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ABC Color había sido cerrado por orden del dictador el 22 de marzo de 1984, epílogo de años de hostigamiento, persecuciones, apresamientos de periodistas, prohibiciones a su libre circulación e incluso secuestro de sus camiones de distribución de periódicos.
La clausura de ABC fue el punto de inflexión de la dictadura cuya declinación se aceleró desde entonces hasta su caída cinco años más tarde, en la madrugada del 3 de febrero de 1989.
Nuestro director, Aldo Zuccolillo, se encontraba preso e incomunicado cuando la policía política ocupó las instalaciones del diario. Había sido detenido por la policía del régimen el 16 de marzo de 1984 “por orden superior”.
En 1983 ya había sido privado de su libertad.
Bajo el título: “Nuestra línea”, ABC se despidió de sus lectores en un comentario redactado por su editorialista Enrique Bordenave en el que se remarcó que este diario jamás abandonaría su principio de defensa del interés nacional. “Para él trabajamos y por él estamos dispuestos a cualquier sacrificio”, remarcaba el mensaje.
La clausura fue un búmeran para el stronismo
A partir de ese incidente, la llama de la solidaridad nacional e internacional se encendió. Se desencadenó un movimiento sin precedentes a favor de la libertad y la democracia que finalizó con el defenestramiento del régimen y la instalación de un Gobierno de apertura y tolerancia encabezado por el general Andrés Rodríguez.
Con el restablecimiento de las libertades, ABC reemprendió sus investigaciones periodísticas enmarcadas en principios elementales de soberanía, dignidad y moralidad pública.
Se retomaron los cuestionamientos al Tratado de Itaipú, nunca abandonados hasta hoy desde su firma en 1973. Con empeño y abundancia de datos, se demostró ante la opinión pública la necesidad de renegociar el tratado en condiciones más favorables a nuestro país.
El Tratado de Yacyretá, descripto por el expresidente argentino Carlos Saúl Menem como “monumento a la corrupción” tampoco estuvo exento de críticas. En forma periódica se ventilaron casos de corrupción perpetrados por sus funcionarios.
La corrupción no resiste la libertad de prensa
La corrupción del funcionariado no resiste la libertad de prensa. La caída de Stroessner y la reapertura del diario fue fatal para muchos de ellos.
Una de las primeras campañas periodísticas a partir de 1989 develó en detalle el negociado de la construcción de la Industria Nacional del Cemento (INC), en una colusión entre funcionarios claves de la administración stronista y constructoras y financistas europeos.
Fueron detenidos, procesados y declarados culpables el que fuera presidente de la INC Ramón Centurión Núñez y el ministro de Industria y Comercio, Delfín Ugarte Centurión. También fueron develadas cuentas secretas en Suiza a nombre de ambos y de Gustavo Stroessner, el hijo del dictador, entre otros.
Gramont y su fábrica de tomates ABC también emprendió una serie que desnudó otro negociado, el tramado por el uruguayo-argentino Gustavo Gramont Berres, sobrino político de Stroessner.
El delincuente tenía el título de “embajador itinerante” del Paraguay. Bajo ese manto comprometió unos 100 millones de dólares a favor de bancos europeos por la construcción de una fábrica de tomates en La Colmena y otra obra edilicia, para la elaboración de materiales hospitalarios en Luque que nunca se construyó.
ACEPAR, un barril sin fondo
Aceros Paraguayos (ACEPAR) fue otra víctima de los ladrones de guantes blancos que golpearon durante el stronismo y siguen golpeando hoy sin misericordia en la democracia a los recursos aportados por el contribuyente.
Desde la reapertura, ABC se extendió largamente sobre el caso de la acería, construida bajo la administración de Roberto Knopfelmacher, que costó 400 millones de dólares, hoy convertida en chatarra, vendida por el cuestionado gobierno del presidente Juan Carlos Wasmosy por apenas US$ 35 millones al empresario ítalo-argentino Sergio Tasselli, quien lo devolvió al Estado sin haber terminado de pagarlo.
Una treintena de querellas contra nuestro director
En 1999, tras la renuncia del gobierno de Raúl Cubas, se entronizó en el Palacio de López a Luis Ángel González Macchi. ABC Color anunciaba en su titular principal de tapa el 29 de marzo de 1999 el retorno del stronismo al poder.
La persecución no se hizo esperar y nuestro director fue objeto de una treintena de querellas que buscaron acallar las investigaciones periodísticas que desnudaron los actos criminales perpetrados por los detentadores de poder.