Asunción ocupada

El 5 de enero de 1869, los aliados iniciaban la ocupación de Asunción con implacable saqueo. Ya evacuada la Capital desde febrero de 1868, la escuadra imperial brasileña tardaría casi un año en ocuparla.

Asunción ocupada. El Palacio de López, convertido en sede de la caballería riograndense, muestra los destrozos ocasionados por el bombardeo de la flota. El Cuartel General brasileño fue instalado en la que fue casa del general Vicente Barrios, ubicada en Independencia Nacional y Pdte. Franco; el hospital en la de Venancio López, en Colón y Estrella.
Asunción ocupada. El Palacio de López, convertido en sede de la caballería riograndense, muestra los destrozos ocasionados por el bombardeo de la flota. El Cuartel General brasileño fue instalado en la que fue casa del general Vicente Barrios, ubicada en Independencia Nacional y Pdte. Franco; el hospital en la de Venancio López, en Colón y Estrella.Archivo, ABC Color

Cuando la escuadra imperial brasileña ocupó, toda la población se había ido, dejando enseres, muebles y demás pertenencias. Y ante la suposición reinante en las fuerzas de ocupación brasileñas, de que las casas guardaban los tesoros de sus dueños, el pillaje no conoció de pausas.

Al robo de muebles, objetos de valor y hasta de los adornos de las construcciones, los soldados del imperio brasileño se abocaron a excavar los patios y jardines, demoler paredes y techos, sin descanso.

Pues a la noche, continuaba la búsqueda bajo la luz de las fogatas que proporcionaban las maderas de los techos y muebles rotos quemados por los depredadores.

La acción destructora tampoco respetó nacionalidades, ni la categoría diplomática de los edificios; ni sepulturas en los cementerios y mucho menos los elementos del culto de las iglesias.

No había nada que extrañar porque el procedimiento había sido consagrado en el mismo Tratado Secreto firmado el 1º de mayo de 1865. De manera que tampoco cabía la tardía protesta argentina firmada por el Gral. Emilio Mitre. Cuando en una nota y ante la invitación recibida por el mariscal Luis Alves de Lima, duque de Caxías, para sumarse al ingreso a la capital del Paraguay, expresaba cuanto sigue: “No quiero autorizar con la presencia de la bandera argentina en la ciudad de Asunción los escándalos inauditos y vergonzosos perpetrados por los soldados de VE”.

El 10 de enero de 1869, el Mariscal López formaba un nuevo ejército 14 días después de que sus tropas fueran aniquiladas en Ita Yvate.

El Jefe paraguayo y el reducido grupo de oficiales sobreviviente de la debacle anterior se había instalado en Azcurra, en la falda sur del cerro de Ka’akupe, el 1 de enero de 1869. Detrás de ellos llegaron los heridos y escapados de Lomas Valentinas “y no pocos prisioneros fugados de los campamentos aliados”. También concurrían por una nueva convocatoria de enrolamiento difundida en todos los departamentos de la república que no estuvieran ocupados por el enemigo.

De esa manera, se volvieron a reunir unos 10.000 combatientes… pero no había armas. Para el efecto, se había instalado un taller de armería en Ka’akupe dirigido por el norteamericano Charles Henry Thompson. Allí también se fabricaron 18 obuses de bronce y dos cañones rayados, con las máquinas del Arsenal trasladado desde Asunción.

Además, se ordenaron partidas nocturnas hacia los campos de batalla para el rescate de más armas… aunque estuvieran en “las manos de los muertos”. Se recogieron cerca de 700 fusiles, y a los que no le alcanzaran estas armas, fueron equipados con lanzas y machetes.

El 11 de enero de 1870 caía prisionero en Loma Rugua el coronel José Ignacio Genes. Este se había refugiado al norte de San Pedro con un reducido contingente, la mayoría niños. Por entonces, era la única columna paraguaya sobreviviente de la guerra, además de la que encabezaba el propio Mariscal.

El parte brasileño le otorgaba un número no mayor a 600 hombres. Ante el ataque de las fuerzas del general José Antonio Correia de Camara, con un número considerablemente mayor de efectivos y mejor armado que los paraguayos, Genes y su asistente, el mayor Silvestre Carmona, ordenaron a sus hombres disparar una sola vez para dispersarse después en los montes.

Los brasileños tuvieron que realizar entonces un amplio operativo de envolvimiento para liquidar esta última resistencia. Genes fue capturado esa misma tarde. Carmona, “sufriendo mil penurias y con los pies y las piernas llenas de llagas”, se presentó más tarde al campamento enemigo de San Pedro.

El 27 de enero de 1870, el largo trajinar de López a través de la llamada “diagonal de sangre” estaba por llegar a su fin, pues la columna paraguaya conducida arribaba en la fecha a Punta Pora, después de que saliera de Zanja Pypucú y vadeando sucesivamente los cursos de los ríos Amambái y Corrientes, con otras varias pausas en la marcha.

Al día siguiente, cerca del estero del Kapi’ivary, el mariscal Francisco Solano López instalaba un nuevo campamento.

jorgerubiani@gmail.com

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