¿US$ 600 millones más para las Fuerzas Armadas?

El ministro de Defensa Nacional presentó un pedido de asignación de más de 600 millones de dólares para la modernización de las Fuerzas Armadas. Este planteamiento debería motivar un amplio debate político y ciudadano para analizar su justificación.

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El principal problema de la defensa nacional ha sido siempre determinar cuál es la amenaza y quién es el enemigo que podría afectar los intereses estratégicos de un Estado. Si no existe un enemigo a la vista es muy difícil justificar la existencia de una estructura de defensa permanentemente operativa, que además es sumamente costosa. Y si existe un enemigo real, la clara determinación de la naturaleza de su amenaza y el tipo de reacción que amerita son factores claves que condicionan la organización, el entrenamiento, el equipamiento, y por lo tanto el presupuesto a ser asignado para la defensa.

Algunos sostienen que en un mundo en el que prevalecen la incertidumbre y la sorpresa, la actitud defensiva que corresponde es la de estar en todo momento preparados para todo. Si no tuviéramos en cuenta los costos, esta sería una situación altamente deseable, pero es imposible que un país como el Paraguay, con acuciantes necesidades sociales y serias limitaciones presupuestarias, pueda adoptar una actitud defensiva semejante.

Además, estar siempre preparados para todo, bien puede significar no estar preparados para nada, lo que probablemente esté ocurriendo en este momento, teniendo en cuenta que a pesar del aparente poderío que mostramos en los desfiles militares, en 10 años no pudimos resolver el problema del reducido grupo de terroristas del EPP que, además de matar indiscriminadamente, continúa extorsionando a los productores, desangrando nuestro presupuesto y desafiando permanentemente al propio Estado paraguayo.

Un eficiente sistema de prevención y control de amenazas y agresiones, debe estar diseñado en función de hipótesis reales de conflicto. Realizando una correcta apreciación de la situación estratégica, se podrían identificar con bastante precisión los conflictos actuales o potenciales que podrían verdaderamente afectar nuestros intereses y prepararnos para enfrentarlos en la forma más adecuada a su naturaleza, utilizando racionalmente los recursos presupuestarios asignados a la seguridad.

El problema principal radica en que muchos de nuestros líderes políticos creen que con solo tener FF.AA. y aumentarle el presupuesto ya tendremos seguridad, y no se plantean algunas preguntas cuyas respuestas son indispensables para adoptar buenas decisiones.

¿Tenemos claro cuáles son los intereses nacionales que debemos proteger? Suponiendo que sí, ¿existen amenazas que podrían afectar esos intereses? Si existen amenazas, entonces necesitamos defensa; pero ¿qué tipo de defensa? Depende del tipo de amenazas reales que tenemos.

Más preguntas: ¿Podemos responder eficazmente a esas amenazas por medios políticos o de otro tipo que no sea militar? ¿O ellas ameritan una respuesta de carácter militar? En caso afirmativo: ¿qué tipo de respuesta militar? ¿Necesitamos una simple presencia disuasiva o existe la posibilidad de ir a una guerra convencional? ¿Quién es el enemigo y cómo actúa? ¿Es un Estado, una organización terrorista internacional o un cartel narcotraficante? ¿Es uno o son varios movimientos guerrilleros? ¿Es una combinación de dos o más de los que hemos citado? ¿Puede esperarse del enemigo un ataque de tipo convencional, como es el caso de un país que invade a otro, o debe esperarse una actitud caracterizada por la más absoluta incertidumbre en cuanto al tipo de ataque, intereses a ser atacados, lugares que podrían ser afectados y medios a ser empleados, como ocurre con el terrorismo nacional o internacional? ¿Es más conveniente comprar o reparar tanques de guerra, o comprar drones y sensores que permitan ubicar a los escurridizos elementos del EPP? ¿Es indispensable adquirir esos drones o podríamos contar con ellos recurriendo a la cooperación internacional?

Si no tenemos respuestas a estas preguntas, es muy probable (o casi seguro) que seguiremos absolutamente indefensos, aunque sigamos asignando gran cantidad de dinero público a gastos de defensa. Probablemente estemos teniendo un enorme y costoso aparato de defensa, lo que no necesariamente significa que nuestra seguridad esté siendo efectivamente preservada. No estar preparados para contrarrestar las amenazas reales que nos afectan, implica estar absolutamente indefensos. Por otro lado, invertir, prepararse y armarse sin saber exactamente para qué, es malgastar el dinero del pueblo.

(*) Abogado, diplomado en Política de Defensa por la Universidad Torcuato Di Tella (Bs. As.) y miembro del ENEP - Equipo Nacional de Estrategia País.

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