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Hasta ahora no lo ha hecho. Lo que es más, ha nombrado a Stephen Bannon, exdirector de Breitbart –una red de noticias que publica artículos de supremacistas blancos, antihispanos, islamofóbicos y antisemitas– como jefe de estrategia de la Casa Blanca, uno de los puestos más importantes de la nueva administración.
Los neonazis y el KKK están de festejos. El jefe del Partido Nazi estadounidense y el exjefe del KKK han aplaudido el nombramiento de Bannon. Ellos sienten –con buenos motivos– que sus ideas racistas, que hasta hace poco tiempo eran vistas con desdén, están recibiendo nuevos adeptos, e incluso tendrán una poderosa voz dentro de la Casa Blanca.
El domingo, cuando Trump fue interrogado en 60 minutos de CBS sobre los actos de violencia racial que se realizan en su nombre, dijo que estaba “muy sorprendido” y “entristecido” de oír eso. Luego, refiriéndose a aquellos que cometen crímenes de odio, agregó: “Si ayuda, voy a decir mirando a la cámara: “¡Paren eso!”.
Pero eso no será suficiente para deshacer el daño que Trump le hizo a este país desde que inició su campaña en junio de 2015 con la falsa afirmación de que los inmigrantes mexicanos están invadiendo Estados Unidos, y que la mayoría son criminales y violadores.
De hecho, la inmigración ilegal de México ha estado cayendo en los últimos años, de 6.4 millones en 2009 a 5.4 millones hoy, según el Centro de Investigación Pew. Y la mayoría de los estudios muestran que hay menos crímenes cometidos por inmigrantes indocumentados mexicanos que por estadounidenses nacidos en Estados Unidos.
Según el Southern Poverty Law Center (SPLC), se han reportado más de 300 casos de acoso racial e intimidación desde las elecciones del 8 de noviembre. NBC News confirmó independientemente varios de estos crímenes de odio, como pintadas con las palabras “Nación Trump, solo para blancos” en la pared de una iglesia de Maryland con servicios en español, eslóganes antinegros y esvásticas nazis en las paredes de otras iglesias y colegios.
Un nuevo informe del FBI llamado Estadísticas de delitos de odio, publicado esta semana, muestra que el número de este tipo de delitos reportados aumentó un 6 por ciento en 2015, a 5.800 incidentes que involucraron a 7.121 víctimas. Muchos creen que estas cifras serán mucho mayores en 2016.
Mi opinión: El propio Trump ha creado este monstruo. Él hizo resurgir los sentimientos racistas al fundamentar su campaña en la premisa de que los mexicanos tienen la culpa de gran parte de los problemas del país, y afirmando durante mucho tiempo –hasta que admitió recientemente que estaba equivocado– que el presidente Obama nació en Kenia, lo que fue un esfuerzo velado para deslegitimar al primer presidente negro de Estados Unidos.
Decir “¡Paren eso!” en una entrevista no será suficiente para detener esta peligrosa escalada de crímenes de odio. Esto no es una grabación de The Apprentice. Esto es algo muy serio, que –a menos que se trate con seriedad– alentará aún más a los grupos supremacistas blancos y podría desencadenar una espiral de violencia racial.
Trump debe comenzar por disculparse públicamente por la falsa declaración con la que inició su campaña electoral, de que la mayoría de los millones de indocumentados mexicanos son criminales y violadores.
Debe pedir disculpas por haber dicho que el juez federal Gonzalo Curiel, que nació en Indiana, no es apto para ejercer su función en el caso contra la Universidad Trump porque “es mexicano”. Debe disculparse por haber dicho repetidamente –sin pruebas– que Obama no nació en este país. Y debería revocar el nombramiento de Bannon.
Sr. Trump, no hay excusa para que usted no frene de una manera más contundente esta incipiente espiral de odio racial. Usted inició este ciclo. ¡Usted tiene que ponerle fin!