara protesta y Stroessner sin más trámite la disuelve; acto seguido se producen las detenciones de los camaristas y adherentes, muchos de los cuales fueron enviados al exilio, donde permanecieron por más de 20 años.
En consecuencia, la lección que ofrece la historia es que la purga partidaria está asociada a la “conspiración” contra el líder, la represión a los “indisciplinados” y “desleales”, leyes represivas para ser aplicadas selectivamente en contra de los enemigos, seguida de simulacros de “unidad partidaria”, como el caso del “Acta de Cerro León” (Partido Colorado) el 16 de marzo de 1957 donde se pactó la “unidad con exclusiones” para dar continuidad al sistema.
De más está decir que a partir de estas medidas, aplicadas conjuntamente en un proceso de control desde una instancia de poder autoritario, las instituciones comenzaron a funcionar “normalmente” con la conducción de “ñane amigokuéra”, con lealtad, disciplina y personas obedientes.
Las sanciones partidarias eran parte de un sistema de castigos a los enemigos para que los amigos pudieran disfrutar de los premios reservados para los obsecuentes.
Buscando la muerte civil del otro
La purga política es el aislamiento social de un grupo de ideología o postura contraria al régimen. En Roma, se registró por primera vez en el año 1648, pero la más famosa fue la que se conoce como el Terror de Robespierre que, según cuentan, acabó con el propio “incorruptible” como víctima de las purgas.
En la época de Napoleón, tras su caída, todos aquellos asociados a la actividad revolucionaria fueron purgados. Más recientemente, las purgas se asocian con los regímenes stalinistas y de Mao, además del macartismo norteamericano. Antes de la gran purga, el término fue usado para expresar la expulsión masiva de miembros del Partido Comunista de la Unión Soviética, pero la purga más grande ocurrió en el año 1933 con 400.000 expulsados. Entre 1933 y 1956 se añadió a la expulsión el arresto, la deportación y en algunos casos la ejecución. No creo que hoy por hoy lleguemos a tanto, con eso de la muerte civil del otro, es suficiente.
ebritez@abc.com.py