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El nauseabundo olor de los baños, ubicados en habitaciones contiguas a las celdas, sin puertas o cortinas que los separen, está impregnado en el ambiente. Basuras y ropas, varias de ellas recién lavadas, colgadas por doquier, completan el panorama del penal de Tacumbú en el que conviven internos sanos y enfermos, condenados y procesados, reincidentes o no, sin distinción alguna.
El abogado Artemio Vera Báez, actual director del penal, admitió que la cárcel se ha colapsado y manifestó su preocupación por la excesiva cantidad de internos procesados por delitos cuya expectativa de pena es de hasta cinco años, ya que dichas personas podrían ser favorecidas con medidas alternativas o sustitutivas de prisión.
Otra preocupación de las autoridades penitenciarias es la escasez de funcionarios. Actualmente, la seguridad de los más de 3 mil internos está a cargo de tan solo 38 personales por turno, algunos de los cuales son funcionarios administrativos que cumplen funciones de guardiacárceles, cuyos sueldos oscilan entre G. 800 mil a G. 1 millón. En la práctica, solo treinta resguardan la cárcel, debido a que los demás se ocupan del traslado de internos a la fiscalía o a tribunales, mientras otro grupo custodia los reclusos internados en diferentes hospitales.
"Son 30 para resguardar a 3.072 internos. Por supuesto que está en peligro, la penitenciaría está colapsada, está en crisis terminal", indicó Vera, tras explicar que necesita como mínimo cincuenta guardiacárceles más.
Vera comentó que está abocado a la depuración de sus cuadros, por lo que todo funcionario involucrado con el ingreso de armas, drogas o bebidas alcohólicas será separado de su cargo en forma inmediata.