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España es solo 14 años mayor que nosotros en democracia, pero hay una distancia oceánica entre ambas. España y Paraguay salieron de una larga y bárbara dictadura de la que los españoles aprendieron pronto, aunque con dificultades al comienzo, a vivir un nuevo tiempo como nuevo. Nosotros el nuevo tiempo lo seguimos viviendo prendidos a una época oscura. Peor aún, no queremos salir de ella. O por lo menos no procuramos hacerlo, salvo ráfagas de excepciones que confirman la regla.
Y esa regla es, entre otras, que no hay ministros, diputados, senadores, jueces, fiscales, gobernadores, intendentes, etc., que vayan a renunciar de sus cargos ni aún probándose sus actividades delictivas o, cuando menos, contrarias a la ética. Ni les inmutan que los medios periodísticos ventilen a diario sus posibles actos punibles.
Leemos un titular de ABC Color del martes: “Parlamentarios bajo sospecha de corrupción siguen ocupando bancas”. Se refiere a dos senadores, Víctor Bogado, colorado, y Enzo Cardozo, liberal. Los diputados: Elio Cabral González, colorado; José María Ibáñez, colorado, y Milciades Duré, liberal. Pero hay más: El pasado 19 de diciembre la Cámara de Diputados aprobó el desafuero de Édgar Acosta, liberal, y Carlos Núñez, colorado. El primero, por presuntas irregularidades en la Industria Nacional del Cemento, y el otro, por evasión de impuestos.
Evadir impuestos en los países serios es un crimen intolerable, sin importar quién lo cometa. La gloria de la lírica española, Montserrat Caballé, fue condenada a dos años de prisión. Para no cumplirla, tendrá que pagar no solamente la suma reclamada por el fisco, sino la multa varias veces superior a la evadida.
A propósito de impuestos, el ministro de Hacienda lo primero que hizo en su nuevo cargo –incluso antes de ocuparlo– fue tranquilizar a los sojeros: no se les cobrará impuesto. Y los transportistas fueron igual de categóricos: no bajarán el importe del pasaje, no importa a cuánto descienda el precio de los combustibles. Aunque recibieren gratis, igual seguirán perdiendo dinero.
Estábamos en los funcionarios, nombrados o electos, que jamás renunciarían a sus cargos. En la misma edición del martes, ABC Color anuncia también que el diputado colorado Bernardo Villalba no renunciará a la comisión parlamentaria encargada de la reforma judicial. Hay serios cuestionamientos a la permanencia de Villalba justamente en esa comisión, por haber sido defensor de narcotraficantes. ¿Abogado de narcotraficantes en la reforma judicial? Sí, leyó usted bien. Así es y así será porque no renunciará, ni sus colegas ni su partido le pedirán que lo haga.
El diputado Villalba defiende su trabajo como defensor de narcotraficantes: “El ejercicio de la profesión de abogado es digno, es una forma honesta de ganarse la vida. Es la forma de vida que yo elegí y hay, por lo menos, 30.000 paraguayos que viven de la profesión. Ejercer la profesión de abogado no me parece antiético ni incorrecto...”. No, no es antiético, salvo presentar a bárbaros criminales –como los narcotraficantes, violadores, saqueadores de bienes públicos, etc.– como inocentes criaturas, celestiales individuos.
¿Cuántos narcotraficantes andan por ahí dañando la salud pública por haber comprado su libertad? Otra cosa: ¿a quiénes acuden los narcotraficantes para tenerlos por abogados? ¿Y quiénes son los intermediarios en la compra de fiscales, jueces, policías? Naturalmente, los defensores “legales” de los criminales. Y, además, ¿con qué dinero los abogados y demás allegados al narcotráfico ganan las elecciones nacionales o regionales?
En fin, no todo está perdido. Es posible que la ciudadanía se despierte y decida vivir un tiempo nuevo como nuevo.
alcibiades@abc.com.py