Un equipo de mucha altura

Oscar Amarilla se había retirado del básquetbol después del mundial de 1954 pero ya en la selección era un líder natural, por lo cual no fue extrañó que fuera nombrado entrenador del combinado, a la hora de preparar el equipo para el sudamericano que se realizaría en San José de Cúcuta, Colombia, en 1955.   

Varios de los integrantes de las selecciones en los dos torneos anteriores fueron llamados para este operativo: Gustavo Bendlin, Jorge Bogado, José Emilio Gorostiaga, Arístides Isusi, Rubén Olavarrieta, Francisco Yegros y Antonio Zappatini. A estos se unieron otros talentosos de la época, como Oscar Bogarín, Aparicio Velázquez, Roger Camacho, Américo Bacigaluppo, Abel González y Julio César Re.  

La estatura, hay que decirlo, fue un factor gravitante en una época que el talento era reconocido, cualquiera fuera el estuche en que viniera envasado. Grandes malabaristas del balón paseaban su figura por la cancha, y entre los nuestros, talento y estatura compusieron la mezcla de excelencia, que a poco estuvo de lograr el título de manera solitaria y absoluta.   

Al rememorar este campeonato, debemos recordar a una camada de grandes dirigentes que sostenían con su trabajo fecundo y con su esfuerzo, un deporte que se constituyó en el preferido de las noches asuncenas de hace más medio siglo. El presidente, Jorge Benítez Samaniego, el delegado, Luis Alfonso Giagni, el médico, doctor Manuel Fresco, también delegado, para ese torneo, formaban parte de una admirable generación dirigente que, como amantes del básquetbol, eran capaces de hacer cualquier cosa por el lucimiento de nuestro deporte.   

En 1955, Stroessner estaba de moda, y en agosto se cumpliría su primer año de gobierno. No había sacado las uñas todavía, y gozaba aún de la simpatía popular, aunque esto no duró mucho, igual que ahora. No llamó la atención que la Selección de Básquetbol que viajaría el XVI Campeonato Sudamericano fuera a despedirse de su célebre nuevo vecino, a quien los obsecuentes de siempre no tardaron en bautizarlo como el "primer deportista del país". El 2 de agosto la delegación completa fue a despedirse del presidente y agradecer "la donación de cien mil guaraníes" para la preparación del equipo.   

La Selección era prácticamente indiscutible. Estaban los mejores. Y había la esperanza de lograr un buen resultado. El viaje estaba marcado para el domingo 7 de agosto. En el club Guaraní hubo una despedida folclórica, con asado. La noche antes, el equipo seleccionado jugó un partido frente Olimpia ganando ampliamente por 50-21. Así que, al atardecer de aquel día, en un cuatrimotor de Brannif, partía la Selección con destino a Lima, primera escala del viaje. De allí se fueron a Bogotá y desde la capital colombiana, hasta Cúcuta, en cuyo estadio "Luis Rojas Pinilla", al aire libre, se iba a disputar el campeonato.   

Viajaron también los árbitros: Ernesto Romero y Alberto Pedro. Entrenador: Oscar Amarilla; preparador físico: Sindulfo Aveiro Stark.
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