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También Óscar Riveros fue golpeado en el rostro. Además se registraron otras denuncias de violencia física e incluso de amenazas de muerte.
Los episodios de violencia no conducen a nada, son productos del fanatismo y de la irracionalidad. Esto ocurre porque los dirigentes se descontrolan y porque azuzan a los jóvenes a cometer atropellos y vandalismos.
Los liberales, que no supieron administrar poder, perdieron la confianza de la mayoría del pueblo y recibieron el “voto castigo”. Además, cayeron en las mismas equivocaciones que provocaron la caída del Partido Colorado del poder en el 2008.
El manejo prebendario y clientelista; la prepotencia, el orgullo, la desinteligencia y, lo más grave, la falta de voluntad para superar la corrupción y la impunidad fueron los motivos de la derrota de los liberales.
A nivel de cúpula, la alianza del PLRA con la derecha, el negociado de tierras del Indert y la impunidad provocaron la salida del partido tradicional del poder. A partir de ahora, sus líderes necesitarán mucha mesura y autocrítica para reencauzar la institución.
Las autoridades electas, por su parte, tienen el compromiso de asumir el gobierno con responsabilidad y honestidad y cumplir las promesas. Ahora hay que pensar en el país y dejar de lado el fanatismo, los desbordes y las persecuciones. Los que ganaron deben tener grandeza de espíritu y superar el “triunfalismo barato”. El objetivo debe ser promover el bien común y el desarrollo del Paraguay.
rmontiel@abc.com.py