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"Además de perder a nuestras hijas yo quedé con una invalidez permanente. Las graves quemaduras me dejaron insensibles las manos y los labios. Tampoco puedo soportar el calor del sol en la piel, por lo que debo salir solamente a la noche. Por eso es que no entiendo que los encargados de la justicia no hayan incluido la figura jurídica de lesión grave en contra de los dueños del súper", significó Felipe.
"Salimos cinco personas de nuestra casa ubicada en Santísima Trinidad. En 51 días de internación regresamos solo dos personas al lugar donde fuimos felices con nuestras 3 hijas. De aquel día en más tratamos de digerir una cruda y dolorosa realidad: el recuerdo de las niñas y los dolores físicos propios de una lesión irreversible. Hemos perdido todo. Nuestras hijas y nuestra identidad, porque el fuego nos dejó con el rostro desfigurado, y perdí hasta mi profesión (médico veterinario) que era el sustento de mi familia", refirió.
María Estela Morínigo de Palacios nos dijo que sobrevivir luego de la tragedia sin sus hijas y con las graves quemaduras sufridas que le desfiguró gran parte de su cuerpo es muy doloroso y solo la fe le mantiene con vida. "Lo que perdimos yo y mi esposo no hay dinero que pueda resarcir eso. Sentimos un dolor tan profundo que no se ve pero se siente", nos dijo al agregar que sus manos ya no le responde como antes y que perdió dos de sus dedos y quedó con las dos orejas desfiguradas.