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El primer diputado en defenderse fue el acusado Carlos Portillo (PLRA, efrainista), quien se dirigió a sus pares y esbozó un discurso en el que dijo que era víctima de una falsa acusación de tráfico de influencias y que está a disposición de la justicia para demostrar su inocencia.
En realidad, el diputado que representa al departamento de Alto Paraná fue imputado y cuando se dio cuenta que una grabación lo comprometía severamente con un pedido de coima para arreglar una sentencia judicial, movilizó todos sus contactos políticos y judiciales para llevar su proceso a los tribunales de Ciudad del Este para lograr cajonear el expediente.
Efectivamente, hace más de un año que el pedido realizado por la fiscala Liliana Alcaraz de pericia del teléfono celular del acusado legislador está parado en la Cámara de Apelación de Ciudad del Este y el caso no puede avanzar (ver infografía).
El 12 de noviembre de 2018, el Ministerio Público presentó la acusación contra Portillo y solicitó juicio oral para el mismo, pero debido a chicanas presentadas por el diputado, a casi un año de ese requerimiento conclusivo no se puede hacer la audiencia preliminar para saber si el caso será llevado a juicio o no.
Si recurrimos al expediente vemos que su encendido discurso el miércoles pasado en la sesión ordinaria no se compadece con la realidad. Dijo que estaba a disposición de la justicia y que ya estaba próximo a demostrar su inocencia.
A la hora de la votación los diputados blanquearon a Portillo y enviaron el pedido de pérdida de investidura con 39 votos por el rechazo, solo 20 a favor, siete abstenciones y cuatro que no votaron. Eso desató la indignación ciudadana que veía cómo la novela montada por los diputados tenía éxito.