Cargando...
–Hubo una reacción casi epidérmica al conocerse ese acuerdo entre Paraguay y Brasil sobre el reparto de la energía de Itaipú. ¿Cuál es su interpretación?
–Lo primero que hay que destacar es que Itaipú es un tema muy sensible. El debate de esta semana es la antesala de lo que vamos a tener en el 2023 cuando los dos países revisen el tratado. Todo lo que se aborde alrededor de este tema va a tener secuelas políticas de largo plazo.
–Es un tema que toca las fibras más profundas...
–El paraguayo percibe que algo no está bien en Itaipú. En mis presentaciones públicas que hice aquí, que fueron numerosas, presenté números, con una metodología muy clara, transparente, científica, con datos oficiales de Paraguay y de Brasil, con cruce de datos que dejan traslucir cifras espectaculares...
–¿Cuáles, por ejemplo?
–Como este de los 75,4 mil millones de dólares que el Paraguay dejó de percibir a precio de mercado por la venta de su energía al Brasil. Es una de las tantas estimaciones posibles, si bien todas las estimaciones están en ese rango, rayando cifras siderales...
–Siempre de pérdidas...
–Enormes pérdidas, enormes... Yo uso cifras oficiales, las mismas que usó Jeffrey Sacks pero con algunos arreglos digamos, en la calidad de los datos. Cuando uno presenta eso la reacción es de indignación. Entonces, cuando empiezan a salir más informaciones como ahora, efectivamente tocan las fibras, el impacto que produce es mayúsculo. Generan roncha y provocan una crisis en el mismo Gobierno, como vemos sucede con la renuncia del presidente de la ANDE. La sensibilidad va in crescendo...
–¿Por qué tanta repercusión?
–Cuando se hizo el Tratado de Itaipú, en el 73, el costo político para Stroessner fue muy bajo. Él no tenía oposición, salvo las voces disidentes como su diario con sus editoriales fulminantes y los movimientos universitarios coyunturales y grupos de intelectuales que profetizaron lo que iba a pasar. Ahora la cosa cambió. Hay democracia, libertad. Itaipú puede convertirse en un elemento político de alto costo para el Gobierno. Es un tema especial para sacar partido, por ejemplo, en una interna del Partido Colorado, donde sabemos que son especialistas en sacarse los ojos. Itaipú es un tema muy delicado, con el secretismo con que se manejó. Pero yo no quiero entrar a discutir aquí sobre los detalles técnicos porque no soy ingeniero. A mí me interesa más la dimensión política de lo que pasa.
–Hay muchas opiniones y pocos son los que conocen realmente...
–Estoy de acuerdo: “zapatero a tus zapatos”. Para las cuestiones técnicas están los especialistas. Pero, como le dije, el tema es muy sensible. Hay una percepción de que esto se negocia en forma secreta. Hay mucha desconfianza hacia las personas que lideran este proceso. Con todo lo que ya se perdió aparece ahora esto. Solo en el Gobierno Lugo-Franco la coalición izquierda-liberales (2008-2012) buscó cambiar algo y obtuvo una mejor compensación. Dijo a Brasil: “Paren, señores. Acá tenemos que revisar esto”. La percepción es que con el resto de los gobiernos la actitud siempre fue de mantener el statu quo...
–De acomodo...
–Incluso podría decir que hasta obsequiosa con el Brasil, de miedo a las represalias de Brasil. En este caso aparentemente hubo una amenaza de represalia, de no pago por la cesión de la energía, lo cual si se confirma es muy grave. El tratado dice taxativamente que si Paraguay cede, Brasil tiene que pagar por la cesión, incluso ya está pagando hace décadas precios que son irrisorios. Entonces, hay una percepción de que se cede con demasiada facilidad, o por miedo o por querer congraciarse.
– ¿Por qué no acabar la discusión usando toda la energía?
–La pregunta es: ¿por qué el Paraguay ha demorado tanto en construir infraestructura para poder usar la energía? Esta primera línea de 500 kV Itaipú-Presidente Hayes es reciente, luego del acuerdo Lugo-Lula del 2009. Pasaron décadas...
–Nos desgañitamos entre nosotros pero infraestructura no hay
–No. No tenemos. Ahora recién se está construyendo. El temor expresado por algunos técnicos es que Paraguay no tiene los mismos incentivos y la misma presión para crear las nuevas líneas que absorban toda la energía para venderla a la Argentina o a Chile o Uruguay. Estas cosas, por su complejidad, demoran en construirse. El 2023 es un período clave para tener la infraestructura instalada. Es la que nos va a permitir ir a la negociación y decir: “Si usted, Brasil, no nos paga un mejor precio, tenemos alternativas. O usamos lo que tenemos para atraer industrias o le vendemos a otro país”. Aquí hay una alta dosis de improvisación. Desde el 73, cuando se firmó el tratado, siempre hubo improvisación...
–¿Usted dice que los paraguayos siempre tocaron de oído?
–Es evidente que en el 73 se improvisó de arriba a abajo. Es un tratado que se llevó adelante entre dos dictaduras entre cuatro paredes. Nadie se enteró de lo que estaba pasando, según declaraciones del mismo canciller de la época (Sapena Pastor).
– ¿Usted piensa que el afán de Brasil es embromar a Paraguay?
–Brasil nos va a ganar siempre si es que nos vamos a negociar, como ellos quieren, en secreto. Por eso yo uso la metáfora bíblica de David y Goliat. Hay un libro de Malcom Gladwell. Estudia situaciones en donde hay una gran asimetría de poder, ya sea en contienda militar, deportiva o en alguna competencia, y cómo hace el actor menos fuerte para sobresalir.
–¿Qué debe hacer Paraguay...?
–Aplicar la táctica de David, una más abierta, participativa. El Gobierno debe convocar a la ciudadanía para que respalde la posición nacional y le diga a Brasil: “Mire, no puedo concederle su deseo. Ahí le tengo al pueblo paraguayo, expectante”. Eso hicieron los panameños en el Canal de Panamá. Eso hicieron los bolivianos con su gas que venden a Brasil. Los países chicos no pueden enfrentarse a los grandes en sus términos. Lo que pasó esta semana es una lección. Hay mucha literatura científica que avala lo que le estoy diciendo.
–Panamá tiene el canal en su territorio. En este caso es una propiedad limítrofe entre dos países que son socios en la represa...
–Es cierto, es un condominio en partes iguales: 50-50. Cuando se calcula el valor de la riqueza que Itaipú ha generado con base en todos esos datos que están en la base de datos que he recopilado, de 1985 al 2018, se demuestra cómo Brasil se llevó el 86%. Paraguay se quedó con el 14%. O sea, fue mitad y mitad en el papel. Por el hecho de haberse establecido que Paraguay debe ceder su energía a un precio de nada tiene que ver con los precios de mercado, Brasil se ha quedado con el 86% de la riqueza de Itaipú, Paraguay con 14%. Acá viene bien la frase de George Orwell cuando le hace la crítica al stalinismo en “La granja de los animales”..
–“Rebelión en la Granja”...
–Sí, de donde salen los chanchos gordos, el stalinismo, y ellos, para explicar sus privilegios, dicen: “algunos son más iguales que otros”. Eso lo que nos pasa a nosotros. Es otra versión de “Rebelión en la Granja”. No estamos hablando de stalinismo pero es el equivalente. Algunos nos dicen: “somos todos iguales”. Pero la realidad no es así. Somos iguales pero solo en el papel. En la redistribución de la riqueza, Brasil se quedó con el 86% y Paraguay solo con 14%. Y los datos no los inventé yo. Son datos de Itaipú y del mercado brasilero.
–¿Qué plantea finalmente?
–Ellos necesitan de esa energía y además la quieren baratita. A nosotros nos resta recuperar la soberanía para que, como mínimo, nos paguen a precio de mercado, el mismo precio que ellos revenden a sus consumidores. Estamos exportando energía a precio de banana. Ese es el drama paraguayo. Al no generar riqueza, perdemos desarrollo, oportunidad de crecer como país y darle una vida más digna al pueblo paraguayo.
–Usted no es paraguayo.
–Yo nací en México pero me crié en Paraguay, mi padre es de Estados Unidos, de Minnesota, Juanito, el que fue director mucho tiempo de la Misión de Amistad y del Campamento Jack Normann en Caacupé, donde vive hasta hoy.
–¿Cómo llegaron acá?
–Mis padres emigraron en el 66. Mi madre era rioplatense, nacida en Buenos Aires, criada en Uruguay, hija de suizos, misioneros protestantes. Mi madre ya murió. Mi padre se afincó acá y solo se va de visita de tanto en tanto a Estados Unidos.
–¿Le parece correcto que algunos vociferen “juicio político ya” al Presidente?
–No. Yo fui un crítico del juicio político a Fernando Lugo justamente porque se hizo todo en forma precipitada y sin mucho fundamento. A nadie le deseo un juicio político como le hicieron a Lugo. Un juicio político tiene que tener asidero, respaldo. Lo que pasa es que en este momento hay mucha calentura política, y hay que siempre tener cuidado con eso...
holazar@abc.com.py