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Algo de eso está ocurriendo con el famoso proyecto de unir las ciudades de Encarnación y Posadas (Argentina) con un servicio de transporte de pasajeros por ferrocarril, que vendrá a aliviar la tortura a que son sometidas a diario miles de personas que por diversas necesidades se ven obligadas a cruzar el puente internacional, y deben soportar dos y más horas de espera bajo un calcinante sol, en verano, o el viento helado en invierno, en medio del río.
Mientras del lado argentino -literalmente- el tren ya está en marcha, nosotros seguimos inventando argumentos para justificar que del lado paraguayo del puente no se hizo casi nada. Si algo hay, es la construcción de una especie de vereda techada, en la vía pública, por donde transitará el pasajero desde el circuito comercial hasta la estación. Esta obra se hizo por cuenta de la misma empresa que ya construyó la estación en el lado de Posadas.
En lo que es la estación propiamente dicha, en el predio de Fepasa (Ferrocarriles del Paraguay S.A.), no hay absolutamente nada, porque, según información del titular del organismo público-privado, existe una medida legal que no les permite innovar en el lugar.
En un país donde cualquier narco de medio pelo consigue incluso una orden emanada de la Corte Suprema para fraguar una libertad, el Estado paraguayo "no puede" dar andamiaje a acciones, dentro del marco de la ley, para superar un inconveniente que entorpece un proyecto de alto significado e interés de la población. Un argumento tan "pererï" solamente nos lleva a pensar que estos funcionarios nos toman por tontos.
Una razón de fondo, sin embargo, y más verosímil, es que existen cuestiones muchos más poderosas para poner el palo a la rueda del ferrocarril, la cual consiste en el "grado de participación" económica en el proyecto que estarían imponiendo algunos personajes claves en materia de decisión, incluso a espaldas del mismo Poder Ejecutivo, que públicamente expresó su interés y su compromiso de apurar la concreción del proyecto, que, supuestamente, estaba previsto para mediados de este mes, es decir, hoy.
Como dijera el obispo Gogorza en su homilía del lunes pasado en Itacuá, el afán de lucro de determinados grupos de poder, sin que les importe el bien común, está en la raiz de la corrupción que campea en nuestro país. Y así nos va.
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