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–¿Cuál es su balance de las elecciones paraguayas?
–Creo que la victoria de Marito estaba prevista. Conozco encuestas de Paraguay desde hace tiempo. Su imagen era muy buena. Yo escribí en el periódico Perfil de Buenos Aires una nota hace algunos días. Dije que Marito triunfaría y yo suponía que con bastantes más votos de los que obtuvo.
–Los periodistas extranjeros se cuestionaron bastante cómo un político criado y formado en el seno de la dictadura pudo ganar, algo inexplicable para los de afuera.
–Es cierto. En el extranjero es difícil explicar. Tampoco podrían entender el papel y lo que significó el Partido Colorado desde su fundación, después de la invasión de la Triple Alianza. Se trata de un partido con una historia especial unida a la figura de Bernardino Caballero, su fundador, que hace que tenga una fuerza importante, sobre todo en el interior.
–¿Por qué cree que no prendió esa campaña que relacionó a Marito con Stroessner?
–En una de las investigaciones, la imagen que tiene la gente de Stroessner es más o menos neutra. Es igual tanto de positiva como de negativa. Eso no sucede en ningún otro país que yo conozca. En Argentina, la imagen de cualquier militar como Videla o Massera es de 90-5. En Chile, Pinochet tiene más o menos una imagen relativamente mejor, pero en general en nuestros países hay un rechazo enorme a las dictaduras y sus símbolos. Nuevamente, el de Stroessner es un caso antiguo y debe entenderse también dentro del desarrollo de la política paraguaya... que no siempre tuvo Presidentes.
–¿Demócratas? –Con mucha estabilidad, digamos. Yo creo que un error de Efraín (Alegre) fue centrar en eso el ataque a Marito, un tema que a la gente no le importa. Es fácil de entender con el solo hecho de calcular cuántos años tenía alguien de 30 años de edad cuando lo sacaron a Stroessner.
–Acababa de nacer (en el 89).
–La gente se mueve si usted le hace una oferta que mejore su vida, que remedie sus problemas. Eso es más concreto que una crítica histórica. Vi que Alegre también hizo alguna que otra oferta mucho más concreta hacia la gente y eso estuvo bien. Eso es lo que mueve los votos.
–Su promesa fue bajar la tarifa de la electricidad. –Alegre en eso estuvo acertado. Marito tuvo problemas por la baja popularidad del presidente Cartes.
–¿Por qué esa reacción si Cartes tuvo un desempeño económico elogiado por los entes multilaterales?
–Paraguay tiene un crecimiento económico interesante desde hace rato, desde la presidencia de Duarte Frutos. Es curiosa la fortaleza del guaraní, a diferencia de otros países del continente donde la devaluación llega a 200, 300 por ciento. La economía no ha sido un problema serio.
–Salvo cuando desvalijaron el país los que estuvieron en ese gobierno de facto antes de Nicanor y se llegó al borde del default.
–Yo creo que cuando Cartes ganó las elecciones se abrió una expectativa. Mucha gente pensó que al llegar al poder este colorado que no era colorado, un empresario con ideas distintas se iba a notar muchos cambios en el país. Fue esa expectativa frustrada la que le provocó esa mala imagen de Cartes.
–¿Por qué no le ayudó la estabilidad económica?
–La economía no significa popularidad. El caso paralelo a Paraguay, muy parecido es el de Perú. Desde el Gobierno del presidente Fujimori, Perú viene creciendo permanentemente. Incluso inversiones de países vecinos van hacia allá, etcétera. Pero todos los presidentes peruanos, sin excepción, han sido muy mal evaluados, y todavía más, casi todos están en la cárcel.
–Es increíble.
–(sonríe con ironía) No siempre el buen funcionamiento de la economía equivale a popularidad. Es claro lo que le pasó a Mario Abdo, No supo tomar distancia tanto del presidente Cartes como de algunas figuras del partido que no tienen buena imagen. La buena imagen es una cosa que se mide. No tiene que ver con que sea justa o injusta.
–Los indeseables siempre revolotean cerca del poder en Paraguay. Políticos con prontuario asesoran presidentes.
–Sí, veo muchos dirigentes con imagen antigua que no le convienen a Marito. Le decían en la campaña: “Marito de la gente”. Alguien de la gente no puede estar permanentemente rodeado de antiguos dirigentes. Su imagen tiene que ir asociada a jóvenes, a emprendedores, a mujeres, a trabajadores, a gente distinta, dinámica. Eso le hubiera dado una ventaja más grande en las elecciones. Yo pensé que podía haber ganado por más de 20 puntos, pero bueno, su campaña no estuvo bien hecha. Esa falla estratégica debe ser una alerta en la preparación de su gobierno. O se rodea de un buen equipo técnico o su popularidad va a caer inmediatamente. Eso les pasa a casi todos los presidentes de América Latina. Llegan arriba y después tienen una caída estrepitosa.
–¿Por qué Marito se rodea de ellos? ¿Tiene miedo por lo tramposos que son?
–Su intención habrá sido unificar al partido para las elecciones. Hay un error estratégico en eso de traer a todos, a tirios y troyanos... En mi último libro: “Política en el siglo XXI” yo insisto. La campaña tiene que hacerse mirando a la gente, no a los dirigentes. La gente es la que termina votando.
–Para que no sea más de lo mismo, ¿qué le recomienda a Marito?
–Se da una oportunidad para que una nueva generación de políticos paraguayos colorados, liberales, independientes impulsen un cambio en el Paraguay. Ojalá Marito use las herramientas contemporáneas de mediciones, de focus group (discusión de temas de interés público), de planificación y tenga sobre todo una estrategia, un plan a mediano, a largo plazo para sacar adelante a Paraguay, un país con tantas potencialidades.
–¿Qué opina de esta crisis de presidentes latinoamericanos que van de la Presidencia a la cárcel?
–Es un problema muy grave. Estuve hace poco en México. La crisis de imagen del Presidente mexicano es descomunal. La crisis de los presidentes peruanos ha sido brutal. La crisis del Presidente colombiano (Juan Manuel Santos) ni qué decir. La crisis de imagen que tenía la presidenta (Michelle) Bachelet cuando salió fue enorme. El único caso de un Presidente que después de dos años de Gobierno mantiene todavía una popularidad importante es Mauricio Macri. Todos los demás están muy mal. Yo quisiera ver qué le pasará a (Sebastián) Piñera (en Chile) dentro de un año. Le aseguro que el dato va a ser negativo. Ojalá nuevos dirigentes como Marito comprendan que hay que ser muy cuidadosos y muy respetuosos de la voluntad de la gente, muy respetuosos de la libertad de expresión y diseñar una estrategia para no derrumbarse, para no terminar como un “pato herido”, como dicen los norteamericanos.
–¿Un “pato herido”?
–Es un pato (silvestre) que chapotea (aletea desesperadamente) en el agua pero no puede volar (para salvarse de su cazador). Por ejemplo, estoy convencido de que si alguien es Presidente de Paraguay y no habla guaraní está perdido.
–¿Hay que desechar las bocas de urna después de los resultados equivocados como hubo en Paraguay?
– Una encuesta de boca de urna no debería tener un error mayor de uno a dos puntos. En México, que regulan mucho esto, la ley dice que una boca de urna no debe tener una desviación mayor del 0,5% porque la encuesta de boca de urna es una encuesta sobre hechos, no sobre opiniones. Entre la encuesta y el voto usted puede cambiar de opinión pero lo que votó, votó. No hay posibilidad de cambiar.
–Acá daban una diferencia de 18 puntos y el resultado fue de 3,7.
–Es un error técnico clarísimo. Probablemente las encuestas estaban viejas. Marito fue perdiendo en la campaña. Partidizó mucho. Se mostró siempre con símbolos colorados, con la bandera, en fin... Las encuestas no registraron que perdió muchísimo espacio porque su campaña no estuvo bien hecha. La gente tiene sus propias motivaciones para votar. Tienen que ver con su vida y con sus necesidades, no con encuestas. La gente no obedece a nadie, ni a los líderes, menos a los medios, menos a las encuestas.
–Políticos que perdieron quieren impulsar aquí la prohibición de las bocas de urna. ¿Influyen las bocas de urna en los electores?
–Es una tontería. Para ellos la gente no debe leer, oír, ni ver. Es ignorancia creer que a la gente hay que protegerle impidiéndole tener datos. Uno gana comunicándose y no tratando de taparle los oídos. Es difícil librarse de las ideas antiguas.
–Laura Chinchilla, la expresidenta de Costa Rica, que vino por la OEA, dijo que debe desterrarse. Se supone que conoce de elecciones porque no falta a ninguna.
–Normalmente Chinchilla dice tonterías en todos lados. Es una persona pintoresca, famosa por decir tonterías de todo el mundo.
–¿Por qué los políticos cuando pierden le culpan a alguien?
–Ser mal perdedor no ayuda a su futuro. Hay que saber perder y cuando uno pierde, perder con decencia. Decir: “Perdí, estoy con el Paraguay, quiero apoyar al Gobierno, aunque sea de mi adversario porque creo en el Paraguay”. Esa es una actitud positiva con el país, con la democracia. Hay que pensar que hay un futuro y para ese futuro hay que saber ser buen ganador y buen perdedor.
–En el fondo propician la censura
–Tener esas actitudes es suponer que el elector es un idiota al cual usted, como periodista le puede manipular con un editorial, una publicación o una encuesta. La gente no es tonta y los políticos tienen que darse cuenta que en la sociedad contemporánea, con el funcionamiento del Twitter, internet, los teléfonos inteligentes, las personas están mucho más informadas que antes. Es la nueva sociedad de la información.
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