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La habilitación de los llamados miembros de la comisión garrote o guardia ciudadana, no es otra cosa sino una incuestionable evidencia de la severa deficiencia de la Policía Nacional.
Los principales jefes de los cuestionados civiles armados carecían (y siguen careciendo) de suficiente capacidad y de legalidad para sustituir en sus funciones a los agentes del orden público.
Sin orden de una autoridad judicial competente, estos guardias ciudadanos, siguen arbitrariamente allanando viviendas de presuntos delincuentes o personas que no comparten la irregular función que cumplen en las diversas comunidades. Tampoco paran con las torturas y detenciones de personas y con las constantes amenazas contra sus adversarios que son las organizaciones campesinas.
En una de las tantas irregulares intervenciones, en la comunidad de Manduarã, (Yasy Cañy), el brasileño Valdir Redes, dueño de la estancia Pasito, se peleaba con su mujer por cuestiones privadas. De repente, un grupo de civiles armados irrumpió en el escenario, momento en que el furibundo marido al percatarse de la presencia de los seudointervinientes disparó tres balazos contra Fermín Villalba Martínez, jefe del grupo, quien a su vez tuvo tiempo para gatillar contra su oponente, ambos murieron en el enfrentamiento. Más que una lección, esta última tragedia fatal debe constituirse en señal de alerta para los propulsores de tan nefasto sistema de seguridad para que tomen medidas.
pmedina@abc.com.py
Los principales jefes de los cuestionados civiles armados carecían (y siguen careciendo) de suficiente capacidad y de legalidad para sustituir en sus funciones a los agentes del orden público.
Sin orden de una autoridad judicial competente, estos guardias ciudadanos, siguen arbitrariamente allanando viviendas de presuntos delincuentes o personas que no comparten la irregular función que cumplen en las diversas comunidades. Tampoco paran con las torturas y detenciones de personas y con las constantes amenazas contra sus adversarios que son las organizaciones campesinas.
En una de las tantas irregulares intervenciones, en la comunidad de Manduarã, (Yasy Cañy), el brasileño Valdir Redes, dueño de la estancia Pasito, se peleaba con su mujer por cuestiones privadas. De repente, un grupo de civiles armados irrumpió en el escenario, momento en que el furibundo marido al percatarse de la presencia de los seudointervinientes disparó tres balazos contra Fermín Villalba Martínez, jefe del grupo, quien a su vez tuvo tiempo para gatillar contra su oponente, ambos murieron en el enfrentamiento. Más que una lección, esta última tragedia fatal debe constituirse en señal de alerta para los propulsores de tan nefasto sistema de seguridad para que tomen medidas.
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