Cargando...
La administración del gobernador Nelson Aguinagalde (ANR) está plagada de negociados, pero nadie lo investiga porque goza de la protección de los organismos de control y de investigación. A los de la prensa amenaza con rociarlos con balas por informar sobre sus fechorías.
No se cansa de pregonar el cambio en el Alto Paraná. Sin embargo, desde que asumió el cargo de gobernador, Nelson Aguinagalde, quien goza del apoyo del precandidato colorado a la presidencia de la República, Horacio Cartes, lo único que cambió fue su modo de vida, gracias a un considerable aumento de su patrimonio.
Diariamente se declara víctima de una campaña de desprestigio en su contra. Pero las evidencias sobre las irregularidades de su administración están a la vista de todos.
Los edificios del Hospital de Traumas y de la Escuela de Arte y Oficio son verdaderos monumentos a la corrupción. La fábrica de alcohol de Ytakyry ni siquiera fue construida y el supuesto hermoseamiento de la avenida Julio César Riquelme, en el barrio Ciudad Nueva de Ciudad del Este, es una burla a la población.
Las aulas construidas en las escuelas son de pésima calidad. Algunas obras ejecutadas están incompletas o paralizadas.
Todo indica que la única obra que financió la Gobernación y que se hizo en buena forma es el asfaltado de la avenida San José, que conduce a la residencia de Aguinagalde.
La merienda escolar es un grosero negociado durante su administración. En los tres años se manipularon los procesos de licitación y adjudicación.
La forma en que se hicieron los negociados es una verdadera burla a los miles de niños, quienes deben consumir los alimentos de mala calidad entregados por la institución regional.
Con aire de déspota
Los negociados no son las únicas "perlas" de Aguinagalde. Exhibiendo su aire de déspota, decidió poner su nombre a los edificios construido por la Gobernación.
A esto se debe sumar la forma abusiva en que utiliza los bienes de la institución. Gastó más de G. 800 millones para reformar y amoblar su despacho y su baño, supervisado por su pareja Lilian González.
Para quienes van a visitarle ofrece las empanaditas y bocaditos más caros que existen en el país. Utilizando el dinero de los contribuyentes que administra el gobernador, realiza fiestas para los periodistas que le apoyan, dando a los mismos valiosos regalos. Mientras, a quienes lo critican el gobernador advirtió con rociarlos con una ametralladora.
Todo esto ocurre ante el blindaje y la impunidad de la que goza Aguinagalde en la capital del Alto Paraná.
No se cansa de pregonar el cambio en el Alto Paraná. Sin embargo, desde que asumió el cargo de gobernador, Nelson Aguinagalde, quien goza del apoyo del precandidato colorado a la presidencia de la República, Horacio Cartes, lo único que cambió fue su modo de vida, gracias a un considerable aumento de su patrimonio.
Diariamente se declara víctima de una campaña de desprestigio en su contra. Pero las evidencias sobre las irregularidades de su administración están a la vista de todos.
Los edificios del Hospital de Traumas y de la Escuela de Arte y Oficio son verdaderos monumentos a la corrupción. La fábrica de alcohol de Ytakyry ni siquiera fue construida y el supuesto hermoseamiento de la avenida Julio César Riquelme, en el barrio Ciudad Nueva de Ciudad del Este, es una burla a la población.
Las aulas construidas en las escuelas son de pésima calidad. Algunas obras ejecutadas están incompletas o paralizadas.
Todo indica que la única obra que financió la Gobernación y que se hizo en buena forma es el asfaltado de la avenida San José, que conduce a la residencia de Aguinagalde.
La merienda escolar es un grosero negociado durante su administración. En los tres años se manipularon los procesos de licitación y adjudicación.
La forma en que se hicieron los negociados es una verdadera burla a los miles de niños, quienes deben consumir los alimentos de mala calidad entregados por la institución regional.
Con aire de déspota
Los negociados no son las únicas "perlas" de Aguinagalde. Exhibiendo su aire de déspota, decidió poner su nombre a los edificios construido por la Gobernación.
A esto se debe sumar la forma abusiva en que utiliza los bienes de la institución. Gastó más de G. 800 millones para reformar y amoblar su despacho y su baño, supervisado por su pareja Lilian González.
Para quienes van a visitarle ofrece las empanaditas y bocaditos más caros que existen en el país. Utilizando el dinero de los contribuyentes que administra el gobernador, realiza fiestas para los periodistas que le apoyan, dando a los mismos valiosos regalos. Mientras, a quienes lo critican el gobernador advirtió con rociarlos con una ametralladora.
Todo esto ocurre ante el blindaje y la impunidad de la que goza Aguinagalde en la capital del Alto Paraná.