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Ahora cuando un presidente colorado está por dejar el Gobierno a otro presidente colorado esas dos caras de la ANR nuevamente se dejan ver. En rigor las disputas internas solo se escondieron por unas semanas para hacer frente a las elecciones nacionales; realmente nunca estuvieron ausentes.
Apenas terminaron los comicios y se tuvieron los primeros resultados los afines al movimiento del presidente electo empezaron a agitar las aguas de la interna lanzando acusaciones de traición interna. Aseguraban que el actual oficialismo liderado por el presidente Horacio Cartes no acató la disciplina partidaria de apoyar sin fisuras al candidato presidencial. Una revisión cuidadosa de los resultados muestra sin lugar a dudas que tal cosa no existió, que en los lugares donde el candidato presidencial perdió no fue por falta de votos colorados, sino por no generar el suficiente arrastre en los votos no colorados. Una visión general incluso permite concluir que si los votos colorados se hubieran dispersado, Mario Abdo hoy no sería presidente electo.
De acuerdo con los conteos preliminares, que serán confirmados por la Justicia Electoral en los próximos días, los colorados serán mayoría en las dos cámaras del Congreso. El Diputados tendrán mayoría propia; lo que les permitirá tener el control de la Cámara. En el Senado habrá una mayoría relativa. Tendrán el mayor número de Senadores, pero no les alcanzará para controlar la Cámara. Aún así la ANR no debería tener problemas en gobernar los próximos cinco años.
Los últimos días de esta semana, sin embargo, mostraron que la realidad es bastante diferente de lo que muestran los números y los papeles.
El movimiento Honor Colorado, con Cartes a la cabeza, reunió a sus diputados y senadores para encaminar el futuro político. En los próximos días será el encuentro de los legisladores del futuro oficialismo.
Esa es la realidad. El Partido Colorado, como claro ganador de las elecciones generales y la primera fuerza política en el próximo periodo constitucional, no reúne a sus legisladores. No existe un grupo de diputados y senadores colorados. Existen diputados colorados de tal o cual movimiento, que responden a esa facción pero no al partido.
En la reunión con Cartes no fueron pocos los que desenterraron el hacha de guerra lamentando las presiones y acusaciones del futuro oficialismo encabezado por el presidente electo. Algunos trataron de atemperar los ánimos, de dar por lo menos dos años de estabilidad al próximo gobierno, pero realmente a nadie le interesó demasiado ese discurso conciliador.
Desde el entorno de Abdo tampoco están embarcados en trabajar para ensamblar un equipo único. Las necesidades son muchas y los espacios están cada vez más acotados. La consigna es consolidar el equipo y solo después pensar más allá de las fronteras internas.
La votación de los senadores colorados a favor de aumentar al 40% el impuesto al tabaco, uno de los rubros más rentables del emporio empresarial forjado por Cartes, no fue casualidad. La intención naufragará en diputados donde las lealtades oficialistas son más firmes; pero la señal es fuerte y clara. El presidente Cartes empezará a andar una senda complicada apenas deje el cargo. Es una muestra de que los políticos tomarán decisiones por encima de tecnócratas que en los últimos cinco años arrinconaron y despreciaron a los dirigentes. Tampoco se puede olvidar que el escandaloso caso de lavado de dinero que involucra a Messer está muy cerca del Presidente y que todo el proceso es convenientemente fogoneado por un grupo de dirigentes colorados.
Faltan dos meses para que asuma el nuevo Gobierno, pero la interna empezó de nuevo a dividir a la ANR. Una vez más está en marcha y amenaza con tocar dentro de muy poco al próximo entorno presidencial.
ogomez@abc.com.py