Agua de una de las desaladoras de Camilo no era apta para consumo

Camilo Soares fue el mentor de la instalación de dos plantas desaladoras en el Chaco. Ambas costaron G. 16.000 millones. El de Villa Choferes, operó a medias, debió generar 200.000 litros por día pero no produjo ni 60.000, luego por mal diseño se fundió y dejó de operar. Para colmo, el agua tenía alto contenido de boro y no era apto para el consumo. La segunda planta, la de Tte. Irala Fernández, nunca operó ya que solo se hizo el 13%. Para reactivar ambas plantas se requieren de unos US$ 4 ,5 millones.

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Soares a toda costa quiere desprenderse y quedar sin responsabilidad alguna del clavo que le dejó al Estado. Los documentos exhibidos por el exministro de la Secretaría de Emergencia Nacional (SEN) Rafael Valdez son irrefutables. Sobre todo porque el informe lo elaboró una funcionaria que había sido precisamente designada por Camilo y todavía sigue como coordinadora de la Unidad de Hábitat en Riesgo, Mónica Urbieta (ver infografía).

Soares quiere ahora responsabilizar al gobierno de Federico Franco el hecho de que las plantas desaladoras hoy no estén funcionando y habla de que hubo una desidia para hacerlas operativas. Es falso. El 30 de junio de 2012, según el informe recibido por Valdez, y que fue remitido a Franco, señala que en esa fecha la planta de Villa Choferes se encontraba fuera de operación, ya que el pozo de inyección no estaba en funcionamiento. Por lo tanto, no es cierto que esa planta se entregó en forma operativa y tampoco es cierto que para reactivarla se necesitaban solo unos G. 400 millones con la compra de un filtro.

En el memo remitido por la funcionaria Urbieta explica detalladamente cómo se encontraba la planta y para ponerla en funcionamiento se necesitaba una inversión mínima de US$ 1,1 millones que incluía provisión de resina selectiva de boro para ajustar el nivel del mismo a las normas paraguayas, perforación de dos pozos de inyección, etc.

La planta de Villa Choferes, cuyo proyecto inicial era que sea una simple planta desalinizadora, pero con el fin de abultar los costos, Soares ordenó que se cambie de nombre y se llamó Complejo Sustentable de Producción de Agua Dulce, cuyo plan original era que genere por lo menos 200.000 litros de agua por día, en realidad, operó en forma experimental y aparentemente sacó 60.000 litros de agua. Como el proyecto estaba mal diseñado, no tenía pozos de inyección, se rompieron los filtros y dejó de funcionar.

A esto se agrega que un informe del 16 de noviembre de 2010 remitido a la SEN por la Dirección General de Salud Ambiental (Digesa) dice que de acuerdo a los parámetros analizados se concluye que la muestra recogida de la planta de Villa Choferes no cumple con la norma de calidad de agua para consumo humano, a raíz de su alto contenido de boro (ver facsímil).

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