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Más que reunión fue casi un altercado, pues muchos jefes comunales se retiraron molestos con el MSP. ¿El motivo? La cartera de Estado no les había pasado los fondos de equidad del año 2015, un monto más bien simbólico para los Consejos distritales de Salud y que van destinados a gastos que no sean mayores. En otras palabras, una caja chica en materia de salud básica.
Lo paradójico del caso es que, uno de los munícipes que más ofuscado se puso y el primero en reclamar fue el intendente de Ypané, Horacio Ortiz Albrecht (PLRA), porque Salud no le transfirió G. 19 millones. Sin embargo, no recordó en ese momento no haber rendido cuentas sobre los G. 1.700 millones del Fonacide.
Poco después nos llevamos la sorpresa de que había sido imputado por supuesta lesión de confianza en el uso de dichos fondos.
Otros que le hicieron coro se retiraron de la reunión, pues buscaron condicionar la lucha contra el dengue a la entrega de más recursos en canilla libre. Primero, que digan lo que hicieron con el Fonacide y los royalties.
La actitud de los intendentes, los representantes más genuinos y cercanos de los ciudadanos, es indignante. No es posible que los jefes comunales no puedan utilizar recursos propios para la limpieza de sus ciudades, organizar a los vecinos en mingas, exigir la fumigación o pedir la colaboración de todas las fuerzas vivas de sus distritos para la lucha contra el mal.
Son capaces de cruzarse de brazos y dejar que la epidemia avance si es que no se les conceden más recursos excepcionales. ¿Y los ingresos de sus comunas?
Esta misma actitud es la que precisamente lleva a políticos de cierta calaña a las urnas: prebendarios y pedigüeños. Una vergüenza.
Para eliminar criaderos no hace falta sobrefacturar computadoras ni herramientas. Se puede echar mano a lo que se tiene y con lo que se puede en una emergencia. La limpieza y la higiene –junto con el don de gente– son algo que se aprende desde los primeros años de infancia en las casas, en las escuelas y se consolida en los colegios.
Y mientras los intendentes sacan sus garras angurrientas, la basura se pudre en las calles, los baldíos siguen siendo junglas y los criaderos se multiplican por doquier.
Enhorabuena: la fiscalía amenazó con la cárcel a los inoperantes y puercos que ponen en vilo a todo el país. Es mejor que estén entre rejas, antes de que pongan en peligro la salud de la población.
En algún momento tienen que obrar según su conciencia y no simplemente movidos por plata, plata y más plata.
pgomez@abc.com.py